Capítulo 2 -El mito legendario

27 1 7
                                    

Yaxche: Uh... Uff... Ugh... ¿Dónde?... ¿Estoy?...

Diablillo: ¡Hola buenas! ¡Estás en el infierno majete! Jijiji

Yaxche: ¡¿Qué?!

Diablillo: Lo que oyes.

Yaxche: ¡¿Y qué coño me estás haciendo?!

Diablillo: Te estoy apuñalando. ¿Es que no lo ves? Jijijiji

Yaxche: Sí, ¡Lo veo y lo noto! ¡Suéltame!

Diablillo: No.

Yaxche: ¡Pero serás mamón!

Diablillo: Ey, ey, ey, relájate, ¡Qué encima estás en una sala para ti solito! Jijijiji

Yaxche: Dios, esa risa insoportable... Te despedazaría sin compasión alguna...

Diablillo: Madre mía, alguien se ha despertado con el pie izquierdo... ¡Jijijiji!

Yaxche: ¡AARGH, CÁLLATE!

Yaxche, encadenado de brazos y piernas en la pared de aquella sala con el pequeño demonio que lo torturaba no aguantaba más, y eso que acababa de empezar. La sangre le recorría el abdomen goteando en el suelo con fiereza. Su cuerpo se regeneraba para volver a ser mutilado por aquella criatura infernal. Era su castigo por las atrocidades que cometió en vida. Asesinatos múltiples en aquella vieja cabaña, robos y hurtos en la pequeña ciudad en la que vivía...

Yaxche tenía un algo especial, la furia iba incrementando y su fuerza a partes iguales. En un instante en el que el pequeño diablo le mutiló el brazo, Yaxche impulsó el muñón hacia él y forzó su regeneración de alguna manera. Este golpeó tremendamente al diablo y con la fuerza de mil demonios se arrancó las cadenas que allí lo mantenían preso.

Cogió al diablo y lo despedazó brutalmente en pocos segundos. La estancia allí te comía la cabeza por dentro. Yaxche salió de la sala con cuidado y vio como el infierno era mucho más diferente de lo que él pensaba. Estaba todo lleno de salas donde torturaban gente de todo tipo, de parques incluso, donde los diablillos pasaban sus ratos libres, casinos y balnearios, nada de rios de lava ni nada de eso. Todo mientras sonaban varios temas de música.

Dando vueltas con cuidado de que no le vieran, acabó llegando a un sitio inesperado, parecía algo importante. Yaxche se adentró con todo el cuidado del mundo aprovechando sus habilidades de escalada y parkour y su cuerpo delgado y fibrado y llegó a una especie de despacho, como si se tratara del mismísimo Hades.

No había nadie, por lo que aprovechó a echar un vistazo rápido. Habían montones de papeles, plumas y tinta, cajones repletos de más papeles, sellos de todo tipo y lo que más le llamó la atención, una piedra rojiza.

Este la cogió para ver de que se trataba, pues nunca antes había visto nada parecido. Había leído hace años sobre el tema y algo se acordaba, pensaba que podía ser un rubí o alguna piedra preciosa similar, pero no. Esta se le introdujo en el cuerpo como por arte de magia. No supo que había pasado pero decidió irse rápido de allí, pues estaba escuchando pasos múltiples yendo hacia su posición.

Una vez fuera, decidió mirar por la ventana, solo por curiosidad.

Yaxche: ¡No me jodas! ¡¿Es Hades?! ¡¿El mismo?! Y eso que se ve ahí... ¿Eso tan grande es Cerbero? ¿El Dios del inframundo había salido a pasear a su perro? Jajaja, que tonto suena...

Hades: ¿Jmm?.. ¿Dónde está la Gema?

Yaxche: ¿La Gema?

Hades: No puede ser... No ha podido desaparecer así por que si... Tal vez fuera fallo mío el dejármela ahí, pero si la han robado... ¿Cómo ha podido ser?

Las Gemas Del OlímpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora