CAP. 1 💜

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Narrador Omnisciente 

10 DE FEBRERO

La castaña pasa su mano por su falda, que le cubre tres dedos más arriba de la rodilla, para que esta quede lisa y que su jefe no se lleve una mala impresión de ella.

Un golpe en la puerta hace que sobresalte y se lleve una palma de su mano a la parte de pecho, por el corazón.

—¿Sí?

El hombre le responde—: Marie, te pedí que me dejes el informe en mi escritorio a las nueve. ¿Qué hora es?

La anterior nombrada frunce el ceño y lleva su vista al reloj que tiene en su muñeca, al percatarse de la hora, rueda los ojos, sintiéndose segura de que su jefe no la vea.

—Las nueves y un minuto, señor.

—¿Quieres que te despida o por qué te tardas tanto?

Gira la perilla de la puerta y cuando sale para enfrentarlo, el hombre ya estaba camino a su oficina.

—Ahí voy, señor—alza un poco la voz para que lo escuche, pero lo único que recibe es el sonido de la puerta impactando contra el marco—. Estúpido.

Susurra para ella.

Trota hasta su escritorio, coge rápido el folder en donde estaban las hojas y se detiene en frente de la entrada a la gran oficina.

Pide permiso de entrar y este es recibido de forma rápida.

—Disculpe la tardanza—. «Disculpa, tus huevos» Era lo que en realidad quería manifestarle—. Ahí está, señor.

—Gracias—lo recibe y le da una ojeada rápida—. Que sea la última vez que llegas tarde cuando yo te ordeno algo, ¿Entiendes?

—S-sí. No se preocupe.

—Puedes retirarte—le señala la puerta.

—Esto... Yo quería decirle que...

—Sigue.

—¿Si podría retirarme?

—¿Por qué? ¿Te estás muriendo? —alza un poco su cuerpo para inspeccionarla bien—. Ya veo que no.

—Es que ya terminó mi horario de trabajo.

—Qué pena, te quedas acá y punto.

—Señor, yo-

—Tú nada, ve a sentarte y espera a que yo termine.

—Lo puedo demandar por explotación—intenta defenderse.

—Inténtalo—la reta con la mirada—. Si quieres te doy el número de mis abogados, pero tú los tienes, ¿Verdad? Claro, si tú eres la que los llama.

—Y-yo no quería h-ha-cer—balbucea con la cabeza gacha.

—Cállate y vete, te sentarás en tu maldita silla y esperarás a que me vaya. Sé una buena secretaria.

—Vale—termina por botar el aire y sale despavorida de ahí.

Daniel sonríe cuando no la ve y guarda el folder en el cajón de su escritorio.

Lo cierto es que no tenía nada qué hacer, y se podía haber ido hace unas dos horas, tal vez más, sin embargo, no lo hizo porque quería joder a su frágil secretaria, según él.

—¿Aló? —contesta Marie la llamada de su grupo de amigas—. Sí, sigo en el trabajo.

—¿No terminabas a las ocho? Estamos en tu casa esperando a que salgas para ir de fiesta—le responde Arya—. Mira que hasta he dejado a Tyler con los niños.

SUNKEN© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora