Capítulo 4

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La casa que antes se encontraba en perfecto orden ahora estaba hecha un desastre, los muebles tirados, papeles por todos lados, vidrios y cuadros completamente destruidos.
Al fondo de la habitación habían dos muebles de pie, un sofá y una mesa. En la mesa había una botella de Whisky, un bote pequeño con hielos y dos vasos, en el sofá se encontraba Grindelwald totalmente desesperado.

— Mi señor... — llamó Rosier. — Hemos buscado por todas partes pero el colgante no apare...

— ¡Encuentren ese maldito colgante! — fue rápidamente interrumpida por Grindelwald. — ¡No te atrevas a venir otra vez sin el!

— Sí, mi señor.

— Si entendiste, entonces, ¡lárgate! — dijo aventando uno de los vasos que estaba en la mesa hacía la puerta.

Un ruido estruendoso se escuchó tras haber aventado aquel vaso, Rosier salió justo después de eso.

— Maldita sea, maldita sea. — maldecía mientras servía whisky en el vaso restante. — ¿Cómo pude haberlo perdido?

Al dar un trago de aquello, pudo tranquilizarse un poco. Se recostó en aquel sofá y siguió bebiendo.

— Un whisky parecido bebimos en tu cumpleaños. — dijo con una leve sonrisa mientras recordaba. — Te dije que aunque quisiera nunca podría olvidar esa noche, contigo fue diferente, al parecer lo olvidaste con facilidad, como si aquello no hubiese sido importante.

Lentamente fue cerrando sus ojos, dejándose invadir por el recuerdo.

— Deberíamos beber hoy. — dijo Albus emocionado.

— ¿Beber?

— Sí, sería mi primera vez estando ebrio y que mejor que para celebrar mi cumpleaños.

— Pues si quieres... — respondió cediendo Gellert.

— ¿Has bebido antes, Gellert? — preguntó curioso el castaño mientras caminaban hacia Las Tres Escobas.

— Sí, antes de conocerte recuerdo que bebí con unos amigos.

— Me pregunto cómo te verás estando ebrio, suele decirse que tu personalidad se vuelve contraria, si eres introvertido te vuelves extrovertido o si eres aburrido te vuelves coqueto. — terminó de decir para después poner una cara más preocupada. — ¿Cómo me veré yo estando ebrio?

Gellert comenzó a reír por la expresión del castaño, mientras que poco a poco iban llegando a su destino.
Al comprar dos botellas de Whisky, decidieron quedarse en una casa aparentemente abandonada en medio del bosque, dijeron que si los encontraban bebiendo en Hogwarts los expulsarían así que, prefirieron evitar el riesgo.

— Bien, no hay que detenernos hasta que la botella de cada uno este vacía. — comenzó Albus. — De otro modo, no te vería ebrio.

— Lamento decepcionarte pero no suelo cambiar de actitud cuando estoy ebrio, es como un don. — contestó Gellert guiñando. — Tampoco suele darme resaca al día siguiente, así que no te preocupes que yo te cuidaré.

— ¡No puedes saberlo si solo has bebido una vez, genio!

Los muchachos empezaron a beber, mientras charlaban acerca de sus vidas pasadas, actuales y futuras, ambos decían lo que querían en completa confianza, el ambiente que se había formado era uno completamente sano y alegre.

— Terminé mi botella antes que tú. — dijo Albus acompañado de una risa mientras se acercaba a la botella de Gellert. — No te preocupes, te ayudaré.

— Albus, creo que es suficiente, dame la botella. — ordenó Gellert mientras intentaba detener la mano de Albus.

— No seas aburrido, ni siquiera estoy ebrio.

— Si lo estás, dame la botella. — ordenó nuevamente pero el castaño le dió la espalda y bebió el último trago que había en la botella.

— Ya no hay. — dijo Albus tirando la botella hacía un lado, lentamente fue acostándose en el suelo. — Creo que estoy empezando a sentirme mareado.

— Eres un idiota. — reclamó Gellert mientras se acercaba a él.

Gellert se sentó cerca de Albus para posteriormente tomar su cabeza con cuidado y colocarla en una de sus piernas.

— Voy a golpearte si vomitas. — amenazó el rubio con una sonrisa.

— Eres tan amable. — dijo Albus acompañando su sonrisa y cerrando sus ojos. — Solo dame unos minutos y podremos irnos.

— No creo que sea buena idea, hay que quedarnos aquí, son como las dos de la mañana. Sería peligroso.

— Sí, tienes razón. Vamos a quedarnos aquí. — cedió el castaño mientras abría sus ojos.

Por un momento, sus ojos chocaron, Gellert no había quitado sus ojos de Albus desde que lo recostó en su pierna pero al chocar con Albus, volteó rápidamente hacia otro punto.

— Tu cabello luce muy bonito, ¿qué le haces? — preguntó acariciando su cabello con una de sus manos.

— Nada, solo lo lavo. — respondió el contrario, devolvía lentamente su vista hacia el castaño.

— Las chicas deben tenerte envidia. — dijo riendo.

Quedaron en silencio por poco tiempo, Albus había dejado de acariciar el cabello de Gellert, ahora el rubio empezó a retirar el cabello de la cara de Albus, pensando que le estorbaba.

— Creo que me voy a quedar dormido dentro de poco. — rompió el silencio y con ambas manos acercó a Gellert hasta que sus narices rozaron. — Gellert... Tú me gustas.

Aquello fue dicho en un susurro, únicamente audible para ambos causando sorpresa en el rubio.

— Tú también me gustas, Albus. — confesó Gellert, ambos sonrieron.

Se veían tentados ante la cercanía de sus rostros y el castaño no hacía más que rozar sus labios de vez en cuando con temor.

— ¿Vas a hacerlo o no?

— Gellert... Soy un chico. — recalcó inseguro.

— Eso lo había notado desde hace mucho. — respondió Gellert acortando la poca distancia entre ellos.

Fue un beso largo, no había malas intenciones, un beso tierno que habían estado esperando. Fueron separados por la falta de aire pero aún así se mantuvieron cerca.

— Espero no olvidar esto mañana. — dijo el castaño con una sonrisa.

— Yo no lo olvidaría ni aunque quisiera. — confesó Gellert mientras depositaba un corto beso en los labios de Albus.

La madrugada transcurrió y al amanecer, Albus había olvidado por completo aquello, Gellert decidió no contarle lo sucedido y no se habló del tema por un tiempo.

— Tus labios sabían a whisky esa noche... — dijo para si mismo, bebiendo más del vaso.

La habitación estaba en completo silencio, no se escuchaba nada más que las palabras de Grindelwald.

— Si tú me lo pidieras... Abandonaría a todos y a todo. El colgante no me interesa, temo que si llegas a romperlo puedas acercarte a mi y hablarme. Incluso no me importa si llegas a matarme, prefiero que me mates antes de decir alguna palabra tuya que me recuerde que estoy a tu merced, estúpido chico.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2022 ⏰

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