Prólogo

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Cuando nuestros caminos se cruzaron, éramos eso, dos corazones rotos. Aquella noche éramos dos corazones que, a pesar de mil heridas, seguían manteniéndose fuerte. Éramos dos corazones apunto de partirse en mil pedazos. A veces, por más egoísta que fuera ese pensamiento, desearía que nuestros caminos nunca se hubieran cruzado, porque más me dolía el pensar que la iba a perder sin remedio alguno. 

Te voy a echar de menos. - Esas fueron las únicas palabras que salieron de mi boca en forma de susurro cuando sus ojos se tropezaron con los míos. Deseé que lo hubiera dicho lo suficientemente bajo para que no me hubiera escuchado. Sabía que esas palabras le dolerían, le dolería el no poder quedarse. 

Ya. - Dijo mientras me miraba con esa  mirada. Esa mirada que solo yo sé descifrar. Esa mirada que, sin querer decir nada, decía todo a gritos. 

Ya. - Repetí. 

No quiero que me eches de menos. - Una pequeña parte de mí se rompió justo ahí, en ese segundo exacto, crack.

Y yo no quiero echarte de menos. - Noté como mis ojos se humedecían poco a poco, sentí miedo a no volverla a ver, ansiedad de solo pensar que ese "nosotras" desapareciera para siempre contra el tiempo pasase, frustración por no poder hacer nada. Sentí muchas cosas, y no quería ni imaginar lo que estaría sintiendo ella. 

Hubo un momento de silencio, no fue un silencio incómodo, pero tampoco uno de esos tantos silencios reconfortantes que habíamos compartido. Sentí que las palabras sobraban, que no había nada más que decir, así que, sin pensarlo, la abracé. La abracé con el mismo cariño y ganas con la que abrazas a una persona que no has visto durante años, y eso era lo que pretendía, quería que ese abrazo compensara todos los que ya no serían. Traté de capturar en mi memoria aquel recuerdo, no quería olvidar aquello, quería recordar cada pequeño detalle: su pelo rizado haciéndome cosquillas en la mejilla, sus brazos que parecían hechos a medida para estrecharme entre ellos, su respiración pausada, el olor de su perfume... Joder, la iba a echar tanto de menos.

¿Qué se suponía que iba a hacer sin ella ahora, si ella era la única que me ayudaba a mantenerme en pie y me empujaba a seguir adelante?

Nosotras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora