Perros callejeros

1.5K 171 10
                                    

Escuchar esa frase que dice "la vida da muchas vueltas" siempre le pareció irónico.
No veía como la vida podría resumirse a algo tan simple como esa acción, hasta que un día junto con su hermano entendió a qué se refería exactamente con una "vuelta".

Su situación giró de pronto de favorecedora a derrota inevitable.

Y ambos hermanos Haitani cayeron de ese pedestal suyo, que construyeron juntos en Roppongi.

Recuerda esa pelea inesperada, la desventaja y su hermano Ran sangrando en el piso.
Rindou le oía gritar su nombre, estaba conmocionado.

Pero ese grito no era un pedido de auxilio, sino una advertencia de que alguien más estaba detrás de él.

Quizás habría evadido ese ataque si no estuviera tan preocupado por la forma brutal en que Ran había sido apuñalado en el estómago y el pecho.

Una.

Dos veces.

Dos puñaladas por sorpresa que el Haitani mayor no pudo evitar.
Y luego Rindou, siendo golpeado en la cabeza por un ¿Tubo metálico? Quizás un bate.
Ni siquiera pudo verlo bien.

Lo último que supo es que estaba en suelo, irónicamente con todo en su cabeza "dando vueltas".

¿Era eso lo que significaba?

Que estupidez.

Luego de eso todo se volvió oscuro y callado.
Rindou no era el tipo de hombre que viviera aterrado por el hecho de morir.
Es decir, desde que era un mocoso estaba metiéndose en peleas, ganándose respeto y territorio como si fuera un animal. La vida de las pandillas era así algunas veces, solo animales peleando entre si por una vida y un estatus.

Y claro, siempre supo que si llegaba a morir sería de ese modo, como un perro callejero, sin nadie que fuera a llorarle a excepción quizás de Ran, su hermano.

Lo que si le aterraba era perder a su hermano o la posibilidad de ya no poder verlo más.

Y ahí estaba, sintiendo pánico de que habría pasado con él, en ese limbo de estar entre dormido y despierto, consciente pero inmóvil.

A comparación de la inmensa oscuridad de antes, cuando abrió los ojos fue un intenso color blanco lo que le recibió.

"Ran, Ran, Ran."

Como siempre lo único en sus pensamientos mientras lo que veía ante él era ¿Una persona? Alguien de blanco que le hablaba y se acercaba a él.
Su vista es tan borrosa que asume que no ha podido acostumbrarse aún a la luz de dónde se encuentra.

Y entonces algo tibio acostándose encima de él, el peso de una persona pero una bastante pequeña.

-Que-...¿Qué mierda... haces?- logra hablar pero su voz es tan áspera, su garganta está seca y las palabras duelen.
Entonces por fin su vista se aclara un poco, aunque no lo suficiente ya que no lleva puestos sus lentes.

Su entorno empieza a cobrar sentido, está en una habitación blanca, en la cama de un hospital con una niña de largo cabello rubio, echada encima de él con la cabeza recostada contra su pecho.
Lleva el cabello recogido en dos largas trenzas y lo primero que piensa es que se parece a Ran, que siempre lo ha llevado así.

Pero no le responde, solo una queja como un puchero mientras se aprieta contra él.

-Mocosa, quítate de... encima...- pronuncia con dificultad, tienta su propia cabeza y nota que hay vendas en ella, duele y se siente como si su cerebro fuera a estallar.
Está mareado, sediento y preocupado, no está del más mínimo humor para que una niña estúpida se le esté acercando tan descaradamente.
No recibe respuesta otra vez y frustrado le tira del pelo, levantándole la cara para que se aparte.

ℂ𝔸ℝ𝕆𝕌𝕊𝔼𝕃 [Haitanicest AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora