Celo

Uno

Odiaba sentirse así. El calor abrazando su cuerpo, las gotas de sudor en su frente, más el líquido que se escurría por sus piernas. La mente se le bloqueaba y en lo único que podía pensar era en cosas que no podía hacer, no tenía como satisfacerse. Odiaba los celos. Especialmente cuando le llegaban en los peores momentos.

Hace unas horas se decidió por salir a comprar. Le quedaba poca comida y era mejor obtener más ahora que esperar hasta el último momento. Se arregló, tomó sus llaves y se dirigió hacia el mercado.

Las horas pasaron y con eso la noche llegó. Regresaba a su casa y habría llegado si no fuera por su celo. Inesperadamente la calentura le recorrió todo el cuerpo haciéndolo soltar sus cosas. No quedaba mucha gente en la calle por lo cual decidió esconderse detrás de un basurero. Con eso camuflaría su olor hasta tranquilizarse y poder volver a casa.

...

El rey de la montaña corría como todo un salvaje. Después de haber comido su caza de la mañana, necesitaba ejercitarse para no perder sus músculos. Corría de un lado a otro, a veces saltaba e incluso trepaba árboles.

Las personas parte de la manda lo miraban extrañados. No entendían como su alfa podía tener tanta energía, aunque tampoco se lo cuestionaban. Su alfa tenía demás actitudes extrañas, pero eso no impedía que fuera un gran líder, incluso a veces, lo ayudaba a ser mejor en su trabajo.

Lo único que asustaba a los omegas, betas y otros alfas de la manada era el hecho de que su líder no había encontrado un omega. Sabían que su alfa era un poco distinto a lo normal, poco encantador y de vez en cuando brusco para coquetear, pero, por favor, todos tienen un destinado, o eso es lo que quieren creer. Seguirían esperando a que un lindo omega se enamorara de su líder.

Cuando todos se adentraron a sus casas, el alfa fue el único que se quedó fuera. Hace días que se sentía extraño, con un sentimiento de vacío invadiéndolo, no era tonto, sabía lo que significaba. Su alfa le estaba reclamando el tener una pareja, alguien con quien compartir hasta lo más íntimo, y al no recibir lo que quería se deprimía.

Necesitaba pensar, ¿y qué mejor que hacerlo con una caminata? Se levantó de la fría tierra y emprendió camino directo a la aldea colina abajo. Él prefería el ambiente que las montañas le brindaban, por eso nunca mudo a la manada a otro lugar, pero cuando se sentía decaído solía bajar a la aldea y ver lo que se encontraba.

Estuvo horas caminando, tan largo fue su paseo que llegó al mercado del pueblo. Estaba a punto de regresar cuando un aroma se impregnó en su nariz, era el olor de un omega, - un omega en celo -. No sabía que hacer, no podía dejar al chico solo, pero si se acercaba ¿podría controlarse? Claro que sí, por eso es que era el mejor.

Se acercó despacio hasta que llegó al lugar donde el olor se hacía más fuerte. Era una mezcla entre arándanos y pescado muerto, aún así se le hacía delicioso. Miró detrás de un gran basurero y lo vio, un chico más o menos de su edad, tenía la cara roja y temblaba, definitivamente estaba en celo.

— Omega ¿cómo se te ocurre estar aquí en ese estado? Eres tonto

El contrario no dijo nada, no pudo. Sentía su cuerpo arder y la cabeza le dolía, al mismo tiempo disfrutaba del olor del alfa y eso lo hacía querer ser tocado. Se paró como pudo y se tiró encima del más alto.

— ¿Qué crees qué haces? — lo agarró de los hombros, - esta hirviendo- sin decir nada cargó al chico y se lo llevó. Por alguna razón, quería cuidarlo.

El omega cayó dormido. No consiguió lo que quería, que era ser tomado por el alfa, pero lo estaba sosteniendo con sus fuertes brazos. Eso era suficiente para sentirse a salvo y en confianza.

Esta es mi primera historia/fanfic así que acepto correcciones. No hay un ship en específico, por eso no puse nombres.

La idea lo leí en un fanfic InoTan. Se llama Alfa.

Espero que les guste.