Capitulo 3

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Irlanda
Después de aquel sueño que la atormentaba, decidió buscar ayuda, así que investigó en Internet ¿quién podría ayudarla con lo que le ocurría sin que pensaran que se encontraba loca? Así que miró un psiquiatra muy famoso por ayudar a través de la hipnosis y del psicoanálisis, su nombre era Alfred Binet. De inmediato, hizo una cita; no podía seguir así, era demasiado para ella.
En el desayuno, le comentó a su abuela:
—Hice una cita con un psiquiatra muy famoso, miré todos sus comentarios y son muy buenos. Tengo entendido que ha ayudado a bastante gente. No puedo seguir así nana, ¡me duele mi corazón cada vez que tengo esas pesadillas! Es como si él me hablara, no sé cómo explicarte, no sé ¿quién es? ¡¡Yo únicamente sé que mi corazón llora por él!!
—¡Hija!, mi pobre nieta. No sé realmente, ¿qué es lo que te pasa? Pero lo que veo es que te atormenta demasiado. Qué bueno que has hecho esa cita, de hecho teníamos pensado conseguir un psiquiatra para ti. ¡Qué bueno que tú te nos adelantaste!
—Sí, nana, no puedo seguir así. Esto es demasiado. Creo que necesito ayuda, en verdad la necesito. Aunque, déjame decirte que tengo mucho miedo.
—¿Por qué?
—No lo sé, algo me dice que él está más cerca de mí de lo que yo me imagino o que viene hacia mí; pero por más que quiero ver su rostro, no lo logró. Como ya te he platicado, es un hombre alto, rubio, con una mirada azul, similar al cielo, que me hace sentir mucha paz y mucho amor.
—Oh, mi niña —la abrazó para consolarla, no entendía por qué ella pasaba por todo eso. 

América
—James, ¿ya me conseguiste la información que te pedí?, me urge. No puedo seguir así. Anoche volví a tener ese sueño en el que me clavaban algo aquí, en el corazón. Volví a verla. Bueno, su rostro no, todavía no alcanzo a distinguir su rostro, pero algo me dice que es muy linda. Sus ojos me miraban con mucho amor y ternura, pero existía una gran tristeza en ellos. Por Dios, ¿qué haré? Me volveré loco si sigo así.
—Cálmate, conseguí lo que me pediste. Hay un problema
—¿Cuál?
—No está aquí, en América, está en Europa, en Irlanda. Necesitaríamos viajar para allá.
—¡Irlanda! ¿Estás seguro?
—Sí, pude fijarme que es un psiquiatra que ha ayudado por medio de la hipnosis.
—¿Crees que esté loco?
—¡Me asustas!
—No te quiero asustar, solo te digo lo que leí respecto al psiquiatra, tiene muy buenos comentarios de mucha gente que ha ido a buscarlo por ayuda.
—¿Me hiciste la cita lo más pronto posible?
—Sí, la hice. La semana que entra salimos a Irlanda. He arreglado todo. De hecho, hasta hice cita en Escocia para arreglar asuntos de la empresa.
—Muchas gracias, como siempre tratando de ayudarme en todo.
—De nada, sabes que te aprecio, daría lo que sea por tu felicidad para que salgas de ese tormento que tienes, no quiero que sigas con esos sueños horribles.
—Gracias, James.
La tía Lucy se encontraba en la sala de té cuando le avisaron que Elena quería hablar con ella, la hicieron pasar, la saludó cordialmente. Lucy era una mujer muy fría y calculadora que se limitaba a contestar secamente.
—¿A qué debo tu visita sin anunciar, Elena?
—Vengo sin avisarle porque estoy muy molesta con su sobrino Wesley ¡Ha terminado conmigo! ¡Me ha dicho que no se casará conmigo! Usted sabe que hay un contrato y a mí me tiene que cumplir. No sé cómo le vaya a hacer, pero a mí no me dejará botada y en vergüenza delante toda la gente que conozco. Sería sumamente desagradable para mi familia y para mí, así que le exijo que arregle este asunto de inmediato.
La tía, muy molesta por la forma en que Elena le hablaba, le contestó fríamente:
—¡¡Muchachita, en primer lugar a mí no me alzas la voz ni me hablas así; en segunda, no sé qué harías para que él no quiera casarse contigo!! Yo le mencioné lo del contrato y lo estaba llevando a cabo. Se me hace muy extraño que haya terminado esa relación cuando estaba convencido de hacer valer el convenio. Te exijo que para la próxima que vengas, te anuncies. Primero hablaré con él, lo haré entrar en razón; pero también tú tienes que poner de tu parte, yo no tengo la culpa que no seas suficiente mujer para atraparlo —Elena permaneció en silencio.
Cary's acudió a su cita con el psiquiatra Alfred Binet, le comentó todo lo relacionado con sus sueños, en cómo despertaba en las noches con mucha angustia, en el cual miraba a un hombre alto, rubio, con mirada azul, pero no lograba distinguir su rostro. Además, sentía que había mucho afecto de él hacia ella, le transmitía paz y mucho amor. Al terminar de narrarle lo sucedido en sus sueños, el galeno le comentó:
—Es muy interesante, su caso, lo que me ha narrado. Lo suyo no es una enfermedad. Lo que le diré, no quiero asustarla. No eres la primera ni la última que ha pasado por esto, pero sí son casos pocos comunes. Sí, existen. Tienes que tener en cuenta que como puedes encontrarte a ti misma también puedes descubrir cosas que te harán entender bien el porqué de tus sueños. Puedes sufrir y caer en un abismo del cual tú misma tendrás que salir. No habrá marcha atrás, ¿estás de acuerdo? Te haré dormir, retrocedemos en el tiempo y ahí irás descubriendo tus antepasados, tendrás que enfrentarlos. Saber ¿por qué tienes esa clase de sueños? ¿Qué es lo que te atormenta? ¿Qué pasó hace mucho tiempo? Pero, existe un riesgo de que como te puedas mejorar, conocerte a ti misma, a como puedes a empezar a atormentarte más, por lo que irás descubriendo de ti y de tu pasado, así que ahora viene la pregunta ¿Quieres hacerlo?
Ella lo pensó, pero ya no podía esperar, no podía decidir otra cosa más que aceptar lo que el psiquiatra le decía, porque era demasiado tormento, de todas maneras seguiría sufriendo, entonces tomaría el riesgo.
—Sí.
—Solamente quiero que te relajes, a la cuenta de tres empezarás a sentir un sueño muy profundo. Cuando yo cuente otra vez para atrás, tronaré los dedos y despertarás ¿entendido?
— Sí, doctor.
— Muy bien Cary's, 1,2,3... Dime, ¿qué ves?


Un Nuevo AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora