CAPÍTULO 4. Leona

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July respiró profundo, tratando con desesperación de ignorar lo que Killian estaba haciendo y de actuar con toda la dignidad posible.

— Escuche señor, solo por el hecho de que su asistente regular desempeña este servicio para usted, no tiene derecho a esperar que yo...

— Señorita Wells...

El CEO la miró con severidad mientras su mano continuaba su implacable actividad, apartándole la camisa y trazando senderos sensuales debajo de su clavícula con los dedos.

— Yo no pido, ni deseo este "servicio", como usted lo llama, de Samantha Shoi; tengo la política de no mezclar el trabajo con el placer, es un gran error.

— Entonces, ¿por qué lo está haciendo? — cuestionó con mucha lógica, mientras temblaba de excitación bajo aquellas caricias.

— Uno debe adaptarse a circunstancias extraordinarias— respondió autoritario.

— Señor Killian, ¿recuerda quién soy yo? — su voz sonaba trémula— es decir, HELLO~, soy Julianna Wells, la "Julianna mascota perdedora Wells" a la que le daba una paliza en la pista de carreras cada vez que podía... USTED ME ODIA.

— Que torpe, yo no la odio, digamos que en el pasado usted era experta en sacar lo peor de mí.

— De todas maneras, yo... yo...

—¿Guarda viejos resentimientos, señorita Wells?, realmente no lo esperaba de usted.

— No, no, no, claro que no, es solo que usted y yo nunca...

— Bien, me alegra escuchar que no me guarda rencor, yo tampoco— soltó, interrumpiendo a July—, ahora, como ya lo dije antes, uno debe adaptarse a circunstancias extraordinarias.

Extraordinaria... la palabra empezó a girar en el confundido cerebro de July, acumulando una fuerza hipnótica, sin duda, describía la situación, era extraordinario que su enemigo de la adolescencia, el dios humano Alex Killian la deseara, y extraordinario que ella le estuviera permitiendo a aquel niño rico tomarse semejantes libertades... y no solo permitiéndolo, sino disfrutando de lo que le hacía.

«Esto está pasando porque necesito sentirme deseada»— pensó consternada, mientras recordaba la humillación a la que la había sometido Daniel al engañarle con aquella súper desarrollada pelirroja.

Bien, pues eran buenas noticias que alguien en el mundo la deseara y vaya que quien lo hacía no era cualquier hombre, en el transcurso normal de su monótona existencia, nunca volvería estar así con Alex Killian, era un tiempo fuera del pasar de su vida, y "circunstancias extraordinarias" lo definía bien; una breve y poco significativa aventura.

Ella no supo si Killian tomó su silencio como consentimiento o estímulo, quizá vio en sus ojos la vulnerabilidad, o estaba decidido a obtener lo que quería, sin importarle nada, con gran suavidad y exquisito erotismo comenzó una larga caricia sobre uno de sus pechos, ni una sola vez bajó la vista para contemplar la piel dorada que había desnudado, ni ver lo que estaba haciendo, sus ojos nunca abandonaron los de July.

La rubia tampoco bajó la vista, lo contempló, mientras en su cerebro bullían extrañas ideas, pero era consciente de que su cuerpo respondía a las caricias, con espasmos de nerviosa excitación.

—«¿Por qué no?»— se preguntó febrilmente— «¿Por qué no desfogar su despecho teniendo sexo?».

Era con Killian, el odioso Killian, pero ¿y qué?, eso solo le daba más sabor al asunto, además, el único hombre al que se había entregado le había sido infiel hace muy poco, ¿por qué la insignificante "Julianna Wells" no debería de tener a semejante ejemplar?, ¿por qué no tener esa experiencia con Killian?, Daniel no había tenido escrúpulos al probar lo que se le antojaba, ahora que todo había terminado era libre de hacer lo que quisiera, con quien quisiera, y en ese momento se le ofrecía la clase de fantasía que siempre había evocado, nunca volvería a tener esa oportunidad, de modo que, ¿por qué no aprovecharla mientras podía?... Tal vez después se arrepentiría si no lo hacía.

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⏰ Última actualización: Feb 12, 2022 ⏰

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