Casi 2

56 11 0
                                    

Vernon caminaba detrás de Boo, quien iba trotando en dirección al área de restaurantes, donde las luces brillaban vívidamente, invitándolos.

El paso de Kwannie era decidido, aunque no entraron a ningún lugar cercano. Hansol se preguntaba a dónde lo llevaba. No era que estuviese preocupado, sino ansioso y tal vez algo curioso.

Continuaron caminando, Boo cada tanto frotaba sus manos, sus orejas se veían rojas desde atrás, se notaba que el frío lo afectaba más, ya que Vernon, no se sentía igual, aunque tuviera con menos capas de ropa.

Seungkwan se detuvo y miró a Vernon, acercándose con una sonrisa.

—¿No tienes frío? —preguntó poniendo instintivamente su mano en la mejilla de Vernon—. Estás helado —Se acercó, tomándolo del brazo—. Mejor así, nos damos calor uno al otro.

Hansol se sonrojó, mientras Boo reanudaba la marcha.

—Ya vamos a llegar, es un lugar al que siempre voy cuando quiero despejarme de todo —agregó Boo con una gran sonrisa.

—Ósea, a beber —dijo Vernon sin pensarlo, Kwannie rio.

—Exacto —Apretó el brazo de Hansol suavemente—. Sé que no es la solución a los problemas, pero a veces ayuda a desconectarse, más estando solo —Suspiró—. Pero ahora que estoy contigo, capaz ni tenga que beber... o tal vez un poco —Volvió a reír.

Vernon sonrió, sin responder, solo quería saborear ese momento, aunque Boo estuviera con frío, se sentía tan cálido a su lado, quería rodearlo con sus brazos y sentir su calidez por completo.

—Llegamos —anunció Seungkwan con una sonrisa y moviendo sus pies, sacando a Vernon de su ensueño.

Era un pequeño local, con grandes ventanas de madera, que dejaban ver el interior claramente. Afuera había una terraza con dos mesas y al interior no parecía haber más de 4 mesas.

Apenas entraron un señor los saludo con una sonrisa y a Kwannie le dio un rápido abrazo.

—Pensaba que ya no venías —Lo regañó con una sonrisa—, tu mesa está libre, pasen luego.

Ambos se acomodaron en la mesa frente a frente, Boo se quitó su abrigo, estirándose.

—Entonces, vienes frecuentemente —dijo Vernon.

—Más de lo que me gustaría admitir, pero me encanta —Boo parecía avergonzado—. Es un lugar increíble, tranquilo y con una comida que te llena el corazón, además de las bebidas, claro.

No había ni terminado de hablar y llegó el señor de antes con un chico más joven, dejando varios platillos en la mesa, además de cervezas y soju, Vernon estaba asombrado.

—Recuerda no beber mucho —dijo el señor—, para que no tengan que cargarte a casa.

—No es así —El rostro de Boo parecía hervir. El señor rio y se alejó con el chico que había traído la comida.

Vernon comenzó a reír y Kwannie lo miró enojado.

—No te rías de mí —dijo tomando una botella de soju y sirviéndose rápidamente.

—No muestras lo contrario —respondió Vernon y Boo estaba más enojado aún—. Perdón —Se apresuró a decir, sabía que Kwannie cuando se enojaba, podía pasar así por horas y no quería que así fuera su primera... salida—. Pareces cercano a ese señor.

Seungkwan relajo el rostro.

—Sí —Sonrió cálidamente, había funcionado la distracción—, hace años encontré este lugar y desde ahí, cada vez que puedo, vengo —Miró a Vernon—, pero no siempre vengo a beber, a veces solo a comer o visitar la tienda o al dueño, porque da muy buenos consejos.

An Even SumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora