Era un jueves de otoño, un día lindo de tarde soleada, pero con un viento fresco que obligaba que todos usemos un buzo o una campera, pase estudiando en la mañana y parte de la tarde ayudando a mi padre en el taller, tenía que hacer unos arreglos para una puerta hasta que nos llegó una noticia muy triste, vino Raúl el cliente de mi papá y nos comentó que desde hace unos días una pequeña niña llamada Ana estaba desaparecida, jugaba con sus hermanos en el monte a la escondida, pero no pudieron encontrarla, sus padres están muy angustiados, temen no volverla a ver.
Una noticia así de grave tiene tanto peso que es capaz de paralizar el tiempo durante un segundo, la niña vivía del otro lado del pueblo, por eso no nos enteramos de su desaparición hasta luego de dos días. Mi papá ni lento ni perezoso le dijo a Raúl que el trabajo estaba listo, entre los tres cargamos la puerta en un carro para que Raúl se la llevará, de pronto fue a hablar con mi madre, enseguida me dijeron que me quede a cuidar la casa ellos acompañaron a Raúl, pero seguirán al monte, tenían la esperanza de cubrir terreno y hallar a Ana, en ese momento supe de donde herede el coraje para salir a combatir el peligro.
Raúl dijo que varios vecinos estaban en la búsqueda de Ana principalmente el monte y las playas de la zona, así que ellos salieron y yo ... bueno me quede en casa, al fin y al cabo era un tragedia pero se trataba de un desaparecido no una víctima de algo extraño como la bestia que enfrente en el verano, antes de entrar a casa me llamó mucho la atención un pájaro grande que volaba entre las copas de los árboles los cuales están plantados en la vereda de mi casa, si no me equivoco era un águila hace unos días me dijo papá que la había visto. Llegadas las seis de la tarde, todo el pueblo estaba cubierto por la noche, estaba bastante frío así que prendí la estufa, a las ocho mis padres llegaron a casa, pero sin noticias de Ana, esta sería la tercera noche que los padres de Ana pasarían sin dormir y desgastados por el llanto.
Exactamente a las nueve de la noche comenzó a llover, en ese momento mis padres y yo temimos lo peor, con angustia decidimos no hablar del tema por el resto de la noche, estaba claro que no dormiría, sentía trompetas en mi cabeza que me alertaban y a la vez me animaban a ir en busca de Ana, yo tengo un don para encargarme de esos problemas de los que nadie más podía encargarse, la noche era lluviosa, pero era una llovizna fina, y lo peor de todo era lo que venía luego... los relámpagos, en cuestión de minutos, lo que era una fría noche de lluvia ahora era una tormenta eléctrica, la caminata por el monte agotó a mis padres que desde muy temprano empezaron el día, así que antes de la once se fueron a dormir, me quedé sentado un rato meditando frente a la estufa, pensaba que me pondría para salir, botas una capa con una capucha, mi poderosa lanza, un cuchillo y una linterna de aceite, esencial para caminar en el oscuro monte, me asegure que mis padres estuvieran completamente dormidos y salí por una ventada de mi casa.
Comencé a correr por las vacías y húmedas calles de mi pueblo, sentía una gran emoción pero a la vez un profundo sentimiento de responsabilidad, ni siquiera los perros vagaban por la calle, no había absolutamente nadie, me pregunte si acaso ella estaba cautiva en alguna casa, aunque posible tenía que empezar por el último lugar donde la vieron, decidí ver en el monte tal vez encontraría algún detalle o alguna pista que nadie más notó, pase muchos tiempo recorriendo todo el monte entre caminos y arbustos pero sin hallar nada, hasta que algo muy particular llamó mi atención, de todos los árboles del monte uno de ellos tenía todas sus hojas y de un color verde muy bonito, mientras que el resto de los árboles tenían apenas unas cuantas hojas amarillentas, cosa normal siendo que estaba en otoño, el árbol tenía un hueco me quedé mirándolo un rato lo ilumine con mi lámpara y note como un vapor salía del árbol, como cuando uno respira y se nota el aliento, me acerque con mucha curiosidad y logre ver en su interior, muy difusamente note una silueta, era una cara, Ana estaba dentro del árbol grité su nombre pero no racionaba, el hueco estaba a unos dos metros de altura de los cinco metros que tenía ese árbol, comencé a trepar para sacar a Ana de ahí adentro, y cuando mi mano apenas estaba a milímetros de alcanzarla fui lanzado por los aires, volé casi seis metros de altura de la forma más violenta que imaginan.
El árbol comenzó a cobrar conciencia de pronto se alzó del suelo, pude distinguir como la corteza se movía en una parte del tronco formando un rostros sanguinario, las ramas formaban brazos como si tuviera garras, tenía que correr, pero la lluvia empantano todo el terreno, era una presa fácil, apenas tenía movilidad para dar ligeros pasos, y en pocos segundos comenzó a golpearme con sus extremidades, intente devolverle los ataques con mi lanza pero no conseguía más que rasguñarlo, no podía hacer más, su corteza era sumamente dura, de pronto me tomó de la cintura como si fuera un muñequito y volvió a lanzarme por los aires, mi cuerpo apenas reaccionaba, yo estaba en un charco de lodo completamente exhausto, ese extraño ser comenzó a buscarme pero logré esconderme en unos arbustos, solo mi actitud fue lo que determinó quién era, si la presa o el cazador, yo soy el cazador el que piensa, actúa y ejecuta a las criaturas que ponen en peligro a mi pueblo.
Todo estaba empapado por la lluvia, las nubes cargadas de rayos iluminaban bruscamente la noche, con mis fuerzas muy sigilosamente tome mi cuchillo y afile el mango de mi lanza para darle forma de estaca, luego subí a la copa de uno de los árboles, desde lo alto me lance sobre ese extraño ser, mis botas le golpearon en ambos ojos a la vez con una mano me sostenía de sus ramas y con la otra mano le clavé mi lanza al revés, dejando la parte metálica hacía arriba, un poderoso rayo cayó desde el cielo con tanta furia que rasgó en dos a ese hombre árbol, apenas tuve unos cuantos segundo para quitarle a Ana antes de que se quemará por completo volví a caer al suelo, pero a diferencia de mi oponente yo pude levantarme, él en cambio no era más que una pila de semillas, desgraciadamente estaba tan adolorido y cansado que me desmayé en medio del lodo.
Cuando desperté aún era de noche pero estaba próximo a salir el sol, Ana estaba a mi lado y aun respiraba, pero no estábamos solos, un cordero por increíble que parezca estaba recostado junto a nosotros dándonos calor con su suave y confortable lana, en ese momento ya no llovía y mi lámpara de aceite un par de metro aún seguía prendida, cargue a Ana sobre mis hombros y nos cubrí a ambos con mi capa, Ana estaba tan débil que no se despertó, la lleve a la casa de sus padres golpee la puerta y antes de que la abrieran salí corriendo.
Prefiero quedar en el anonimato ser un misterio, y ahórrate el darle explicaciones a mis padres, a la mañana siguiente comencé a guardar un registro de mis batallas y escudriñar todo sobre mis enemigos, mi teoría es que ese ser usaba a Ana para mantenerse verde y fresco aún en el otoño, me preocupaba mucho la idea de encontrar más criaturas como estas no sabía cómo describirlos, pero les di un nombre a partir de ahora estas criaturas serían llamadas los Errantes, no se desde cuando están aquí, o si soy el único que las combate.
Fin.
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Misterios del Cerro
HorrorEn un lejano pueblo perdido en una época pasada, misteriosas y tétricas criaturas comienzan a acechar desde las sombras, Richard el jovén hijo del herrero del pueblo, fabricará todo tipo de armas o herramientas que lo ayuden a dar caza a todos los m...