Final

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Unos meses pasaron desde que llegó a la manada del bosque. Tuvo sus bajas y altas, como omega del alfa tuvo que aprender diferentes cosas, la mayoría de estas no muy difíciles.

Casi todos estaban encantados con su presencia. Pues era amable, compresivo, se llevaba bien con los niños y lo mejor de todo, sabía cómo controlar al alfa.

Se dio cuenta que este era impulsivo y a veces un poco tonto para hacer o decir las cosas. En esos momentos no dudaba en corregirlo, terminando con él sobre su pecho mirándolo arrepentido.

Cuando su celo llegó no dudaron en hacerlo. Estuvieron encerrados cuatro días, cumplieron con su promesa y recibió la marca que quería. Ahora se encontraba esperando a un bebé, aunque a penas se notaba. Tantas cosas cambiaron en tan poco tiempo, le asustaba un poco, pero sabía que todo estaría bien.

Escuchó la campana que indicaba la vuelta de la caza. Los fines de semana algunos alfas, betas y pocos omegas se metían en lo profundo del bosque en busca de comida, la campana les avisaba cuando regresaban.

Se acercó cerca a los árboles y esperó a que llegara. Después de unos minutos lo vio venir, tenía un animal sobre sus hombros, a algunos les parecería desagradable, pero él lo encontraba especialmente varonil.

— Hola bebé

Lo saludo en cuanto llegó a él. Le iba a dar un beso, pero se alejó.

— Hueles a muerto

Con el embarazo su olfato se desarrollo, y cada olor era demasiado.

— Después de bañarme me darás mil besos, o te comeré. Estás advertido

— Te esperaré en el comedor.

Se acercó por detrás y empezó a besarle el cuello

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Se acercó por detrás y empezó a besarle el cuello.

— Aquí no, todos nos pueden ver

— Tu de verdad quieres que te devore

— Nunca acepté darte besitos

El alfa se sentó a su costado e hizo puchero. El omega lo ignoró y esperó a la comida, cuando llegó se sirvió su plato y miró al alfa. Estaba con sus brazos cruzados, manteniendo el puchero.

— Bien. Te daré besitos.

Dijo rodando los ojos. El alfa sonrió y sirvió su plato, luego devoró todo lo que pudo en menos de diez minutos.

Los demás los miraban encantados. Eran una pareja única, se complementaban.

Luego de la comida todos se retiraron a seguir con sus tareas. Algunos fueron a descansar. El omega fue a la habitación y el alfa lo siguió, cuando entraron se le tiró encima.

— Ay... jaja... espera ... cosquillas no —

Se movía como loco por la cama aguantado la risa. El alfa seguía con su ataque de cosquillas, era su venganza.

— Entonces dame un beso ahora —

El omega se acercó y besó su mejilla

— Listo.

— En los labios

— No especificaste. Ahora permiso, tengo cosas que hacer.

— Vamos, debes descansar. Sigues siendo un omega debilucho.

— Ya te dije que yo soy fuerte, y no me gusta quedarme quieto mientras los demás trabajan.

— Pero yo estaré aquí y el bebé quiere dormir con su papi

— Bien. Pero luego me dejarás hacer lo que yo quiera

— Trato

Se acomodaron en la cama y entre cariñitos se durmieron. Cada día se podría decir que era lo mismo, hacían cosas diferentes, pero el calor del hogar era igual. Sus sentimientos no cambiaban y no lo harían nunca.

Todo gracias a su celo.

Este es el fin de la historia

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Este es el fin de la historia. Siento que no fue tan conclusivo, por eso, tal vez haga unos extras.

Pero no sé.

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