Se despierta enredada entre sus sábanas, por suerte Simba esta vez había decidido dormir en su pequeña cama, que se encontraba al lado de su gran estantería, llena de libros, la cual al sentarse era lo primero que veía.
Llevaba aquel pijama de cuerpo entero, era tan calentito que hacía que ella quisiera seguir durmiendo, además de que estar aún envuelta en las sábanas no ayudaba en absoluto. Bostezó repetidas veces hasta que pudo abrir del todo sus ojos, aún con el pelo revuelto, se fue consiguiendo despertar del todo poco a poco.
Se maldijo a si misma varias veces por no haberse puesto calcetines justo después de poner un pie en el suelo, pues estaba congelado. Aún adormilada, se acerca a esa pequeña lamparita situada junto su cama, cuando la apaga va corriendo hacia la ventana para subir las persianas y poder así dejar atrás la oscuridad que tanto la asusta.
-Al menos hoy es viernes, las clases de hoy no están tan mal -dijo, hablando para sí, cosa que hacía a menudo, al mirar el horario pegado en su armario de manera improvisada.
Se giró sobre ella misma para poder ver a su perro, el cual tenía una rara postura para dormir, lo que le hizo pensar si se haría daño durmiendo de esa manera, pero por como roncaba podía entender que descansaba cómodamente.
Al cabo de unos minutos ella ya estaba bajando con rapidez las escaleras, con la mochila en la espalda y aún sin peinar, con la falda sin abrochar del todo, la camisa aún por fuera y sus zapatos en la mano. Eso había pasado a formar parte de su rutina diaria, casi siempre llegaba tarde o justa de tiempo, por mucho que se levantara temprano siempre había algo que la distraía lo suficiente como para perder el tiempo.
Su padre ya había abierto la puerta principal, poniéndola aún mas nerviosa y con más presión, por lo que mientras cepillaba sus dientes peinaba su corta melena, mientras se recogía el pelo se iba metiendo la camisa blanca por dentro de su falda azul marino y por último consiguió ponerse los zapatos justo a tiempo. Cuando ya tenía un pie fuera del baño se acordó de lo mas importante, la colonia. Era su parte favorita de prepararse para salir, pues el olor que dejaba en ella la hacía sentir atractiva, además era muy agradable el aroma de vainilla que dejaba alrededor.
-Clara, vas a llegar tarde otra vez.-gritó su padre desde la entrada.
-Ya voy, ya voy.
Fue repitiendo eso mismo hasta salir de casa, dejando ver lo nerviosa que estaba por llegar tarde otra vez, no quería que la profesora de filosofía la volviera a dejar fuera. La ultima vez fue humillante y Clara no era una de esas personas que les gustara llamar la atención, por lo que eso la ponía en peor situación.
Gracias a su repentina carrera desde casa había conseguido llegar antes de que el aula estuviera al completo, por lo que aún no había empezado la clase como tal ya que la profesora decidió hacer algo de tiempo.
Visualizó el aula desde su asiento, después de haber dejado la mochila, y no fue difícil reconocer al fondo de clase aquella melena de color rojo y aquella chica alta que acompañaba a la pelirroja. Se levantó sin hacer mucho ruido para acercarse, pues por desgracia ella estaba en primera fila y sus amigas a última, por lo que no podían hablar durante clases, a no ser que fuera por gestos claro, algo que solían hacer aunque acabaran mirándolas mal el resto de compañeros.
-Por fin estas aquí, Luna y yo ya nos estábamos desesperando-la sonrisa que inundó en el rostro de Keila fue demasiado contagiosa haciendo que Clara también sonriera.
-¿De qué hablabais?
-Keila ha vuelto a hablar con Olivia, me lo acaba de contar y estábamos pensando que le diría después si la dejaba en visto.
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La ilusión
Teen FictionLa timidez siempre fue un defecto para Clara, veía como los demás eran atrevidos y siempre envidiaba eso, sobre todo cuando su actitud introvertida era lo que le impedía empezar a hablar con él: su alto crush. Su aura de misterio siempre la dejaba...