En una casa de barrio, en la cuarta planta de un bloque de pisos comunes, en la segunda puerta del pasillo izquierdo, vivía una familia corriente, con problemas para llegar a fin de mes, dos hijos, un perro al que había que sacar a pasear cada mañana y cada tarde.
Los dos padres se conocieron en el instituto, y llevan juntos desde entonces. Él le propuso matrimonio a ella al cumplir los veinticinco y ella aceptó sin pensarlo. No tenían mucho dinero, pero encontraron la casa perfecta en un barrio obrero que estaba emergiendo. No había más que unos cuantos bloques sueltos en medio de la nada cuando encontraron el sitio donde iban a formar una familia. En el presente ese mismo barrio ya contaba con calles, tres avenidas y pronto abrirían un centro comercial.
La mujer se quedó embarazada a los dos años de casarse, después de dos abortos y algunos tratamientos de fertilidad llegó Andy, un niño sano que nació en una noche fría de enero. Los padres estaban llenos de dicha y felicidad, no se imaginaban algo mejor que un niño inundando cada rincón de la casa con sus risas, sus pequeños piececitos dando los primeros pasos... hasta llegar a tener que perseguirle por toda la casa. Incluso la idea de sus llantos llenaba de felicidad a la joven pareja. Andy fue creciendo, era un niño sano y feliz, y cuando este cumplió los cuatro años la joven madre volvió a quedarse embarazada.
A este segundo hijo le esperaban con dicha también, pero a su vez con preocupaciones, ya sabían los gastos que conllevaba tener un hijo, y a él lo acababan de despedir del trabajo, solo había un sueldo en la casa y un niño que estaba a punto de entrar en el colegio. La madre temía por el futuro económico de la familia, pero sabía que iban a salir adelante, y así fue. El segundo hijo nació, y aunque la familia notó el aprieto, consiguió salir a flote, el pequeño nació con algunos problemas de salud, lo que hizo que al principio la familia pasara por muchos apuros, pero todo mereció la pena cuando el pequeño Ben pudo llegar a la casa cuatro meses después de nacer.
Toda la familia era feliz, y siguieron así durante doce años. Pero todo cambió en una noche.
Andy estaba en su habitación, una ráfaga de aire frío proveniente de la ventana hizo que tuviese un escalofrío, se levantó y la cerró de golpe. Se volvió a meter en la cama, se tapó y se quedó dormido al poco tiempo. Empezó a tener una pesadilla, soñaba con que un ser oscuro le perseguía por la calle, le hablaba, aunque no entendía lo que decía, aquel ser empezaba a gritar y aceleraba su marcha contra Andy. Le atrapaba, le agarraba por el cuello y le ahogaba poco a poco mientras continuaba hablando a Andy en esa lengua ininteligible.
Andy se despertó de golpe sudando y se sobresaltó cuando en la puerta se encontró a lo que parecía ese ser con el que había soñado, encendió rápidamente la luz de su mesilla y vio que se trataba de una ilusión. Volvió a taparse algo sobresaltado y tras un rato consiguió volver a dormirse.
El joven a la mañana siguiente seguía algo sobresaltado, pero ya con la calma de que todo había sido una mala noche y que ya había pasado todo. Se empezó a vestir y a lavarse los dientes, y cuando levantó la cabeza y se miró en el espejo se asustó al ver que en el marco de la puerta parecía estar aquel ser oscuro, pero al girarse no vio nada, todo era su mente jugándole una mala pasada.
Esa misma noche Andy se metió en la cama algo temeroso por aquel ser que le atormentaba, pero decidió no pensarlo mucho y dormirse, pero esta vez con la puerta cerrada. Esa noche volvió a soñar con ese ser, soñó que él se encontraba estaba dentro de su casa, y el ser estaba fuera de esta, en la calle, mirándole desde abajo, y cuando Andy se asomó a la ventana el ser le saludó. Andy se alejó de la ventana y cuando volvió a asomarse el ser oscuro ya no estaba allí, suspiró aliviado y al darse la vuelta el ser estaba justo delante de él. Andy abrió los ojos muerto de miedo, intentó saltar de la cama, pero no podía, no podía moverse, no sentía su cuerpo, intentó gritar para avisar a su madre, pero no salía más que un leve gemido de su garganta. En medio de esa parálisis empezó a notar como algo le ahogaba, y en su campo de visión apareció él, el ser que le atormentaba en sueños y que parecía perseguirle, pero esta vez no era un sueño, era real, ese ser estaba ahí con él, ahogándole, y empezó a hablarle en esa lengua que no conseguía descifrar. Andy se empezaba a quedar sin aire, y la sombra empezó a gritar, Andy abría tanto los ojos que parecía que se le salían los ojos de sus órbitas, el miedo invadía cada célula de su cuerpo, hasta que todo acabó.
A la mañana siguiente su madre le encontró en la cama, meado y con la boca completamente abierta por una fractura en la mandíbula. Llamó a emergencias, y una vez estaban en el hospital le dieron la noticia de que su hijo se encontraba en coma.
Todas las noches Andy recibe la visita de ese ser, nunca estará solo, y no puede moverse ni huir...
Pensaba que dormía solo, pensaba que iba a descansar, pero lo que no sabía era que nunca nadie duerme solo, siempre estamos siendo vigilados por ellos, por las sombras.
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Terrores más profundos
HorreurHistorias cortas de miedo que harán que se te ericen los pelos, pero recordad no leerlas por la noche...