O3

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—¿Qué tú tienes qué? —escuchó la escandalizada voz de su amigo gritándole a través del teléfono. Lo alejó por un breve instante, antes de volver a acercar el aparato hacia sí y suspirar, igual de confundido y exaltado que Bang Chan.

—Tampoco sé por qué. De alguna forma reaccioné a su mordida. ¿¡Es siquiera eso posible!? —Exclamó frustrado, dando vueltas en la sala de su casa. —Y no sé qué es lo que tengo en mi cuello. Si es una marca… —se detuvo, cerrando los ojos con el ceño fruncido, —entonces no tengo idea de lo que pasa aquí.

—¿Has tenido alguna anomalía desde lo que pasó? —Han gruñó, repentinamente molesto.

—No soy capaz de olfatear mis feromonas. Lo único que percibo es el aroma de Minho. ¿Puedes creerlo? Tal como lo que sucede con los omegas.

Su amigo no respondió y un tenso silencio se hizo presente, con Jisung pensando en cientos de posibilidades sin llegar a nada.

Para un simple alfa, era imposible marcar a otro. Se sabía que era incompatible.

—¿Estás seguro que es alfa? —Titubeó, pensando en una única posibilidad.
Pero, de cierta forma, era demasiada descabellada.

Bang Chan hizo un sonido de duda: —Ahora que lo mencionas, solo sé que es alfa porque los demás estaban hablando de ello. Los maestros o él mismo no dijeron nada al respecto, —paró, empezando a entender a dónde se dirigía Jisung, —… ¿Crees que pueda ser posible?

Han no supo qué responder. 

Si lo que creía era correcto, entonces había cierta lógica detrás de su reacción después de la mordida.
Pero no era algo común.

—Por cierto, Jisung. Hace dos horas Minho me preguntó tu dirección, ¿Se la paso? Por lo que me dijo, quería disculparse. —Cambió el tema, suavizando la voz.

Han aceptó, ansiando más que nada respuestas.

Cuando colgó con su amigo, se sentó en el sofá, envolviéndose con las cobijas que había traído de su cuarto para consolarse después de dudar de su propio gen y de preguntarse si había algo mal con él.

Tomó una de las botanas que había comprado con anterioridad y la masticó desanimado, manchando sus dedos en el proceso. En medio de su bocado, escuchó sonar el timbre de la casa.

Con pereza se levantó, arrastrando las sábanas. Cuando abrió, sus ojos dieron con Minho y su azabache cabello revuelto; parecía haber corrido hasta su casa luego de que Chan le diera la dirección.

—Jisung, —aspiró una gran bocanada de aire, antes de continuar:— acerca de la mordida, lo siento. No era mi intención en un inicio, pero tu celo era demasiado fuerte. Si no lo hubiese hecho, —se detuvo, dirigiendo su mirada a su cuello, observando la herida que había ocasionado, —tu calor no habría podido detenerse. 

Han se quedó contemplándolo, sin saber cómo actuar.

—Esto… ¿Es solo una mordida, verdad? —Minho lo miró directo, muy serio, para luego negar.

—Lo sabes. Una simple mordida no sería capaz de impregnar mis feromonas en tu cuerpo. Te marqué. —Jisung aspiró profundamente, admitiendo lo que había estado tratando de negar. —Temporalmente, claro. No tengo intención de atarte a mí a la fuerza.

—¿Cómo es posible? Ambos somos alfas.

El pelinegro no se molestó en contestar, solo alzó una ceja, sonriendo.

Han no indagó más, sabiendo que ese día no sería capaz de obtener tal respuesta.
No sabía por qué no le enfadaba tanto el asunto de la marca temporal como creía que estaría.
Y luego, con cierto titubeo y sin querer parecer grosero, invitó a Minho a pasar a su casa.

bite ⇉ minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora