El primer muerto
Larisse
Me llevé el cigarro entre los labios. Nunca fui de fumar, y de hecho odiaba hacerlo, pero en estos momentos me odiaba más a mi misma.
Odiaba todo y al mismo tiempo me daba igual.
Una lágrima bajó por mi mejilla y se mezcló con la sangre que tenía junto a los labios. Mis manos estaban empapadas, y sin embargo, no me importó a la hora de encender el cigarro y sentarme en la orilla de la colina a observar la oscura y fría noche, la cual estaba adornada por una inmensa luna.
Apostaba que la luna estaría cuestionando mis actos. Cualquiera lo haría.
Detrás de mi, se hallaba el denso y oscuro bosque. Pero ya no le tenía miedo. Me aterraba más la criatura que caminaba en él.
El viento sopló y me tapé mejor con mi chaqueta negra, la cual también tenía sangre y olía mal. Y recordé las palabras de él, al ver mi ropa.
Era cierto.
Un sonido se escuchó detrás de mi. Las ramas se movieron, y aunque no me giré ya sabía quien era.
Salió de la espesura del bosque y se sentó a mi lado.
Le di una breve mirada y él se limpió los restos de sangre de la boca con su pulgar. Sus ojos seguían amarillos, y en la oscuridad que nos cubría, brillaban.
Pero no era un brillo que te brindaba calidez y confianza. Era un brillo siniestro de satisfacción.
Suspiró al ver la luna y me dijo
-Hay que hacer esto más seguido.
Unas horas antes...
-¿Podrías soltarme por favor? Me estás lastimando.
-No.
-Ah gracias. -rodé los ojos.
-No puedo arriesgarme a que hagas algo estúpido. Como escapar, por ejemplo.
-No escaparé.
-Eso no era lo que pensabas cuando prácticamente huías hace un rato.
Hice una mueca. Paramos en seco y me soltó. Después me apuntó recriminándome.
-Recuerda que tenemos un trato. Así que no pienses en romperlo. Por que no serás la única a la que le arranque la piel.
-Bien.
-¿Quién era ese bastardo?
-¿Cuál?
-El idiota que casi llora por su maldito balón.
-Se llama Christopher Collins.
-Hasta su nombre es estúpido. -me dio una sonrisa espeluznante para después mirar a la lejanía -. Pero no hay problema, por que no quedará ni siquiera su cuerpo para que lo puedan enterrar. Sin cuerpo, no hay lápida, y sin lápida, no hay nombre.
-¿Qué hice para tener que cruzarme a alguien como tú? -pregunté exasperada.
-Existir. -bufé con fastidio.
Seguimos caminando. Yo detrás de él, solo me enfocaba en seguirlo. Me di cuenta que realmente era alto. Ya no parecía tan delgado como lo había visto en su forma natural. Más bien, parecía tener un cuerpo atlético.
-¿A dónde vamos? -pregunté cansada, mientras descansaba apoyándome en el tronco de un árbol. Llevábamos como treinta minutos caminando.
-Al bosque.
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No nos comas
Horror¿Cuáles son las razones que obligan a una persona a cometer un delito? El 10 de Octubre de 1995 se reportó el primer caso de asesinato en Hiving Halls. Un pueblo pequeño en el cual se conocen prácticamente todos los habitantes. Pero... ¿cómo rayos l...