Suspiro único

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¡Hola! :D

Oh, cariño, lo sé, tanto tiempo sin vernos, me disculpo por eso, realmente desearía ser más activa en este fandom u.u... espero que no pase demasiado antes de que pueda volver a publicar :/, por ahora esto es lo único que tengo. Y es un regalo, como agradecimiento por haberme dejado tantos maravillosos mensajes que alegraron mi corazoncito :3, para mi dulce Adath16 de quien me alegra saber de antemano, esta pequeña historia ha sido bien recibida :D

Entonces, amor mío, deseo que también te guste <3

* * * 

Thorin se levantó despacio, hizo las mantas a un lado y siendo tan silencioso como el suelo le permitía comenzó a caminar, alejándose del pequeño campamento en el que la Compañía descansaba se permitió ir más allá de donde alguien pudiera verlo. El cielo negro y estrellado lo escondió, el viento revolvía sus ya agitados pensamientos. No podía dormir.

Tras unos minutos se sentó de un golpe recargando la espalda contra el grueso tronco de un árbol, tomó un puñado de hojas secas en el suelo, las hizo trizas y las lanzó lejos, frustrado. Los recuerdos de su plática con Dwalin aquella tarde complicaban al doble sus ya tormentosas ideas. Lo agitaban, transformándolo en algo que, a pesar de entender cada veta de ello, todavía le era difícil aceptar.

Su amor no serviría de nada. Sí, ¿y cómo iba a deshacerse de él? Miró las hojas de los árboles en lo alto, la desilusión nubló su vista conforme una respiración daba paso a la siguiente. No quería borrar sus sentimientos. Dividido entre la terquedad de su decisión y la aparente inevitabilidad de un resultado negativo, contuvo cada lágrima. ¡¿Y qué si un enano no podía casarse con un hobbit?! Puede que incluso como Rey estuviera aún sometido a las reglas de sus antepasados, no obstante, ¿cuántos amores tendría un enano? De cero a uno, rara vez dos.

Deshacerse de su amor no implicaría que hubiera alguien para suplantarlo, una vez se alejara quedaría en su pecho un hueco al que nada llenaría el resto de su vacía existencia. Que su vida transcurra con una constante sensación de amor frustrado e inviable, tampoco sería la opción ideal. Golpeó su cabeza contra la corteza dura un par de veces, no debió haber permitido que Dwalin le hiciera ver la realidad que por mera voluntad planeó seguir ignorando, el asunto superaba en exceso cuantos temas requerían de su vigilancia. Ni siquiera llegaban a la Montaña Solitaria y su ánimo ya parecía arrastrarse por el suelo. Gruñó, aun no encontraba razones para eliminar lo que sentía, qué pésimo estratega.

—¿Está bien si te acompaño en tu diatriba desolada? —Thorin limpió sus ojos, confiando en que la oscuridad le ayudaría a esconder la humedad en ellos descendió su mirada al dueño de la encantadora voz. Su corazón, obstinado como ninguno, aceleró el paso, patéticamente feliz de ver al hobbit—. Aunque, desde luego, siempre puedo volver después. —El enano lo detuvo de su roído saco, halándolo hizo que se sentara a su lado, demasiado cerca para la alegría de su corazón y el terror de su mente empañada.

—Nada de peroratas, Bilbo, solo buscaba un espacio de soledad.

—Y sin embargo, me empujas al suelo para que me siente justo aquí. —Medio sonriente Thorin asintió, le gustaban los regaños vacíos del Hobbit.

—Tú y tus khakhaf estarán bien. —Esta vez su sonrisa fue completa, no le sorprendía su mente entorpecida haciéndole decir cosas que nunca estarían en una conversación en la cual hubiera otros oídos para escucharlo.

—¿Yo y mis qué? —Thorin se pellizco el muslo en su búsqueda por evitar palabras el doble de vergonzosas y, a la vez, no reírse de los gestos confusos en el saqueador.

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