Parte 2

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Me arrepiento de no haberme puesto una chaqueta, la noche es algo fresca y tan pronto como salgo a la calle me veo envuelta en la sensación de escalofríos.

Me veo tentada a regresar a casa por una, pero sé que la mitad de los escalofríos son debido a los nervios que me causa ir calle abajo hacia la fiesta de Nicole, y si regreso probablemente no me vuelva a atrever a salir.

Asi que sigo adelante y camino, cruzo la calle y me mantengo por la acera, oigo como motores zumban a mi lado, siguen llegando, toda la noche han ido y venido, lo sé porque desde mi ventana los he visto, van en todas direcciones, los coches bajan buscando un lugar para estacionarse, la calle completa es como un estacionamiento, me pregunto si los vecinos toleraran que siga asi durante toda la noche.

Es un pueblo pequeño, todos conocen a los McLeen, supongo que el fin de curso es algo que amerita que los vecinos se solidaricen con la juventud alocada, a fin de cuentas, ellos fueron jóvenes alguna vez e hicieron exactamente lo mismo. Todos en este pueblo están atados a las costumbres.

Cuando estoy a unos pasos, reconozco que es Adam Wiles el que acaba de llegar en su camioneta, él por sobre todos, es el más imbécil de todo el pueblo, rubio, cuerpo trabajado, guapo hasta donde su autoestima te engaña, deportista por defecto a falta de verdadero talento, y mi principal acosador durante todo el año.

Lo veo bajarse de su blazer color mostaza, ¿cómo este tipo puede ser el mas popular y tiene gustos horrendos?

No solo hablo de su camioneta, el baja del lado del conductor y uno de sus compañeros del equipo de futbol del copiloto, cuando las puertas traseras se abren al menos cinco chicas bajan de ella, conozco solo a tres, típicas flacas con crop tops y faldas diminutas que se apresuran a abrazar a Adam, el rodea a dos con sus brazos y caminan hacia la entrada. Esas chicas se creen la octava maravilla, pero no son mas que niñas con dinero y autoestimas bien trabajadas. Desearían tener los ojos verdes.

— ¡Miren quien apareció! —. Dice viéndome parada justo a la entrada, tenía gacha mi cabeza, pero ahora que me ha notado siento la necesidad de levantarla y encararlo, lo detesto, ha hecho que odie ir a la escuela, ha hecho que tenga miedo y asco. — Swift.

— Adam —. Su nombre en tono plano es lo máximo que puede salir de mi boca a modo de saludo, él sonríe, malicioso como siempre, con esos ojos burlones y ardientes que me traspasan cuando me escrudiña de pies a cabeza mientras probablemente tiene pensamientos sucios. Me da asco.

— ¿Vienes a pasarla bien? — Quiero decirle tantas cosas, es la ultima vez que lo veré, tal vez debería aprovechar para darle un mensaje de despedida y recordarle lo estúpido que es y que en el futuro espero verlo detrás de una caja rápida en el local de pollo frito. Igual me contengo, disfrutare más que el tiempo haga lo suyo y sonreiré desde las sombras. Como he dicho, es demasiado estúpido como para notar cuando una chica quiere vomitar en su presencia, jamás notó todos los insultos disfrazados en comentarios mordaces que le lancé, no lo hará ahora.

— ¿No es ese el punto? —. Le digo con la carga suficiente de filo y agresividad, pero es tan idiota que ni lo nota como pensaba, solo sigue sonriendo mientras sus brazos están alrededor de dos rubias casi desnudas. El único tipo de chica que le haría caso.

— Bien, deberías buscar algo de alcohol, creo que después de todo te lo mereces —. Ja. Él me dice que es lo que merezco.

No le digo nada, me adentro pasando por enfrente de él, y solo puedo oírlo gruñir extasiado detrás de mí y ni siquiera pienso si es por mí o por la fiesta.

Apenas entro, la música se oye como un estruendo, el patio de los McLeen está completamente lleno de adolescentes y basura.

Barro el lugar con la mirada, y de pronto me arrepiento, ¿qué hago aquí? no conozco a nadie, reconozco a la mayoría, son los mismos idiotas que me han molestado durante el ultimo año, ¿qué se supone que haga ahora?

Two Doors Down [OS Kaylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora