Las luces de los faroles alumbrando las calles desérticas en medio de la noche, era un escenario digno de admirar, digno de un pintura en óleo.
El paisaje era perfecto para las dos personas que se encontraban justamente en aquella habitación lúgubre del hotel cinco estrellas, en la ventana no había cortina por lo que fácilmente podía entrar la luz de la luna, testigo de aquellas almas uniéndose como una.
—Mgh. Un suave gemido soltó aquel joven de piel nívea.
Dulce voz de terciopelo, llenando la habitación junto con un exquisito olor a Château Domecq.
Jungkook movía las caderas al ritmo de las estocadas que daba su acompañante. Ambos deliraban de placer, en cada estocada, Jungkook perdía su uso de razón, podía jurar que veía estrellas y hasta la galaxia.
Taehyung tomo de las piernas a Jungkook para después subirlas a sus hombros y tener mejor acceso a su –ya no virgen- entrada.
Manos entrelazadas, frente con frente, demostrándose todo el amor que se tenían con tan solo ese acto de amor, que vulgarmente llamarían sexo.
El castaño bajo su mano hasta el miembro de Jungkook, en donde lo comenzó a masturbar.
Otras estocadas y Jungkook se corrió soltando un suspiro de satisfacción mientras que TaeHyung terminaba dentro de él.
Ambos extasiados y satisfechos, recordarían ese día como su muestra de amor puro y leal.
TaeHyung se recostó en el hombro de su amado mientras este daba pequeñas caricias en su cabello castaño.
— Te amo, la luna puede ser testigo de este amor eterno que te entrego y prometo mi querido Jungkook —dijo TaeHyung mirándole a los ojos mientras besaba su mano.
Jungkook solo sonrió y lo besó. TaeHyung estaba por quedarse dormido de no ser porque Jungkook habló.
— Tu sonrisa...—sonrió y continúo. —Y tus caricias son para mí una aspiración, te amo Taehyung.
Lo tomo de las mejillas y le dio un beso, un beso con el que sellaron su amor, amor digno de ángeles plenos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
