Esperé a escuchar cerrarse la puerta de la calle y entonces solté todo el aire en mis pulmones, me sentía aliviada de que Maite no le dijera lo del embarazo, pero ahora lo tendría sobre mí y en algún momento lo iba a notar, tenía que marcar distancia antes de que eso pasara, a pesar de que su hermana había robado la grabación de mi celular la verdad es que no me molestaba, al final de cuentas lo hizo por un bien y valoraba mucho el hecho de cumplir su promesa.
Salí a cenar con Christian, necesitaba contarle lo que había pasado en esos dos días; llegué al restaurante viendo que ya estaba ahí.
—Hola doctorcita—me recibió con un abrazo y un beso en la mejilla— ¿Estás bien?
—Sí—suspiré—, es solo que...
— ¿Todo bien con mi sobrino?
—Sí—sonreí—, todo bien con eso, es otra cosa, pasó algo.
— ¿Qué? —preguntó mientras nos sentábamos.
—Ayer que fui a ver a Gustavo me encontré ahí con Maite, escuchó la grabación y como pudo, la sacó de mi celular para mostrársela a Christopher.
— ¿Y qué pasó? —me veía sorprendido.
—Pues, hoy llegó Christopher a mi consultorio y me pidió perdón, lo perdoné, claro, pero él pensó que con eso íbamos a regresar, y no, la verdad es que con eso no basta.
— ¿Y del bebé?
—De eso no sabe nada, ni lo sabrá.
—En algún momento se dará cuenta.
—Lo sé, y ya estoy pensando qué hacer.
Lunes, llegué a mi consultorio viendo un precioso arreglo de peonias rosas en la mesita de la sala, mi corazón dio un brinco, tomé la nota y comencé a leer.
"Jamás me rendiré, te amo y me encargaré de demostrártelo cada día. Christopher"
Suspiré, tiré la nota a la basura y llamé a Evelyn.
—Dígame—apareció la joven en mi puerta.
— ¿Quién trajo esto? —señalé el arreglo.
—El joven Christopher, están preciosas...
—Te las regalo, llévatelas de aquí.
—Pero...
—Evelyn, por favor, y asegúrate de que si vuelve a mandar o traer algo alguien se encargue de devolverlo.
—Está bien doctora—tomó el arregló y salió de ahí.
—Te las llevas a tu casa, no las quiero ver aquí.
—Claro—asintió y cerró la puerta tras ella.
Fueron varios días en los que diario llegaba algún arreglo floral con una nota, mismos que se iban de regreso a él, además de que más de una vez se había presentado ahí buscando hablar conmigo, cosa a la que siempre me negué. Era casi fin de semana, entré al consultorio viendo que Evelyn no estaba en la recepción, pero sí estaban sus cosas, tal vez había salido un momento, dejé una nota en su escritorio y entré a mi oficina viéndolo entonces, sentado en uno de los sillones.
— ¿Qué haces aquí? —arqueé una ceja.
— ¿Por qué devuelves todo lo que te mando?
—Porque no quiero nada que venga de ti—suspiré caminando hacia mi escritorio.
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A Rienda Suelta (Vdy) ©
RomanceUna vida libre y sin compromisos, sin deseo o intención de cambiarlo, una familia unida y una carrera en la charrería consolidada, dinero, mujeres y fiestas ¿Qué más podría querer? Nada, o eso pensaba Christopher hasta que la llegada de una hermosa...