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Ni el tenía la idea de lo que estaba haciendo, los labios se movieron un poco para hacerlo creíble, para poder fingir que adoraba ese tacto, en cuanto al pandillero estaba impresionado.

Tenía los orbes abiertos, los labios del policía sobre los suyos y no podía creerlo, estaba fuera de si.

Pero, con el pasar de las cosas intensificó ese beso, tomándolo de la nuca y dejando la navaja en aquella banca de madera, Naoto por otra parte estaba asustado de que esto no saliera.

Sin embargo, Kisaki ahora parecía querer cooperar con su jueguito.

Y diablos que lo hacía muy bien, porque el tipo le estaba besando de maravilla.

En cuanto a la pistola del policía, cayó al suelo con suavidad, las manos de ambos estaban perfectamente encajadas una en otra, alguna que era morena estaba en el muslo de su ajeno y la que era blanca se colocó en su pecho.

Ahora los labios del moreno se movían contra los suyos, una sinfonía lenta pero satisfactoria, en la cual Naoto estaba ya sumido junto con el criminal.

Ambos con los ojos cerrados, disfrutando de que estaban siendo sometidos a un deseo.

Pero, Kisaki se apartó porque pese a que le gustaba, no lo comprendió del todo.

Y le miro con mucha profundidad, mezclado con la duda y a su vez las ganas de volver a besarlo.

—Vaya, así que de eso se trata.

El chico estaba rojo de la vergüenza, jamás en su vida profesional habría tenido que recurrir a esas fechorías, pero por lo menos le dieron algo que pareció ser bueno, bastante de hecho.

—Jodete.

Miro su boca entreabierta, había dicho una grosería y escucharlo insultar le parecía adorable.

—Con esa boca me besaste, muy atrevido de tu parte, Naoto.

Le miraba con un gesto fruncido, quería demostrar que esto le causaba enfado, pero la realidad es que Kisaki estaba conmovido porque aquel, rojo cuál tomate, negaba los hechos.

Y Naoto, le miro muy mal.

—Estoy agotado, de tener que perseguirte cada noche.

—También lo estoy.

Miro un instante al cielo ¿Siempre había sido tan oscuro o solo era por el día? No, era porque estaba con Naoto, su enemigo.

Quien lo acababa de besar, volvió a verlo fijo mientras se acomoda en su asiento, las manos que estaban lejos de aquel se aproximaron con sigilo, pero el azabache le negó el tacto.

—¿Me vas a dejar en paz?

No.

No lo haría porque este juego de la presa y el cazador era divertido, más para el rubio que el mismo azabache, volvió a unir sus cejas mientras se molestaba, llevo dos dedos al puente de la nariz y la acaricio, un poco de frustración se estaba acumulando en su persona.

—No me entregues a la policía y te dejo en paz.

¿Es en serio? Pedir eso es como ir a la luna en menos de 5 minutos, simplemente era imposible y no, no lo iba a hacer porque su empleo estaba en riesgo de solo hacerlo, pero es que las ojeras que se incrementaban debajo de sus ojos eran cada día más difíciles de ocultar, mucho.

—Pides el universo en tus manos.

Kisaki sonrió de lado.

—Lo tuve en mis labios.

Si, un leve cosquilleo hasta las orejas invadió al policía, ese pandillero presumido, aunque por una parte el tenía culpa de lo que había hecho, su culpa de hecho.

—Tengo un trato mejor.

Los pandilleros que estaban alrededor ya de habían tranquilizado, no había necesidad reciente para hacerle la vida imposible al chico policía, solo buscaban porque la misma no hiciera escándalo o un revuelo de momento.

Dos personas importantes están hablando y eso no podía ser privado.

—Habla.

Con el mentón indico que podía hacerlo, brevemente suspiro y lo miro, entonces se acercó más, no pedía otro beso porque de hacerlo sería estúpido.

—Dejame seguir una investigación independiente y te dejo en libertad, solo hasta que yo quiera.

Una ceja gruesa se levantó arriba de sus lentes metálicos, pero lo pensó bastante y se encogió de hombros, más tiempo de libertad.

O acaso le haría creer eso.

Kisaki dió una pequeña risa ¿Eso? Es un juego de niños y una estupidez, por un lado no le creía y por otro estaba dispuesto a cumplir su capricho.

Lo pensó dos veces, que ridículo, pero sonaba genuino si es que aquel iba a darle un chance de no pudrirse tan rápido en la cárcel, aunque no se confiaba ni del ser más débil.

Pero Naoto..

—¿De cuántas semanas estamos hablando?

『The Cage That Is ೫ Naosaki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora