En el cuarto piso de un edificio cochambroso de un barrio humilde del centro unos niños están sentados alrededor de la televisión viendo un programa infantil de dibujos. Son tres hermanos, el mayor de todos tiene doce años, el mediano ocho y la pequeña seis. Mientras ellos ven la televisión se oye el sonido de la puerta de la calle y aparece en el salón un hombre grande, gordo y desaliñado.
- ¿Ya habéis comido? - le pregunta el hombre a los niños.
- No había mucho en la nevera, hemos comido lo que nos bajó ayer la vecina.
- Muy bien. Yo me voy a ir en un rato al bar. - le contesta el hombre mientras se sienta en uno de los sillones.
- ¿Vuelves para cenar? - le pregunta el mayor de los chicos.
- ¿Acaso tengo que darte explicaciones? Menudo chaval... - dice entre dientes.
Los chicos siguen viendo la televisión mientras el padre se levanta y abre la nevera en busca de una cerveza.
- ¿Dónde están las birras? - grita el padre desde la cocina.
- No quedan papi, te las terminaste anoche ¿te acuerdas? - dice la niña pequeña mientras se levanta y va corriendo a la cocina. - ¿Me has traído un regalo?
- Joder... - dice mientras cierra el frigorífico - ¿Un regalo por qué princesita?
- Por mi cumple papi, hoy es mi cumple.
- ¡Ah! Claro que sí princesita, papi te ha comprado un súper regalo, pero se lo ha dejado abajo. Voy a buscarlo ahora mismo.
La niña vuelve contenta al salón a seguir viendo el programa. El hermano mayor se levanta y va hacia su padre que se está volviendo a poner el abrigo para bajar a la calle.
- El señor Mateo me dijo que podía prestarnos algo de dinero, y que podía comprar una tarta y celebrar el cumple de María en su casa.
- ¡No! ¿Acaso el señor Mateo cree que no puedo mantener a mi familia? Cuida de los renacuajos, voy a la tienda... y al bar. - rebusca en los bolsillos del abrigo - ¿Tienes dinero en tu hucha hijo?
- Creo que me queda algo...
- Perfecto.
El padre coge la hucha del hijo y se mete en la cartera todo el dinero que se encuentra.
- Lo dicho, cuida de tus hermanos.
Cae la noche y el padre aparece dando tumbos por el pasillo. En el recorrido al salón tira uno de los cuadros del pasillo despertando a sus hijos que estaban ya durmiendo. La pequeña sale corriendo a su encuentro.
- ¿Papi me has comprado el regalo?
- Sí, es un regalo muy especial, es único en el mundo...
Al terminar de decir eso corre torpemente debajo de la cama de la niña, se mete debajo y al rato sale.
- Te he traído a un amigo, lo que pasa es que no le gusta la luz, y necesita estar debajo de la cama.
La niña sale corriendo a su habitación y se mete debajo de la cama en busca de ese nuevo amigo. En cambio el hijo mayor mira a su padre con una mezcla de asco y decepción en sus ojos.
- Pero papi aquí no hay nada.
- Sí, es un amigo, lo que pasa es que es invisible, tú tienes que imaginártelo.
La niña no termina de entender el regalo, pero entre el cansancio y la inocencia abraza a su padre y se acuestan todos.
A la mañana siguiente la niña amanece muy emocionada.
- Papi me encanta mi nuevo amigo. Hemos estado hablando toda la noche, es muy majo.
- Me alegro princesita, y ahora desayuna.
- ¿Me lo puedo llevar debajo de la cama para desayunar con él?
- Vale haz lo que quieras. - le responde el padre mientras ve la televisión sin hacerle mucho caso.
La niña se pasa tardes enteras debajo de la cama, ya no sale a ver la tele con sus hermanos, ni juega a no ser que sea debajo de la cama.
- Princesita sal aquí un momento.
- ¿Qué pasa papi?
- Hoy nos va a cambiar la suerte, mira lo que tengo aquí. - y le enseña a la pequeña un billete de lotería - ¿Quieres ayudar a papi a elegir los números?
- Vale papi, pero espera, que le pido ayuda a mi amigo.
- Si tú quieres.... - dice el padre mientras se ríe.
La niña sale corriendo y se mete debajo de la cama.
- Tu amigo tiene que decirme cinco números princesita.
- Mi amigo dice que el primer número es el 7.
- Genial, ¿y el siguiente?
- Dice que es el 9. Y el siguiente es el 3. Y dice que el siguiente es el 4...
- ¿Y el último número princesita?
- No me lo quiere decir, dice que ya no me va a decir más.
- Venga princesita, solo uno más.
- Dice que ese lo pongas tú.
- Pues vale, pondré el uno. - dice el padre mientras apunta un número al azar - Esta noche sabremos si hemos ganado algo.
Por la noche el padre enciende la televisión y se sienta ansioso en el sillón con el billete de lotería en la mano.
- Y el billete premiado es... - dice el presentador de televisión - ¡El 7-9-3-4-3! Enhorabuena amigos.
El padre asombrado deja caer al suelo el billete de lotería mientras se gira lentamente hacia la habitación de la niña, donde estaba ella ya durmiendo.
- Es imposible... ¿cómo puede ser?... si no hay nada... no puede haber nada... ¿pero cómo ha acertado?... no puede ser.... - susurra el padre mientras se aproxima a la habitación.
Abre lentamente la puerta y se encuentra a la pequeña dormida abrazada a su conejo de peluche, lentamente se aproxima a la cama y se arrodilla ante esta. Levanta las sábanas que estaban colgando y mete debajo de la cama la cabeza. Está todo oscuro y no ve nada, saca la cabeza y coge el mechero de su pantalón. Vuelve a meter la cabeza debajo de la cama y prende con cuidado el mechero. Delante de su cara ve un rostro oscuro, con tres agujeros profundos en la cara y el rostro susurra de una forma casi ininteligible...
- No tendrías que haber bajado.
Esa noche los bomberos tuvieron una llamada de emergencia porque la cuarta planta de un edificio cochambroso de un barrio humilde quedó completamente arrasada por un incendio voraz y repentino que dejó cuatro víctimas mortales, un hombre de cuarenta y tres años y tres niños pequeños.
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Terrores más profundos
TerrorHistorias cortas de miedo que harán que se te ericen los pelos, pero recordad no leerlas por la noche...