❀ Capítulo 1: Chris, pero no de Christopher.

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¿Cómo describes un día normal? Porque el día en que todo comenzó no fue un día normal para Chris. Planificar es la única cosa que le sale bien en la vida, su rutina se basa en lo mismo todos los días, claro, de eso se trata la rutina ¿no? Pero una rutina para él está bien, sabe lo que hará y eso le permite tener un orden en sus quehaceres. Ha funcionado bien así durante diecisiete años, ¿hay algo que pueda cambiarlo? Por supuesto que sí.

❀ ❀

El sonido constante de la campanilla en la puerta me tenía un poco alterado, significaba que había mucha gente, clientes esperando por su orden para disfrutar de algo dulce y cálido aquella mañana intensa que estaban teniendo los habitantes de aquella ciudad, los clientes habituales conocían la forma de trabajo, los clientes nuevos se adaptarían, así que ofrecí mi mejor sonrisa a las personas que estaba atendiendo junto a la ventana que daba a la terraza del café.

Conocía muchas historias, era algo que me gustaba de trabajar allí y pasar tiempo sentado en las mesas para uno o en la barra cuando era pequeño, solía sentarme a pintar y escuchar conversaciones. No es que sea un chismoso, solo estoy atento a mi entorno.

Volviendo a las historias, las personas que van al café siempre tienen algo que contar, siempre. Incluso si ya han contado la historia una vez, la repiten a la semana siguiente o al mes siguiente. Y yo, Chris, estoy atento para escucharlos, la mayoría de las personas me han dicho que soy un buen oyente, ¿será que si soy un chismoso? No, solo me gusta escuchar como las personas se desahogan, como cuando la mujer del puesto de regalos vino por un trozo de tarta de manzana y me contó la historia del novio que devolvió el regalo porque la novia decidió irse del país sin avisarle, o la historia que me contó el hombre del centro comercial sobre el robo que sufrió la tienda de joyas. Lo que la gente dice me parece interesante, por eso me gusta oír, no soy mucho de opinar, pero a la gente no le importa cuando aprietan mi brazo y me dicen gracias.

La historia que rondaba aquella mañana era un rechazo adolescente, alcancé a escuchar en la conversación de un grupo de chicas de la escuela. Sabía historias de la ciudad, de los vecinos alrededor del café y mi casa, pero no sabía muchas historias sobre los dramas de mis compañeros, así que lo dejé pasar. No me importaba en absoluto.

El pedido consistía en un café helado con leche de almendras, un té de canela endulzado con miel y dos trozos de pastel de frambuesas. Las frambuesas no son mis favoritas, pero la receta de mi madre hace que esas cosas tomen un sabor exquisito. Sonreí a las mujeres en la mesa antes de hacer mi camino al tablero de pedidos, me gustaría tanto estar en la cocina, pero no porque seas el hijo de la dueña puedes hacer todo, así que me conformé con estar oyendo chismes en la sala principal. No, no son chismes.

—Christopher, ¿Qué te dije sobre tu delantal?

Miré mi pecho con un aire inocente.

—Mamá, no tiene nada de malo —respondí mirando el pin de una taza de café levantando pesas con la frase "strong coffee" debajo. Sonreí.

—Es que no entiendo tus chistes —replicó ella fingiendo molestia. Muy bien, no soy el mejor humorista de la familia, pero sé que el chiste de mi pin es tan estúpido que da risa. Y ver reír a mamá compensa lo estúpido que me siento al llevar aquel objeto prendido de mi uniforme de trabajo.

—Los entiendes. Y creo que piensas que soy el hijo más gracioso que tienes.

—Eres mi único hijo.

—Por eso.

Ella besó mi frente antes de desaparecer nuevamente por la puerta de la cocina. Mi madre era una mujer afortunada, su despacho se conectaba directamente con la cocina, por lo que tenía acceso a las galletas recién horneadas.

Como la lluvia en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora