Cap 2

586 75 34
                                    



Wesley se dirigía a la mansión Millers, quería hablar con Elena para romper su compromiso. Lo hicieron pasar a la sala.
—Hola, amor, ¡¿pero qué agradable sorpresa! ¿Cómo sabías que moría de ganas por verte?! Estoy tan enamorada de ti. —Se acercó para besarlo en los labios, pero él se hizo un lado, cosa que la sorprendió—. ¿Qué es lo que te pasa? —le dijo autoritariamente como siempre.
—Quiero que esta farsa termine. Tú sabes que he puesto de mi parte para que funcione, pero no puedo, no te amo.
Sintió rabia al escucharlo, no claro que no iba a permitir que la dejase nomás así. No se iba a burlar de ella, no sería el hazmerreír de la gente y amigas de la alta sociedad.
—¡¡Estás bien equivocado, si crees que a mí, Elena Millers, me votarás así como así!! Claro, tú tienes un compromiso conmigo y es tu obligación cumplir como lo estipularon tus padres con los míos. Me importa un <<bledo>> si me amas o no.
—¡Pues a mí también me importa un carajo si tú quieres o no aceptar que lo nuestro terminó, me voy y no me importa que hagas berrinches porque siempre lo has hecho! Eso sí te digo, a mí no me obligarás hacer algo que no deseo, simplemente porque así te han criado. Una altanera que hace lo que te venga en gana y todo mundo se rinde a tus pies. Conmigo no lo lograrás, así que esto se acabó. Si dicen que hay un papel, quiero que me lo enseñen porque nunca en mi vida lo he visto y no creo que mis padres hayan hecho ese dichoso contrato. Si de todas formas existiera ese papel, lo destruiría. A mí nadie me obligará amar a alguien en contra de mis deseos y sentimientos, así que con tu permiso.

Irlanda
Cary's Rose ya se encontraba en su recámara descansando, se sentía todavía conmovida por lo ocurrido.
Escuchó que tocaron su puerta, era su abuela que se acercaba con una bandeja de comida.
—Ay, nana, me hubieras avisado y hubiese bajado.
—Claro que no mi niña, si lo que quiero es que descanses. ¿Sabes? Vino Jack, estaba muy preocupado por ti. Hija, lo que pasa es que los miro muy distanciados. Anda, dime, ¿ya no me tienes confianza?
—Sí, nana Olivia, es que —agachó su mirada y se le aguaron sus bellos ojos— lo que pasa es que Jack quiere formalizar nuestra relación y yo la verdad no lo amo. He tratado, pero no puedo. Sé que él es bueno, pero no siento ese amor profundo que llene mis sentidos que me haga vibrar, sentirme plena, no sé qué es nana —le decía, limpiándose sus lágrimas—. La última vez que estuvimos en el campamento con mis amigos, se enojó mucho porque no quise pasar la noche junto a él. Nana, no estoy preparada, tú sabes y me entiendes, quiero que cuando yo me entregue por primera vez a un hombre sea porque realmente estoy enamorada y cien por ciento segura de que él es el indicado, sé que suena cursi y estúpido que a mis veinte años siga siendo señorita pero...
—No, mi niña, tienes toda la razón cuando uno se entrega por primera vez a un hombre es porque él es el indicado, el que te hace sentir cosas que nunca en tu vida has sentido. Tu corazón te lo dice y tu cuerpo también, así que no te sientas mal, no porque a los veinte años sigas siendo señorita sea algo malo, al contrario, yo pienso que el día que encuentres al hombre indicado ni lo pensarás. De mí te acordarás, pero una cosa te voy a pedir: se sincera con Jack y mejor termina esa relación, se sincera con él.

América
Wesley estaba acostado, se sentía un poco mal y a la vez liberado de esa atadura que no deseaba.
Estaba leyendo cuando se quedó dormido y en sus sueños volvieron esos ojos verdes esmeraldas que le hacían sentir paz y mucho, pero mucho amor.
—Ven amor, te esperaré siempre, te amaré toda la vida. Ven, te sigo esperando, búscame, búscame mi amor —se movía deseando abrazarla.
Al momento de acercarse a ella, se le escapó de sus brazos. Por más que lo intentó, no lo logró. Lo único que había conseguido distinguir de ella fue su vestidura, la cual era diferente a la de ahora y su cabello largo, hasta la cintura, con una tiara de metal (con una piedra en medio). Al acercarse a ella, sintió que alguien lo jaló y lo enfrentó con una espada. Traía un traje de armadura, sintió que le ardía el pecho, haciéndolo despertar bruscamente, sudando y con el corazón acelerado.
Se agarró el pecho y se dijo:
—No puedo seguir así, necesito buscar ayuda.

Irlanda
Cary's se encontraba profundamente dormida cuando de pronto, otra vez, venían las imágenes de ese apuesto rubio, no alcanzaba distinguir bien su rostro, pero sabía que era apuesto. Era algo que le llamaba la atención, quería acercarse más para distinguirle la cara, pero algo se lo impedía.
Repentinamente, miró que alguien se le aproximó. Era un hombre con armadura y con una espada en la mano. Miró como lo atacó. Su corazón se aceleró y empezó a llorar.
—No, mi amor no, yo te amo —él volteó y la observó con su mirada azul celeste que le hacía sentir sentimientos de amor, pero de un amor que no lograba descifrar.
Se preguntaba ¿por qué sentía que lo amaba si nunca en su vida lo había visto? No sabía quién era, pero sentía que lo amaba profundamente. Él le gritaba:
—Cary's ¡NO MI AMOR, NOOOOOO, YO TE AMOOOOOO! Nos volveremos a encontrar en otra vida, te amo —y su voz se desaparecía.
Se levantó bruscamente sudada con el corazón latiendo a mil.
—Dios mío, ¿qué es lo que me pasa? Necesito ayuda, esto nunca me va a dejar, siento que está más cerca de mí ¿Quién es? Sé que lo amo y que él me espera en algún lugar del mundo.
Artemisa del destino mueve sus hilos hasta que las almas unidas por el hilo invisible se encuentran de una manera o de otra, hasta que lo escrito ya en sus vidas se realice.

Un Nuevo AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora