Extra: San Valentín

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¡Hola, guapuras! Tanto tiempo sin vernos por aquí. Les dejo un pequeño especial por el día del amor y la amistad y en celebración por los 25K. Los amo, ¡gracias!

Jade.

- ¿Tienes idea de lo que significa este día para varias personas?

- No, nunca le vi nada especial.

- Cody...

- Tranquila, Rapunzel. Nunca pensé que te tomaras tan en serio estas fechas.

Lo miré como estaba acostado frente a mi con una sonrisa relajada, mi habitación se sentía considerablemente más pequeña cuando estaba él dentro. No sabía si era por su importante presencia o por su porte tan llamativo, sea como sea era embriagador de muchas maneras distintas.

- Todavía no entiendo como es que mi hermano te dejo entrar.

- Dijo que también tendría visita, mencionó unos tales Jordan y Asher, también a...

- Elissa, Rachel, Alisson y Andrew, si. Son amigos de él.

- Buena manera de pasar San Valentín- sonrió con cierta burla-. ¿Y tus amigos, rubia?

- Sabes que no tengo.

- ¿Tiene algo de malo eso? Tienes a Dylan.

- Dylan es tu hermano, él no cuenta.

- Pero es tu amigo, ¿no?- se sentó quedando frente a frente conmigo, se me revolvió el estómago de los nervios a pesar de ya estar acostumbrada a su cercanía-. Dime qué quieres hacer hoy.

Jugué con los dedos de mis manos, el nerviosismo se deslizó por mi sistema. ¿Debería tener ganas de hacer algo? ¿Qué hacían los novios en estas fechas? Ya llevaba algunos meses saliendo con Cody después de enterarme quien era en realidad, conocerlo y toda esa cursilería del cortejo. Era nuestro primer catorce de febrero y ambos estábamos encerrados en mi habitaciones, como los hacíamos mayormente. Aquí o en la casa de Cody, era lo mismo. La misma rutina. Me daba igual porque me encantaba, no necesitaba mucho para estar feliz a su lado, poder besarlo, poder disfrutar de su compañía.

Aún así, una espinita llamada sociedad me estaba molestando en la parte de mi que era cliché y quería reprimir, queriendo obligarme a hacer algo distinto. Algo nuevo. Algo... romántico.

Puse una mueca ante mi pensamiento y escuché como reía por lo bajo.

- Me encanta cuando haces eso de perderte en tus pensamientos y hacer muecas como si hablaras contigo misma.

Ruedo los ojos, mis mejillas se sonrojaron sin poder evitarlo.

- Basta, me vuelves tonta.

- Tontita me gustas.

- Das asco.

- Ay, arisca como siempre. Me encantas.

Bufé para mí misma, él volvió a reír. Su manera de ser tierno y a la vez fastidioso era lindo, pero a veces en verdad me sacaba de quicio.

- Ya deja la mala cara. Venga, que te llevo a celebrar a un lugar que te guste.

***

- ¿Una tienda retro?

- ¡Y venden malteadas!

Miré con extrañeza a mi novio que me dedicó una sonrisa tan grande como si fuera un niño pequeño. Quien diría que ese hombre que se ve tan enigmático y odioso tendría un corazoncito de pollito recién nacido.

Le devolví la sonrisa.

- Me gusta la idea.

- Venga, entonces entremos.

Un olor a polvo viejo, nostalgia y chocolate fundido me invadió apenas cruzamos el umbral de la puerta. Una campanita sonó sobre nosotros. Toda la tienda estaba ambientada como si estuviéramos en los ochenta pero todo era demasiado nuevo como para haber sobrevivido desde esa época, hasta los trabajadores tenían uniformes que asemejaban estar en un tiempo distinto. Casi me sentí como una viajera del tiempo, muy fuera del lugar. Había uno que otro globo de corazón y por los altavoces sonaba la tenue melodía de una canción de Rocío Durcal. Agradecí a mi madre dentro de mí por darme educación musical en eso.

Caminamos por los pasillos, fascinados con tantos estantes llenos de discos y CD's de toda clase de música. Desde lo más viejo hasta lo más actual. Fue gracioso ver un disco de Juan Gabriel en el mismo estante donde tenían espacio los de Harry Styles.

La perfecta conexión entre lo nuevo y lo viejo.

- ¿Te gusta el lugar?

- Lo adoro- murmuré, encantada-. ¿De dónde lo conociste?

Se encogió de hombros-. Dylan.

- Ya, el niño contactos.

- Conoce a medio mundo- paso un brazo por sobre mis hombros, se veía tan relajado y tan pendiente de cada detalle del lugar a la vez, capaz eso siempre me dejaría desconcertada de él-. Dime una canción, rubia.

Ni siquiera tuve que pensarlo demasiado.

- The shining.

- Uh, the neighbourhood. Me gusta la elección.

Nos acercó a una rocola. Si, a una puta rocola. ¿Cómo sabía usarla? No tenía la menor idea. Cody tenía una inteligencia y una perspicacia tan grande que me dejaba embelesada, como en ese momento, que no aparte la mirada de sus dedos metiendo una moneda a la máquina y presionando los botones adecuados. De pronto, la melodía anterior fue cambiada por la de nuestra canción.

Un par de malteadas, varias bromas y muchas canciones después, cayó el atardecer y todavía seguíamos en la tienda. Nos encerramos en nuestra propia burbuja, de amor, de admiración, de complicidad, de intimidad. Fue demasiado lindo. Me agrado haber salido de la monotonía por mucho que me sintiera cómoda estando en ella.

Tomando la segunda y última malteada del día, sentados en la acera frente al lugar después de que haya cerrado el lugar con las estrellas brillando sobre nosotros, Cody Parker se volvió a mí y me sonrió como solo él sabe hacerlo.

- Feliz día, mi querida Rapunzel.

- Feliz día, mi Flynn Ryder.

Se inclinó, sentí la sonrisa rozandome el oído mientras susurraba.

- Querida, Jade: amé el día contigo y la manera en que tu sonrisa se iluminaba con cada canción que escuchábamos y bailábamos juntos. Te amo, novia. Atentamente...

Lo interrumpí, pasando mis manos por su cuello y acercándome tanto que nuestros labios se rozaron con una ansiedad anticipada de ya cortar la casi inexistente distancia para por fin besarnos terminé por decir:

- Mi amado chico de las notas.

Algo más que palabras. [REESCRIBIENDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora