Yaxche estaba enterrado en Brasil, en un profundo estado de letargo. Por influencia de las voces despertó, pero eso solo fue el desencadenante de la locura más extrema que os podáis imaginar. Nadie lo sabía pero, ese momento en el que Yaxche, aún sin poder moverse, despertó, fue el inicio del fin.
Un día como cualquier otro, Paulo, un chico brasileño de diecisiete años, se encontraba realizando el único hobby que le mantenía alejado de la realidad y de todos sus problemas, la espeleología. Explorar las inmensas cuevas ocultas bajo las hojas, rocas y palos que se encontraban en las faldas de las montañas le fascinaba de tal manera, que se convirtió en una actividad recurrente en su vida. Los demás lo miraban como si fuese un bicho raro, tanto familia como los demás chavales. El chico no tenía aficiones como los demás, no le gustaban los deportes con esferas ni de contacto, él prefería hacer actividades por si solo, al menos hasta que murió su hermano.
El hermano menor de Paulo, Thiago, murió cuando tenía solamente nueve años. Todo fue a causa de un ladrón que, mientras los hermanos caminaban juntos, les pilló desprevenidos y les intentó robar, pero Paulo, con trece años en ese momento, le plantó cara. Paulo, guiado por la ira, en lugar de huir con su hermano, golpeó al ladrón mientras le gritaba a Thiago que escapase, pero el criminal, al ver la fiereza de Paulo, le golpeó ferozmente en la nariz y aprovechó para huir, pero huir en la misma dirección que Thiago. El delincuente alcanzó al chico y le robó su collar plateado tras asestarle una mortal puñalada en el cuello, para posteriormente, huir entre callejones.
Paulo no se lo podía creer. Un acto precipitado e irresponsable le había arrebatado a la persona que más quería en el mundo. Aquel que jugaba con él en lugar de con sus amigos, aquel que lo ayudaba en todo lo que necesitara, aquel que pese a su corta edad, le ayudó a salir adelante con los problemas que tenía, aquel que una vez, fue su hermano.
Paulo desde entonces no fue el mismo, empezó a encontrar refugio en la soledad y entre las cuevas, hasta que, un día común y corriente, encontró en una de estas lo que parecía ser una especie de ser antropomórfico. Este era nada más y nada menos que Yaxche. Una antigua leyenda de su tierra, contaba que un ser cayó del cielo como si de un cometa se tratase, ocultándose en alguna cavidad remota bajo tierra. Sin duda fue uno de los mayores misterios de la humanidad. Paulo no sabía muy bien que hacer, pues siempre pensó que sería una leyenda urbana falsa como muchas otras.
Paulo: Esto es... no puede ser... Nah, debe de tratarse del cadáver de algún pobre explorador perdido... Aunque, me da la sensación de que emana algún tipo de energía... No me da muy buena espina.
El cuerpo de Yaxche comenzó a temblar, sintió la presencia del humano, no había estado cerca de alguien alrededor de quinientos años, quería salir de ese estado. Durante todo este tiempo, Yaxche pensó que quizás la manera de poder salir de ese estado vegetativo, sería con la fuerza de un detonante externo lo suficientemente poderoso como para devolverle a la normalidad, pues él y su hermano pequeño, entraron en coma al salir del mundo del ser cósmico debido a una extraña condición de este el cual les afectó negativamente. Yaxche estaba casi convencido completamente de que sería esa la respuesta, ¿Pero qué podría ser ese detonante? ¿Tal vez una Gema que reaccione con la suya? ¿La presencia de un Dios? Nah, eso sería imposible, los Dioses no intervienen en la humanidad, pero él no se consideraba humano, entonces, ¿Por qué no le ayudaban? ¿Acaso no era un Dios como los demás? Todas esas preguntas y más le surgían una y otra vez. Su cordura había alcanzado su límite y requirió la presencia de un humano para darse cuenta. Sin saberlo, Paulo se convirtió en tan ansiado detonante.
Yaxche resurgió al fin, todo a su alrededor comenzó a temblar y la tierra y escombros que le envolvían el cuerpo comenzaron a agrietarse y a emanar una luz rojiza por estas mismas grietas. Paulo salió corriendo rápidamente de ahí, pues era obvio que no tardaría mucho en derrumbarse. Una vez fuera de la cueva, Paulo siguió notando los temblores, pues estos alcanzaron grandes distancias.
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Las Gemas Del Olímpo
Science FictionLas Gemas de la Creación, cuatro artefactos divinos que resguardan los Dioses griegos y mantienen el orden en el mundo. Una entidad cósmica de antiguedad más alta que la propia creación y de poder aún más inmenso quiere volver a ser lo que era y par...