- Gracias, Asta.

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Viernes 4:49 a.m.
Dormitorio de Noelle.

Por fin el último día de la semana, sin embargo Noelle no podía conciliar el sueño. Se encontraba acostada sobre su cama, mirando fijamente a aquel techo que se veía oscuro debido a la falta de luz.

Ella estaba totalmente sumida en sus pensamientos, estaba sumamente avergonzada en la actitud con su superior sin embargo, iba más allá de eso. Noelle es consciente de que últimamente estaba irritable, que cualquier cosa podía afectarle sin problema y su forma de responder a aquello que le irrita no suele ser bueno. Cuando alguien odia su forma de ser, es difícil hacer que cambie de opinión.

Noelle se sentó sobre los bordes de su cama, refregando sus manos sobre sus ojos; se habían escapado algunas lágrimas de sus cristalinos ojos. Soltó un suspiro, uno de esos que te hacía sentir que venía cargado de tantas emociones que lastima hasta el alma. Luego de seguir tomando fuerzas para levantarse hizo una muy corta caminata, en específico fue a sentarse frente su espejo. Al sentarse miró su cara con bronca, esos rosados ojos transmitían un gran enojo, sin embargo no hizo de otra más que estirar su brazo para abrir un cajón, ya que su mesa de luz quedaba muy cerca de ese espejo.

Su pálida y temblorosa mano tomó un cuchillo, lo colocó al lado de ella para luego con esa misma mano tomar un limón. Comenzó a partir el mismo por la mitad, sin embargo su temblorosa mano y un mal movimiento logró que se corte su dedo, del cuál caía una gran cantidad de sangre, parecía ser un corte algo profundo. La sangre bailaba sobre el limón y del mismo dedo de la chica, provocando que también caiga sobre su mano. Noelle suspiró, para ella eso no era prioridad y se podía ocupar luego, no iba a morir desangrada por un corte en el dedo. Movió un poco su dedo, para poder seguir cortando al medio aquél limón.

Colocó el limón y el cuchillo teñido de sangre en el suelo, manchando la alfombra de el mismo gracias a su sangre. Nuevamente se miró en el espejo, odiaba su reflejo. El simple hecho de mirar su figura le generaban ganas de romper aquél espejo con el cuchillo, pero semejante ruido llamaría la atención de alguien. Tomó los limones y se acostó en su cama, luego de colocar las mitades de esa fruta en sus dos ojos, estiró su brazo para colocar su mano lejos de su cama, en un intento de evitar mancharla (cosa que no funcionó, ya que ya la había manchado).

Para ella, era una costumbre el ponerse limones en el ojo, así la hinchazón en sus ojos provocada por su llanto bajaba y nadie se daba cuenta de lo sucedido. Ya que se calmó, comenzó a sentir el ardor en su herido dedo, no pudo evitar morderse el labio por el dolor provocado por el mismo.
Luego de que pasaran unos cuantos minutos, Noelle se retiró los limones y parpadeo con cuidado, acostumbrando sus ojos a la luz que comenzaba a venir por la ventana, ya estaba amaneciendo. Abrió el mismo cajón de su mesa de luz para esta vez tomar una caja de curitas, tomó una unidad de esta caja y la colocó sobre su herida, ya había parado de sangrar pero decidió hacer esto por precaución y a la vez evitar que la herida se infecte. Decidió alistarse desde ya, retirando su pijama dejándolo tirado en el suelo, mientras que abría su ropero buscando su uniforme. Sin embargo algo llamó su atención, dos golpes secos sobre su puerta. ¿Quién pudiera ser a ese horario? Todavía no eran ni las seis. Se puso su uniforme de forma rápida y desarreglada, mientras que abría la puerta delicadeza.

La impresión que tuvo de ver a aquella persona fue enorme, sin embargo le tomó de la mano y lo tironeo hacia su habitación, cerrando con fuerza la puerta de la misma.

--- ¿¡Qué haces aquí!? -- Preguntó en tono impresionado, pero a la vez susurrando.

--- Es que... aquí se escucha bastante las cosas de noche, y como tengo muy buen oído pues... Me preocupé y vine a ver si todo estaba bien.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2023 ⏰

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Las penas de una chica de la realeza. - Astelle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora