- Feliz.

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Era un nuevo día y los estudiantes para estar en el grupo de los Black Bulls lo tenían libre gracias a su esfuerzo y combate el día anterior. Varios no habían podido hacer sus actividades debido a la misión, sin embargo les brindaron ese día por su desempeño.

Noelle se encontraba alistandose. Eran aproximadamente las nueve de la mañana y se encontraba amarrando sus dos largas coletas. Unos lazos sostenían las mismas, mientras que, llevaba la caracterizante ropa de su familia, los Silva. Cuando finalmente terminó de alistarse, caminó tranquilamente hacia su puerta para colocar su mano en la manija de la misma y abrirla. Miró algo triste fuera de aquél lugar.

Ella esperaba ver a Asta.

Se mordió el labio por pensar así.

No debo de decepcionarme por un bobo plebeyo... Pensó Noelle.

Su salida hacia hoy era a la residencia Silva. Es verdad que los alumnos no tenían permitido salir tan temprano, sin embargo los Black Bulls de segundo año recibieron un permiso especial por el tema ya mencionado.

Noelle mientras caminaba, se sentía sola sin embargo, es a lo que ella estaba acostumbrada.

Porque ese bobo me haya acompañado dos días no significa que me ponga mal por no estar con él.

Afirmó en su mente.

Salió del edificio en el que se encontraban los dormitorios para dirigirse hacia su mansión a la cual, le conocía perfectamente el camino. Su caminata fue tranquila, sin embargo ella se encontraba intraquila; Sentía la necesidad de ver a alguien.

Y aunque ella lo negaba bastante, ese alguien era Asta.

Al caminar ella observaba a las personas haciendo ejercicio desde temprano, a niños jugar felizmente, o simplemente gente caminar tranquilamente. Ese día era bastante soleado, se veía como el día perfecto.

Luego de su calmada caminata, Noelle llegó a la mansión de su familia, las sirvientas le abrieron el portón con una gran sonrisa sin olvidar los "Buenos días señorita Noelle" cosa que, ella correspondió el saludo. Rápidamente fue hacia la habitación de su madre, estaba ansiosa por verla, quería comentarle todo lo sucedido, quería la atención de su madre. Abrió la puerta de forma algo tranquila, sin perder la elegancia ni la emoción.

Su madre, estaba recostada en su cama leyendo tranquilamente hasta que vio a su hija.

— ¡Oh, cielo! Que alegría verte... ¿¡Qué te ocurrió en las muñecas mi vida!? — Comentó Acier bastante preocupada al ver las muñecas vendadas de su hija.

Al fin y al cabo, las muñecas de la menor seguían algo heridas.

Noelle se sentó de forma tranquila en el borde de la cama de su madre y la abrazó, colocando su cabeza en el pecho de la misma.

— Ayer en la mazmorra peleamos... ¡Pero estoy bien! Solo fueron estas mis heridas. ¡Ayer atine un golpe! En si... ¡Mira mami! — Comentó la de plateados cabellos para bajar su mano y sacar de su cinturón una varita. — ¡Yami dice que me la puedo quedar, que van a hacer una excepción conmigo y me podré llevar un objeto de la mazmorra!

Noelle se encontraba claramente emocionada por lo mismo. Su madre sonreía al ver la alegría con la que cargaba su hija.

— Ay ese Yami... Cuando pueda ver, le daré las gracias.

El plan de la pequeña de los Silva era desayunar con su madre, y ella le informó a los empleados de la residencia que les preparen un desayuno a ellas. Colocó a su mamá en la silla de ruedas. Claramente su mamá se subió en esta, ya que Noelle no podía tomarla en brazos, no podía con el peso de una persona adulta y menos con las muñecas lastimadas. Con algo de esfuerzo llevó a su madre hacia el gran comedor, lograndolo con éxito. El desayuno ya estaba servido, claramente un excelente servicio el de los empleados de aquel lugar.

Las penas de una chica de la realeza. - Astelle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora