Pensando en ti, me di cuenta que sin ti los días son iguales.
Hay ese vacío en el pecho que no se llena con nada.
Veo tantas caras y ninguna me es reconocida.
Veo tu rostro retratado en el rostro de las demás personas.
Se me figura verte parado, ahí, viéndome, sonriéndome, y yo te devuelvo la sonrisa.
Luego tu rostro conocido se esfuma y sólo queda un rostro desconocido mirándome fijamente extrañado.
Todo los días te busco en el rostro de las personas pero en ninguno estás.
Paso tantas horas del día tratando de encontrarte en cada persona que veo que ya las personas comienzan a verme raro. A veces aseguro verte por unos momentos pero luego te esfumas.
Salgo corriendo a buscarte pero te pierdes entre la multitud.
Hoy, mientras iba en el autobús, creí verte por unos segundos. Estabas sentado enfrente de mi. Te diste la vuelta y me quedaste mirando. Y me sonreíste, con la misma sonrisa que me regalaste cuando nos conocimos. Vi tu rostro, y esas arrugas que tanto me gustaba que se formarán en tus ojos.
Luego, me di cuenta que en realidad no eras tú. Sólo era otro de mis delirios.
Y fue ahí, en ese preciso momento, que me di cuenta que te echaba mucho de menos.