Lo hice por ti| Sinrin | OS

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Chas

La espada danzaba entre tu mano, firme, sin titubear. Tu propósito, según mis conclusiones de lo que tus ojos mostraban, era asesinarme. Podía sentir infinidad de sentimientos negativos en tus lágrimas; ira, rabia, decepción. Tristeza.

¿Mi princesa sonriente estaba triste? ¿Era eso posible?

---Yerin ---te llamé, ajetreada, esperando que detuvieras tus ataques. No era una experta en espada como tú, pero alguien me había enseñado a defenderme.

Ataque tras ataque. No parabas de intentar regalarme una herida de muerte.

---Yerin ---volví a llamarte, y esta vez redujiste la velocidad, dándome un ligero respiro.

Habías hecho lo mismo hace años, cuando aún estábamos libres de nuestras obligaciones. Aún recuerdo cómo engañaste a tu padre para que te diera permiso de prestarte espadas reales. Con filo.

Por supuesto, al final terminamos usando las de madera. No fuiste fan del momento en donde me hice una ligera herida en la mano (que provocó mucha sangre, he de decir), pero tengo que añadir que yo fui fan del momento en donde te preocupabas por mi. Estábamos en medio del bosque, en nuestro escondite secreto, cuando decidiste que era buena idea romper parte de tu ropa para intentar parar la hemorragia. No funcionó.

Y ahora eras tú la que intentaba lastimarme. ¿No es irónico cómo da vueltas la vida?

---Por favor, Yerin ---tuve que sostener el agarre de mi espada con ambas manos. Era un recurso desesperado, digno de usar en este momento. La hoja de tu acero me hubiese quitado la vida si no lo hacía.

---Basta ---hablaste por primera vez en la ocasión. Pude notar un nuevo sentimiento gracias al tono tembloroso de tu voz. Casi desapercibido. Tenías miedo.

Ejerciste más fuerza a tu agarre, logrando que el mío se debilitara.

Días después de que la herida en mi mano sanara, te convencí de volver a entrenar juntas. Ahora con espadas de madera, sin nada de filo, ni hemorragias. Aunque, los momentos en donde te preocupabas, no se fueron.

---SinB, ¿Qué pasará si llega un loco a tratar de matarte y tu tienes ese agarre tan fácil de romper? ---me reñiste, mostrándome a su vez como era un agarre correcto.

---Entonces llegas tú y me salvarás, como sucede en los libros ---me regalaste una mirada molesta, aunque la sonrisa que evitabas mostrar indicaba que te gustaba lo que decía.--- Oh, mi príncipe azul, prométeme que siempre me amaras.

Tu expresión se ablandó un poco luego de mi jugueteo. Y tu piel de porcelana logró teñirse de un ligero rosado.

Bajaste tu espada de madera, poniendo la práctica como segunda prioridad, y te acercaste a mi, hasta que tu boca quedó a la altura de mi oreja.

---Prefiero ser tu princesa, ¿Qué tal eso?

Nos enfocamos en la práctica después del silencio que dejamos formar. No era incómodo, aunque tampoco era un ambiente ligero. Robábamos la sonrisa de la otra cada que la ocasión nos permitía. Apenas pude concentrarme.

Tal vez es por eso que ahora estoy a punto de morir en tus manos. Todo gracias a que no puse atención a tu lección de agarres.

---¿Por qué haces esto? ---cuando logré quitarme tu molesto ataque por unos segundos, adquirí la fuerza necesaria para al fin cuestionarte.

Cesaste tu agresión. Al menos, por unos momentos.

---Mi padre... ---pudiste hablar luego de calmarte.--- Él dijo que tú. Mi madre, que tú...

Respiraste hondo, intentando que las lágrimas de tus ojos se detuvieran.

---Mi madre murió ---seguiste contándome. Estabas distraída, sosteniendo una guardia baja.---. Seguro que ya lo sabías ---. No contesté---, se habla de eso por todo el pueblo.

Camine unos pasos en tu dirección, intentando acercarme sin que lo notaras. No podrías matarme sin un arma, ¿cierto?

---Él me contó lo que pasó. Fue encontrada en el bosque, herida de muerte por una espada. ---Tus ojos estaban fijos en la nada. Me acerqué unos cuantos pasos más ---. Fue encontrada cerca del río, entre los árboles gemelos.

Cuando tus palabras alcanzaron mis oídos, deje de acercarme. Volví mis ojos a mirarte con atención. Tu mirada dejó de sentirse vacía. Ahora estaba llena de rabia.

---¿En nuestro escondite? ---temí por tu respuesta a esa pregunta.

Solo nosotras dos sabíamos de la existencia de ese lugar. ¿Era posible?

---Encontraron la capa que te regalé hace años cerca del lugar.

---Yerin, yo...

Alzaste tu espada de nuevo, volviendo a atacarme, evitando que pudiera explicarte.

---Tu la mataste ---tu voz se rompió, escuchándose en lo que parecía ser un grito.

Dejaste de contener tus ataques. Podía sentir que mis defensas habían bajado de nivel de forma horrenda, pero realmente siempre habían sido así. Nunca había logrado llegar al nivel que tú anhelabas al que llegará. Nunca aprendí a defenderme de forma correcta porque siempre te imaginaba a ti, mi princesa, salvarme de todo aquel mal que me deparará.

Supongo que nunca esperamos que el mal lograría infiltrarse en una de nosotras.

---Oh, mi princesa ---cuando por fin todo había terminado, cuando tu furia se había desvanecido, pude sentir mi abdomen arder.

Vi como te rompías en llanto, como tu interior podía quebrarse también. Me tomaste en tus brazos, dejando caer nuestras espadas al suelo, salpicándolo de sangre.

Me recostaste en la tierra, apoyando mi cabeza sobre tus piernas.

Pude sentir tus calientes manos cubriendo mi herida, ejerciendo presión sobre ella. No podía cerciorarme de la certeza de eso, mi campo de visión se limitaba a tu rostro empapado de lágrimas.

---No por favor, no te puedo perder a ti también ---hablabas entre sollozos---. ¿Por qué lo hiciste?

Haciendo el mayor de mis esfuerzos, arrastre mi brazo, llevándolo hasta la altura de tu mejilla. La acaricie. Sabías lo mucho que amaba acariciar tu piel.

---Tu piel es muy suave.

Dejaste de presionar mi herida, pude sentirlo. También pude sentir el agarre de tu mano sobre la mía. Llenaste un poco tu mejilla y mi mano de sangre.

---SinB ---insististe.

El recuerdo de mi espada doblándose en mi contra azotó mi mente.

Sabía que lo harías, y qué te arrepentirías. Sabía que jamás te perdonarías. No había otra opción más que salvarte de las consecuencias de tu propia decisión.

--Lo hice por ti.

Después de eso solo recuerdo tus manos temblorosas acariciar mi rostro. Escuche el crujir de tu ropa al ser rota, y escuche como me decías que todo estaría bien, que lo solucionarías.

Estábamos en las afueras del bosque, lejos de nuestro escondite secreto, cuando decidiste que era buena idea romper parte de tu ropa para intentar parar la hemorragia. No funcionó.

Es una pena que esta vez no se tratara de espadas de madera, ¿verdad?

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2022 ⏰

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