Parte 1

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La noche está silenciosa, a pesar de la música que se oye a lo lejos y retumba en los muros.

Siento como me invade la sensación de soledad, el silencio que se produce en mi casa tan abrumador. Las luces están prendidas, me encuentro sola y es la única defensa que tengo. Siempre he sido temerosa, de niña me daba miedo estar sola en la oscuridad, pero conforme crecí y debido al trabajo de mis padres, era indispensable que aprendiera a valerme por mí misma eventualmente, aunque eso no cambiaba el hecho de que siguiera lamentándome y temiendo.

Mi padre ha salido de la ciudad, mi madre esta de turno de noche en el hospital donde trabaja. Y asi ha sido la mayoría de mi adolescencia, por que aprendí a sobrellevarlo, múltiples veces me he quedado sola por las noches.

Pero hoy es diferente, hoy es fin de curso, hoy fue el último día del bachillerato, el fin de un ciclo que fue horroroso para mí. Estaba deseando que acabara desde el inicio, pero no solo porque me era imposible soportar las miradas despectivas de mis compañeros, sufrir el desprecio de toda esa gente ignorante que permitió que fuera invisible ante ellos hasta que tuvieron un motivo para tirar sus piedras. Quería que acabara porque me aferraba a esa estúpida carta y a la promesa que venía escrita.

La música se intensifica, junto con ella algunas voces, gritos de euforia, el pueblo es pequeño, supongo que todos los jóvenes estarán ahí, incluso los que no fueran de último curso. Todos buscan la menor oportunidad para presumir sus mejores vestidos, para beber y creerse superiores. Supongo que la necesidad de encajar siempre ha existido, y aunque no lo quiera reconocer, incluso yo desearía poder estar allá bebiendo, cantando y perdiendo los sentidos.

Me duele recordar que nadie me ha dado una invitación, y aunque estoy consciente de que no se necesita una como tal y la mayoría llegan por su cuenta, siento que es patético llegar sola a un lugar donde no tengo a nadie conocido. No tengo amigos, y no tengo motivos para presentarme a la fiesta que se esta llevando acabo en la casa de los McLeen.

Odio a Karlie, la odio porque no esta aquí, por dejarme esa estúpida carta, he tenido ganas de romperla o quemarla, muchas veces he luchado contra el impulso de hacerlo, y todas esas veces me ha vencido la necesidad de conservarla, la leído y releído cientos de veces a lo largo del último año. Podría recitarla de memoria, conozco cada punto y coma que ha colocado en ella.

Se lo que dice, se que debería deshacerme de ella porque duele, pero no puedo, es su letra y es su gesto, aunque no la perdono, tampoco quiero olvidarla.

No me he dado cuenta cuando he empezado a derramar lágrimas, pero no me sorprende, las últimas semanas han sido tan difíciles para mí, he sacado de su lugar el sobre casi diario, a veces la leía, a veces solo la sostenía entre mis manos, como ahora, tratando de entender, tratando de invocarla, tratando de... olvidarla.

Gotas silenciosas caen por mis mejillas, maldigo cuando una de ellas cae justo sobre el sobre. — Mierda.

Me limpio el rostro para evitar que caigan más, sé que no se detendrán en un buen rato y ya hay suficientes manchas arrugadas sobre el papel evidenciando todas las veces que he llorado. Casi parecen un sello personal y una confirmación de lectura, podría contarlas, si no se hubieran fusionado ya unas con otras.

¿Por qué me ha hecho esto? Ella es, o era más bien, la única persona fuera de mis padres claro, a quien parecía importarle en este pueblucho conservador. ¿Por qué alguien a quien le importo me dejaría sola y huiría? No quiero darle muchas vueltas al asunto, sé porque se ha ido. Me lo explica en la carta, pero no le creo, yo sé la verdadera razón.

Solo que no puedo entender porque haría lo que hizo, y luego me abandonaría.

Pienso en muchas cosas, arrepentimiento es una de ellas, y cuanto mas lo pienso, más me arrepiento junto con ella.

Two Doors Down [OS Kaylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora