CAPÍTULO 3 PARTE 1 | La danza del zorro y la liebre

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Que Anne disfrutaba de la vida campestre era un hecho y por esa razón su lugar favorito en el mundo era Rosefield House, la finca familiar de los Dashwood. Una casa de campo de dos pisos de altura, paredes de piedra amarilla y grandes columnas de mármol, situada al este de Bristow.

Cuando cerraba los ojos, todavía podía divisar con claridad el prado de flores silvestres que se extendía alrededor de la colina en la que se asentaba un roble de más de cien años, o eso comentaban por los alrededores. Allí, refugiada bajo su sombra, había pasado jornadas enteras acompañada de un buen libro, a veces hasta caer rendida por el sueño. Amaba su hogar y echaba de menos la paz que le aportaba, pero tampoco quería ser hipócrita. Debía reconocer que en un rincón no muy recóndito de su interior, le fascinaba la magia que desprendía la capital en aquella época del año.

El señor y la señora Jenkins habían abierto las puertas a la mismísima diosa de la primavera y habían convertido su casona, que nada tenía que ver con el adosado de tía Sylvie, en un carrusel de sensaciones. Desde la misma entrada ya le llegaban las agradables notas de los músicos dándoles la bienvenida a aquel paraíso floral.

Arcos de rosas de diferentes tamaños y colores las conducían desde la mismísima puerta hasta el salón principal. Puertas, escaleras y ventanales vestían cintas blancas ornamentadas con una vistosa combinación de claveles y peonías, también había canastillas con toques campestres repletas de hortensias, margaritas y tulipanes, además de centros de mesa con dalias, ramas de eucalipto y otras flores más exóticas que tenían por nombre lotos y que, según había escuchado, las había mandado traer el señor Jenkins tras su último viaje a la India.

Anne y Priscilla atravesaron el sensacional jardín interior, seguidas de cerca por Eliza y tía Sylvie. La última se vio obligada a sacar su pañuelo de lino, sobrecogida por la arrebatadora fragancia de las flores. En cuanto pusieron un pie en el salón atestado de gente, más de una decena de ojos aterrizaron directamente sobre Priscilla.

—Aquí vienen —susurró Anne para sí misma.

Retrocedió un paso. No le gustaba ser el centro de atención, y ya lo tenía establecido como norma. Era más adecuado dejar esa posición para Eliza y Priscilla, que estaban ahora a la delantera recibiendo al señor Glover.

La velocidad con la que el caballero había atravesado la sala había sido asombrosa. Quizá también era un aficionado al deporte como Elija Whiteford, y tenía entrenados los músculos para ser el primero en recibir las atenciones de Priscilla. El hombre se apresuró en pedir los dos primeros bailes de su hermana, apuntando su nombre en el cartón que llevaba anudado alrededor de su fina muñeca.

Anne había estado a punto de no colgarse el suyo. La principal función del carné de baile, al que la señora Jenkins había tenido el detalle de incluir unas margaritas entre sus cordones, era que las debutantes pudiesen reservar a sus pretendientes los diferentes bailes programados a lo largo de la velada. No creyó que fuese a utilizar el suyo aquella noche. En el último baile al que habían asistido, solo había bailado en una ocasión y el chico se había visto obligado a pedírselo porque era pariente de un pretendiente de Priscilla.

Resopló, echando un vistazo rápido en busca de alguna cara que le fuese conocida y las había, muchas en realidad, pero ninguna con la que tuviera verdaderas ganas de conversar. Todo indicaba que sería una noche larga y extenuante, otra más que apuntar a la lista, pero eso no importaba mientras fuese fructífera para Priscilla. Por lo menos podría deleitarse con la decoración mientras la vigilaba.

—Que osado por tu parte presentarte a una nueva temporada, Anne Dashwood —dijeron a su espalda.

Las casualidades ocurrían cuando una menos se lo esperaba, y como si alguien le hubiese leído la mente, reconoció aquella voz tan familiar. Retumbó a través de sus oídos, poniéndole la carne de gallina.

Un último baile para Anne Dashwood - [Serie LONDRES #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora