Capítulo 2

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El invierno ha llegado una vez más a Arendelle, pero yo no estoy ahí para verlo

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El invierno ha llegado una vez más a Arendelle, pero yo no estoy ahí para verlo...

Empezaba a caer la primera de muchas nevadas en la ciudad de Praga, en la República Checa. La mayoría de sus habitantes caminaban despreocupados, como si el frío no les afectase en lo más mínimo. Aun así, había uno que otro a quien el súbito cambio en el tiempo le había sorprendido, seguramente no habría leído el periódico de esa mañana.

Corría principios del siglo XX y Europa se encontraba en constante cambio. Conflictos y nuevos descubrimientos eran el pan de cada día en esa época.

Conforme la nieve caía con mayor intensidad, la gente se refugiaba en algún negocio, o bien, en sus casas. Todos menos Elsa, quien observaba la emergente belleza de la ciudad europea.

Había viajado por tanto tiempo que casi olvidaba el siglo en el que se encontraba. Mientras caminaba, vislumbró a una vitrina de lo que parecía ser una librería. Le había llamado la atención un libro, no tenía idea de que trataba, puesto que estaba escrito en un idioma que nunca había leído. Sin embargo, la portada es lo que le había llamado la atención: era una mujer. Algo en esa mujer le parecía conocido. ¿Era..., ella? Por supuesto que ese pensamiento era absurdo. ¿Qué haría ella en la portada de un libro? Sin embargo, el semblante que presentaba la dama del libro era frío. Frío como la nieve, triste y sin lugar a dudas, solitario.

Elsa decidió seguir su camino, no era seguro pasar mucho tiempo en esa ciudad, ni en ninguna en específico. La realidad era que, muy para su pesar, su destino era vivir en el exilio y soledad.

Al pasear por las hermosas calles y ver a los praguenses buscar refugio, poco a poco sus recuerdos empezaron a despertar del largo letargo que ella misma se había propuesto a enterrarlos.

Nuevamente, los recuerdos del día en que tuvo que irse de Arendelle comenzaron a emerger...

Cuando salieron del castillo aquella lejana ocasión, ya era de noche. En la entrada principal había un montón de rocas, pero lo cierto era que no eran rocas normales. Kristoff se acercó a una y comenzó a hablar.

―Ya está bien, pueden dejar de fingir. El campo está libre.

Una vez que terminó de hablar, las rocas poco a poco empezaron a tomar un aspecto humanoide. La más cercana a Kristoff comenzó a hablar:

―¿Estás seguro? ―preguntaba, mientras hacía ademanes a Kristoff con el objetivo de que él se acercase en tono de confidencialidad―. No quisiéramos que después de todo nuestro esfuerzo, nuestra existencia quedara descubierta.

―No te preocupes, mamá. Todo está despejado ―Kristoff trató de tranquilizar a su madre adoptiva.

Bulda le miraba con un semblante triste. Después de todo ese tiempo ella nunca creyó que se despediría de su hijo de esa manera. Sentía un vacío inmenso al dejar a su hijo... y nietos de esa manera. Sin embargo, la decisión estaba hecha. Era por el bien de su tribu y no se podía hacer nada más.

Frozen Heart (Corazón helado).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora