Desde Tokyo, con amor

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Yuri estaba cómodamente recargado en su asiento, mientras veía por la ventana, no había mucho que ver, sólo nubes esponjosas, estaba comenzando a amanecer.

Tenía la mirada y los pensamientos perdidos en el cielo; hasta que su compañero, que estaba recargado sobre su hombro, profundamente dormido, se movió para acomodarse, mientras emitía un sonido somnoliento. Yuri volteó a verlo, y después sonrió. Amaba todo de Shun, pero tenía una debilidad por ver a su querido novio dormido, especialmente cuando lo hacía sobre sus hombros o regazo, que era bastante frecuente.

Llevaban 10 horas de vuelo, y aún les faltaban más, eran alrededor de 17 horas, además de una escala en Ámsterdam, aterrizarían allí en dos horas.

El capitán indicó que estaban próximos a aterrizar, y el ícono de abrochar los cinturones se encendió frente a los pasajeros.

-Shun-chan...- Yuri besó tiernamente la cabeza de su novio. -Mi amor, despierta, ya vamos a aterrizar.

Shun abrió los ojos con lentitud y levantó la cabeza perezosamente.

-Hola...- murmuró mientras le sonreía a Yuri. Ambos compartieron un bonito y corto beso en los labios.

Cuando aterrizaron, Yuri ayudó a Shun a bajar el equipaje de la cabina, porque era el más alto de los dos, aunque sólo medía 1.73cm era más que suficiente para Shun, cuyos 1.65cm de altura no le eran suficientes para alcanzar el compartimiento.

Eran apenas dos horas de espera para el siguiente vuelo, así que no les dejó mucho tiempo para ver Ámsterdam, simplemente fueron a comer a una cafetería dentro del aeropuerto.

-¿Crees que haga mucho frío en Moscú?- preguntó Shun mientras le soplaba a su café.

-Supongo, más que en Montreal quiero pensar...

Shun suspiró. Su relación con Yuri lo había hecho viajar por el mundo, y no precisamente a lugares que el quería ver. Iban a donde los mejores entrenadores estaban. Y al ser su novio patinador de hielo, estos lugares eran, regularmente, muy fríos, y Shun era friolento en demasía.

Se habían conocido en Tokyo, por casualidad, en la sala de espera de una clínica. Shun estaba haciendo rondas ahí como estudiante de tercer año de medicina, y Yuri había acudido en condición de paciente, para darle seguimiento a una luxación de tobillo. Instantáneamente conectaron, y como no se le permitía a los doctores, o estudiantes, salir con sus pacientes, en cuánto el tobillo del patinador sanó, este invitó a Shun a salir.

Después de eso, y en la búsqueda de un mejor entrenador, Yuri decidió ir a entrenar a Montreal, una de las capitales mundiales de patinaje sobre hielo, poniéndose en las manos de Celestino Cialdini. Para entonces, Shun ya se había graduado y estaba por empezar su residencia, y para poder mantener su relación con Yuri, a quién amaba profundamente y más que a cualquier cosa, decidió hacerla en un hospital en Montreal.

Habían vivido cinco años ahí, antes de que Katsuki decidiera que los métodos de Celestino no eran para él, así que espero a que Shun concluyera su primer año de residencia médica de la subespecialidad en Canadá antes de partir.

Volvieron a Japón y permanecieron ahí por dos años más, lo suficiente para que Shun terminara por fin sus estudios y se convirtiera en un doctor hecho y derecho. En cuanto a Yuri, sentía que con su nueva entrenadora, Minako Okukawa, no estaba obteniendo los resultados que estaba buscando. Por lo que nuevamente emprendió la búsqueda por el entrenador ideal, y lo encontró... en Moscú.

-Un tal Katsalapov, Hyoga Katsalapov.- aclaró Yuri a su novio, al tenerle que explicar, una vez más, porque se mudarían a otro país en esta ocasión.

Por supuesto, Shun accedió a mudarse a las frías tierras de Rusia, su único problema era que no hablaba ruso, y no tenía idea de cómo conseguiría trabajo en esas condiciones. Pero esos eran detalles, ya encontraría la manera.

Abordaron por fin el vuelo que los llevaría hasta su destino, ahora Shun viajaba junto a la ventana, siempre se turnaban en aquel asunto, pues ambos preferían la ventana.

Después de aterrizar y pasar por inmigración, llegaron a un hotel, era temporal, por supuesto, mientras encontraban un lugar más definitivo. En el pasado, Shun había encontrado un departamento previo a su llegada al país en cuestión, sobre todo para tener estabilidad mientras hacía sus residencias; pero ahora, ya sea porque no creía que duraran en Rusia mucho tiempo, o porque ya no estaba estudiando, no se había molestado en buscar un lugar en absoluto.

-Mañana iré a ver la pista, y a reunirme con Katsalapov-sensei por primera vez. ¿Quieres venir?- preguntó Yuri mientras se acomodaban en la cama.

-¡Seguro! No tengo nada mejor que hacer.- Shun sonrió adorablemente y se dispuso a besar los labios de su novio. Se acomodó sobre el pecho de Yuri, y este lo abrazó y le acarició su suave cabello verde.

-Te amo, Shun-chan...- pero no recibió respuesta. Shun ya estaba profundamente dormido.

A la mañana siguiente, se prepararon para salir, pero tuvieron que regresar al hotel a ponerse unos cuantos suéteres más, el frío era criminal.

Shun estaba envuelto en una bufanda gigantesca, apenas se le podía ver la cara, tenía la nariz y las mejillas rojas, y no dejaba de frotarse las manos. Caminaron abrazados para mantener el calor.

Cuando llegaron al complejo, Shun respiró aliviado, estaba un poco más acogedor ahí dentro. El encargado le indicó a Yuri donde se encontraba su entrenador, justo en la pista, probablemente trabajando con otro patinador.

-Ve, yo te veo desde las gradas

-¡No seas así Shun-chan! Ven conmigo, si no, te vas a aburrir...

Es verdad que Shun amaba a Yuri, y que lo apoyaba en todas sus decisiones, pero el patinaje era algo que al peliverde no le llamaba mucho la atención, ni apreciarlo ni practicarlo.

-Por favor mi vida, acompáñame en mi primer día... ¿sí?- Yuri acercó su cara a la de Shun, pegando su frente contra la de su novio.

-¿Lo dices porque me quieres ahí? ¿O porque tienes miedo?- Shun sonrió pícaramente.

-Mmmm... un poco de ambos...- los dos rieron. Shun accedió y Yuri lo tomó del brazo, para asegurarse de que no se fuera a echar para atrás.

En la pista había dos patinadores, y dos personas observando.

De los primeros, uno era una chica de complexión delgada, baja estatura, ojos color miel, cabello rubio y mirada adorable; y el otro era un chico alto, piel blanca, ojos azules y cabello platinado, era realmente hermoso.

Respecto a las personas observando junto a la pista; una era un hombre ya mayor, tal vez unos 60 años o más, de mirada aterradora y presencia imponente; y el otro era completamente distinto, un joven de no más de 30 años, cabello rubio que le llegaba a los hombros, piel bronceada y firme, ojos azules y mirada seductora pero seria, todo un ejemplar.

-Ammmm... disculpe...- comenzó a decir Yuri, en inglés, pues tampoco sabía ruso.

-¿Sí?- el sujeto mayor y aterrador se volteó. Shun se sobresaltó un poco, Yuri rezó en su interior para que aquel hombre no fuera su entrenador.

-Etto... b-busco a... Hy-Hyoga... K-Kat-Katsalapov...

-Ah.- el hombre bufó y después dirigió su mirada y el resto de su ser al sujeto rubio de al lado. -Hyosha, te buscan...

"Hyosha" se volteó con una sensualidad increíble, tanto que las piernas de Shun comenzaron a temblar.

-Ese soy yo, ¿en qué te puedo ayudar?

Intercambio en la pistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora