CAPÍTULO 2

23 6 4
                                    

26 de junio, sábado

Esta mañana, he bajado a la piscina como de costumbre y he visto un grupo de chicos haciendo mortales. No estaban nada mal pero había uno que destacaba más que el resto. Era guapísimo. Alto, 1'80m calculo, con los ojos verdes. Su piel morena por los rayos del sol resaltaba sobre su liso pelo castaño. Estaba fuerte, muy fuerte pero, en su mirada se veía un haz de delicadeza.

Como habían visto que yo estaba sola, haciendo largos en la piscina, me preguntaron si quería acompañarles. ¡Qué vergüenza y qué ilusión! Un tsunami de emociones invadió mi cabeza y mi corazón.

El chico alto se llamaba Alex, un nombre precioso a mi parecer. Era catalán pero hacía ya varios años que se había mudado a Valencia. Se le notaba un poco en el acento.

También estaba su hermano pequeño, Pablo. Tenía 13 años, tres menos que yo. Era guapo pero todavía no estaba tan desarrollado como el mayor.

La tercera persona era su primo Gabriel, -Gabi para los amigos- me dijo.
Era de Navarra y solo estaba allí de visita durante un par de días. Aún así, estaba encantada de haberles conocido.

Los tres fueron muy amables conmigo. Jugamos al waterpolo e hicimos peleas de caballitos. No sé cómo pude llevar a Gabi a mis hombros, con lo floja que soy.

Cuando ya consideramos que habíamos estado bastante en el agua, salimos a tomar un rato el sol. Noté que Alex me miró varias veces pero no le dije nada, quería disfrutar del momento. Nos lo estábamos pasando tan bien que me pidieron que fuese a su casa a comer. Estaba deseando que no acabase nunca el día.

Vivían en uno de los áticos más caros del residencial y, además, uno de los más bonitos, por no decir el que más. Las rosas del jardín junto con las plantas trepadoras, le daban un aire de libertad y alegría.

El suelo de parquet y los muebles blancos hacían de ella una casa moderna.

Después de comer, pasamos un rato en el cuarto de Alex. Era amplio como el resto de la casa. Tenía un espejo de cuerpo entero a la derecha de la puerta y un cuadro de la ciudad de Nueva York a la izquierda. Sus cortinas azules combinaban a la perfección con las sábanas a rayas. Tenía muy buena iluminación gracias al ventanal que iba de una punta a otra de la estancia.

Nos sentamos en la cama y estuvimos hablando durante un buen rato de cada uno, para conocernos mejor.

Pablo habló sobre el fútbol. Dijo que de momento no quería salir con nadie. Según él, las chicas somos un peñazo y prefiere pasar el rato con sus amigos. -Que le den- pensé. -No todas somos iguales-.

Gabi mencionó que hay una chica que va detrás de él pero no le hace ni caso. Por su forma de hablar y de comportarse creo que es gay; es bastante sentimental. Me parece muy bonito que no se avergüence de cómo es.

Yo les dije que hacía un par de meses rompí con mi novio porque era un cretino de aúpa. Todo ocurrió cuando salí a dar una vuelta para despejar la cabeza y me lo encontré en un banco con una chica sentada sobre sus rodillas. Iban a darse un beso en el momento que yo salí corriendo mientras lloraba.
-Soy una chica independiente y con sentimientos fuertes por eso, no se me hace llorar fácilmente- les expliqué. -Aunque la ruptura me afectó más de lo que esperaba por fin he conseguido superarlo.-
Nunca podré borrar esa imagen de mi cabeza.

Alex contó que él hacía boxeo, con razón está tan bueno. Había salido con un par de chicas pero todas fueron relaciones cortas que acabaron volviéndose tóxicas.
-Pero ahora estoy conociendo a otra chica, parece muy maja- dijo también.
Que pena. Sabiendo eso pensé que no se iba a enamorar de mí. Ojalá me equivocase.

Estábamos pasando una tarde estupenda hasta que recibí un mensaje de mi madre diciendo que volviese ya a casa. Era una pena pero si no le hacía caso me la iba a cargar. Afortunadamente, hemos quedado mañana para ir a jugar a basket.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora