Capítulo Único

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Mikey estaba muy molesto, Haruchiyo rompió su avión de juguete que con tanto esmero le había hecho su hermano, y después de una pelea salió del lugar muy enojado, aun con las partes de su avión de juguete y sangre en sus manos, no quería hablar con nadie y menos con ellos.

Fue a un parque algo lejos de su casa, así tenía menos posibilidades de que lo encontraran, estaría enterrado en su tristeza y enojo de no ser por los griteríos de un niño.

Takemichi fue a jugar al parque como de costumbre para distraerse, solo estaba jugando a ser el héroe, corriendo y jugando usando únicamente su imaginación y capa hasta que vio a un chico abrazando sus rodillas viendo a la nada “Soy un héroe debo de ayudarlo” fue lo que pensó el niño para acercarse corriendo al rubio cenizo.

Manjiro dejó de escuchar las risas y gritos, pero empezó a escuchar pasos acercándose a él, pensó que sería su hermano o alguien más, no esperaba encontrarse con unos ojos azules.

—¿Estas bien? —preguntó el pelinegro poniéndose de cuclillas frente al rubio

Mientras Mikey se encontraba con unos ojos azules brillantes que mostraban vida, Takemichi vio unos ojos negros sin vida ni brillo “¿Cómo es posible que ese tipo de ojos existan?” era una pregunta que ambos se hicieron internamente.

El pelinegro apartó la vista de esos ojos ónix, se sintió intimidado por un momento al sentir que la mirada del otro niño era tan afilada que lo mataría y bajó la mirada, encontrándose con las manos sangrientas que sujetaban algo.

—¡¿Eso es sangre?! —rápidamente el niño se levantó y quitó la capa que tenía para envolver las manos de Manjiro con rapidez, sorprendiendo a este por aquel repentino acto —¿Cómo te lastimaste? Hay que buscar ayuda —el niño empezó a mirar a su alrededor en busca de ayuda con algo de desesperación.

—No es mía —habló finalmente el rubio descolocando al otro.

—¿Qué? ¿Entonces de quién?

—Rompió mi avión— contestó vacío —Y yo le rompí la boca.

—¿Solo porque te rompió un juguete? —Takemichi no estaba entendiendo nada.

—¡No es solo un juguete! ¡Me lo regaló mi hermano! —le gritó dejando helado por un momento al contrario.

—Oh, entonces es algo importante —razonó el niño ojiazul, aun no entendía porque el rubio mostraba tanta agresividad, pero comprendía lo molesto que era que rompieran algo preciado.

—¿Y no se puede arreglar? —preguntó y el chico solo lo miró fijamente.

—Mi papá te podría ayudar— murmuró Takemichi tratando de descubrir qué hacer.

—¡Ya se! Vamos a mi casa, te lavamos las manos y las piezas del juguete y luego le pedimos a mi papá que nos ayude a arreglarlo —Takemichi parecía haber encontrado la solución a la hambruna mundial y Manjiro solo lo veía fijamente con un rostro que no mostraba ninguna emoción.

Seguramente Mikey se hubiera negado e incluso también hubiera golpeado al niño, pero este desprendía una luz que lo cegaba, y quería más de ello. Sin que se diera cuenta de cómo pasó exactamente, Takemichi lo tomó del brazo y lo llevó camino a su casa.

—Oh, por cierto, me llamo Hanagaki Takemichi —se presentó finalmente el niño pelinegro —¿Tu cómo te llamas?

—Sano Manjiro —respondió el rubio mirándolo fijamente aun sin cambiar de expresión, parecía un muñeco tétrico.

—Muy bien Manjiro-kun, ya llegamos —le sonrió y apuntó a una casa de modesto tamaño —esa es mi casa.

Ambos entraron al hogar de Hanagaki, se quitaron los zapatos apresurados con algo de dificultad, el rubio notó que habían muchas cajas alrededor de la entrada y sala e incluso algunos muebles tenían plástico encima, pero Takemichi no lo dejó indagar más ya que condujo a Manjiro al baño donde finalmente le quitó la capa de las manos al rubio y la puso en una cubetita llenándola con agua fría, sabía por experiencia que la sangre era difícil de quitar y no quería que su madre le gritara pensando que se lastimó y manchó su ropa de nuevo. Mientras tanto, el Sano se lavaba las manos viendo fijamente como la sangre se resbalaba con ayuda del agua, después con ayuda de Takemichi lavaron las piezas rotas del juguete, esta tarea fue acompañada de algunas risas del ojiazul por hacer un pequeño desastre con el agua, relajando un poco al más bajo.

El avión de Manjiro-kunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora