Capítulo 41 "Respiro"

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Eso tenía que ser una broma, los dos oficiales que lo escoltaban estaban en el suelo y Mauricio salía del rancho a toda velocidad manejando el auto de la policía, por supuesto los demás lo siguieron y de nuevo el temor de que escapara.

Regresamos a la casa viendo a Dul atendiendo a algunos empleados que habían sufrido quemaduras al intentar detener el incendio.

— ¿Cómo están? —pregunté al par de empleados con quienes nos cruzamos en el camino.

—Estaremos bien, la doctora dice que afortunadamente no fueron quemaduras graves.

—Me alegra escucharlo, vayan a descansar.

—Buenas noches patrón.

Llegamos a la casa justo cuando el último empleado se iba. De inmediato me rodearon esos conocidos brazos.

— ¿Qué te pasó? —preguntó viéndome con suma preocupación.

—Me agarré a golpes con Mauricio—suspiré.

—Tengo que curarte esas heridas—tomó mi mano comenzando a caminar hacia las escaleras.

No me negué, pero tenía que decirle que Mauricio había huido.

— ¿Y Valentina? —pregunté al no verla en la habitación.

—Está con Pachita y los niños en la habitación de aquí al lado—solo asentí.

—Cariño—suspiré—, Mauricio huyó de nuevo.

— ¿Qué? —me vio fijamente— ¿Cómo?

—Les disparó a los oficiales que lo escoltaban y escapó en el auto de la policía.

—Pensé que esta vez lo habían atrapado.

—Nosotros también, hasta que escuchamos los disparos, los demás autos se fueron tras él.

— ¿Y los caballos?

—Tuvimos dos pérdidas—suspiré—, los potros que apenas habían llegado.

—Lo siento mucho—colocó su mano sobre mi mejilla.

—Tendremos que comprar otros, por ahora, lo que necesito es una ducha, o tal vez un baño de tina.

—Sí, yo creo que eso te ayudaría a relajarte.

— ¿Me acompañas?

—Claro—sonrió.

Entramos a la tina ya lista, se acomodó detrás de mí, sus manos masajearon mis hombros y acariciaron cuanto quiso, comencé a relajarme y me dediqué a disfrutar el roce de sus manos y el resto de ese maravilloso baño.

Me senté en el sillón junto al balcón mientras ella tomaba del botiquín lo que usaría para curar mis golpes, sonreí cuando se sentó sobre mis piernas y comenzó con lo suyo.

— ¿Estás bien? —preguntó mientras colocaba un par de cintas mariposa en mi frente.

—Sí—suspiré—, solo me quedé pensando en si esta vez sí arrestarán a Mauricio o no, sigue haciendo daño y por lo visto no tiene pensado detenerse, me aterra...—el ruido de alguien tocando a la puerta me interrumpió—adelante.

— ¿Puedo pasar? —era Poncho.

—Sí, pasa.

Caminó hacia nosotros pero no lograba descifrar su expresión, algo había pasado, de eso estaba seguro.

— ¿Qué sucede? —pregunté viéndolo.

—Llamaron de la policía, es sobre Mauricio.

— ¿Lo detuvieron? —ambos lo vimos.

A Rienda Suelta (Vdy) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora