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siete días antes de la boda.

[♥︎]

Este día era diferente, incluso se sintió más fresco al despertar. Comprendió por la bella melodía del piano que Yeonjun no iba a hacerle daño y que tal vez estaba siendo demasiado duro con el mayor por sus problemas con si mismo, y eso no era nada justo para ninguno de los dos, aquel azabache le demostró que era alguien diferente, que podía confiar en él, y que no era como ninguna de las demás personas que había conocido en su reino, eso, por alguna razón, le fascinaba y, a la vez, lo hacía sentirse terriblemente mal; no era digno para estar con alguien como el mayor y tener el descaro de fingir ser una doncella delante de el. Ignorando esos estúpidos sentimientos que no hacían más que arruinar su confianza, arregló un poco su largo vestido para salir de su habitación y vagar por los pasillos, buscando al famoso príncipe Choi.

Sintió una mano tocar ligeramente su hombro, provocando que frenara y alzara su vista solo para encontrarse con un sonriente Yeonjun.

- estaba buscándote.

- me dirigía a tu habitación. - respondió el menor mostrando una dulce sonrisa

Yeonjun soltó una pequeña risa por lo bajo.
- ¿Qué quieres hacer en nuestra cita de hoy?

- ¿Estamos teniendo "citas"? - entrelazó sus dedos, estirando sus brazos hacia abajo.

- creo que sí, ¿Estamos saliendo ahora? - bajó un poco hasta la altura contraria, con un tono de broma en sus palabras.

"La princesa" soltó una risa, negando un poco con su cabeza. - que tonto eres - tomó una de las manos ajenas, tirando de ella para que lo siguiera.

- entonces... ¿A dónde vamos? - cuestionó, siguiendo a la linda princesa.

- a la biblioteca.

- ¿A la biblioteca? - ladeó un poco su cabeza, la verdad era que incluso estando en su hogar y a pocos pasos de su habitación, eran contadas con los dedos de una mano las veces había pisado esa gigantesca habitación.

- tú me mostraste lo que más amas hacer... yo también quiero hacerlo. - se explicó mientras observaba las puertas, haciendo un poco de memoria para recordar cual de todas era su destino.

- ¿Te gusta leer?

- adoro, amo leer. - corrigió, mostrando sus blancos dientes en una bella sonrisa, mientras abría la puerta de la biblioteca y soltaba la mano ajena a medida que entraba a la misma. - ¿Te sorprende? - dirigió su vista hacia él, para luego desviar su mirada hasta los libros que estaban en los altos estantes, pasando las yemas de sus dedos en cada uno de ellos.

- bueno... Todas las princesas que he conocido suelen tener de actividades favoritas cosas como montar a caballo o la danza. - se encogió de hombros, tomando el primer libro que encontró.

- mi madre es muy... sobreprotectora... - hizo una ligera mueca. - mi única diversión eran los libros,
- volteó hacia él, alzando el objeto nombrado. - siempre me gustó aprender cosas nuevas o imaginar que soy la protagonista de las historias.

- suena divertido, - esbozó una sonrisa y abrió el libro que tenía entre manos, leyendo un poco por encima. - Deberías recomendarme un libro.

- el que tienes en mano es una linda historia de amor. - dejó el libro que había tomado en donde estaba para tomar otro que lucía interesante.

- ¿Ya lo has leído?

- Tengo el mismo en mi reino,- se encogió de hombros restándole importacia. - debería volver a leerlo cuando quiera escapar de ti.

- oh, así que aquí estabas escondida, ya sé donde debo buscarte.

- dios, tengo que encontrar otro escondite. - se acercó a él, arrugando un poco su nariz. - aunque... ya no quiero esconderme de ti, sé que no vas a lastimarme, ¿Cierto? - alzó su profunda mirada, recibiendo un amigable gesto afirmativo, esbozó una sonrisa ante aquello.
- siento haberme cerrado a ti, quiero que me conozcas, pero me asusta que me des la espalda si lo haces, nunca antes alguien se había interesado tanto en mi... - bajó su mirada, haciendo una pequeña mueca de tristeza, se sentía patético.

El azabache observó a la pequeña princesa que se veía tan asustada al hablar, ¿Qué era lo que podía atormentarla de tal manera? Era imposible que hubiera hecho algo malo en el pasado y sus propias consecuencias la persiguieran constantemente hasta el día de hoy, Bomi no se veía como esa clase de persona y, por lo poco que había podido ver en ella, sabía que realmente no lo era, sea como sea, seguiría a su lado a pesar de lo que fuera.

Tomó con delicadeza ambas delgadas manos de la contraria, acercandolas hasta sus propios labios para poder dejar un pequeño beso en ellas y luego soltarlas poco a poco.

- no voy a juzgarte, princesa, puedes confiar en mi.... daré lo mejor de mi para que te sientas cómoda y afrontemos tus problemas juntos.

Beomgyu observó los ojos contrarios y notó que nunca había recibido una mirada tan sincera, estaba completamente perdido por el bonito príncipe con una curiosa apariencia de ángel.

[...]

Había pasado un poco más de media hora desde que la aparente princesa comenzó a leer uno de esos gruesos libros, por parte de Yeonjun, este copió su acción y comenzó a leer un libro elegido al azar entre todos aquellos guardados, pero el último mencionado no habría durado mucho tiempo hundido en la lectura, puesto que leer no era su pasatiempo favorito, cayó dormido unos minutos después de comenzar junto a Beomgyu.

Durante el tiempo que alcanzó a estar consciente antes de caer en un largo sueño, pudo ver que, aunque le costara admitirlo, de cierta forma le daba una linda sensación de paz ver a la joven dándole tanta dedicación a su lectura.

En estos instantes Yeonjun dormía silenciosamente con su cabeza recostada en las piernas del menor, mientras el príncipe de Enaak detuvo su lectura pasajera por un par de segundos para admirar al mayor durmiendo plácidamente en su larga falda.

Aprovechó ese lapso de tiempo para detallar cada facción y rasgo del bello y pacífico rostro frente a él, desde sus pequeños ojos hasta sus gruesos labios con aspecto de un tierno patito, desde su lacio cabello oscuro hasta su lindo mentón, parecía casi irreal...

[♥︎] Princesa Choi ; 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora