𝗥𝗘𝗔𝗟𝗜𝗦𝗧, 𝗃𝖾𝗌𝗌 𝗆𝖺𝗋𝗂𝖺𝗇𝗈

08 | la edad de la inocencia

NO HABÍA CAMBIADO MUCHO en el transcurso de la semana, aunque Rosie pudo notar un cambio en la energía entre Rory y Dean, una tensión inconfundible entre los dos. Aunque se las ha arreglado para mantener las distancias con el novio de Rory, él aprovechaba cada oportunidad para preguntarle a Rosie sobre el paradero de su novia, a lo que ella se encogía de hombros atónita, porque aunque todavía tiene que hablar de esto, Rory tenía un secreto, a sospechaba de que se estaba poniendo fría en la relación, y simplemente necesitaba tiempo a solas.

El único acontecimiento notable de la semana fue el terrible viaje de Rosie al hospital después de caerse de la escalera la noche anterior.

—¿Puedo preguntar, qué diablos creías que estabas haciendo? —insistió Rory—. Odias las escaleras, odias las alturas. Y lo hiciste en medio de la noche, ni siquiera esperaste hasta la mañana.

En verdad, Rosemary había estado borracha cuando intentó limpiar las canaletas de lluvia. Acababa de regresar de una fiesta en la que consumió una buena cantidad de alcohol, y su estado de ebriedad tenía una forma de meterse en problemas. Lorelai y Rory no se dieron cuenta de su embriaguez, gracias a la experiencia de Rosie al perfeccionar la mezcla perfecta de goma de mascar, fragancia y menta que creaba un aroma aromático que ocultaba su olor a alcohol.

—Necesitaba una distracción.

—¿Y tu solución fue limpiar las canaletas de lluvia? —preguntó Lorelai—. Y te dije que conseguiría a alguien para limpiarlo.

—Nunca lo hiciste —agregó Rosy. Pasó junto a la gente del pueblo, sus ojos mirando por encima de la pantalla de la librería mientras pasaban por delante de ella. Se volvió hacia ellos, el optimismo la superaba—. Además, cuando me golpeé la cabeza y me lastimé la mano, tuve una epifanía.

—¿Y qué fue?

—Que la vida es demasiado corta para estar perdiendo el tiempo dando valiosos consejos a personas que no se los merecen —exhaló con fuerza cuando entraron en el restaurante de Luke para desayunar—. ¿Sabías que pasé todo el día aconsejándole a Kayla que no active la alarma contra incendios solo porque alguien la desafió, porque inevitablemente la detendrán? ¡Y adivina lo que hizo!

—¿Ella lo hizo y recibió detención?

—¡Exactamente! —exclamó mientras se sentaban en su mesa—. Ves, consejos lógicos desperdiciados en personas irracionales.

—Se necesitó una experiencia cercana a la muerte para que llegaras a la revelación de que tal vez estés mejor si no obligas a las personas a tomar decisiones —Rory bromeó—. Y además, no es como si no te hubieran castigado antes.

—Oye, ¿me perdí de algo? —Lorelai miró a los dos—. La última vez que lo comprobé, Rosie nunca se había metido en problemas en su vida.

Se echó hacia atrás al recordar la detención; hace aproximadamente un mes, cuando se culpó a ella misma por algo que Jess Mariano había hecho para devolverle un favor. La ventaja fue que pudo pasar toda la semana recibiendo cafés y panqueques gratis de Luke's Diner. La desventaja fue que más tarde descubrió que si recibía una detención más, se anotaría en su registro.

—Fue solo una detención que recibí el mes pasado —ella se encogió de hombros—. No fue nada.

Luke se acercó a su mesa, volteando su libreta. —Entonces, ¿qué quieren ustedes, chicas? —presionó la punta de su bolígrafo, ya teniendo una idea de su orden: panqueques, como de costumbre.

—Panqueques —exclamó Lorelai—. Con una guarnición de panqueques.

—Está bien —antes de que pudiera escribirlo, su mirada se fijó en las manos vendadas de Rosie y, con curiosidad, preguntó—. ¿Qué le pasó a tu mano? —con su bolígrafo, señaló el vendaje de su mano izquierda.