CAPITULO 1: RESPONDO A TU LLAMADO

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Entre la fría nieve rodeado de sus hermanos de la guardia, trataba de llegar hasta el hombre que tenía información sobre uno de sus tios, algo que desde hace muchos años había perdido la esperanza de poder encontrarlo, entre peldaños de madera en una solitaria esquina del patio, no lo esperaba persona alguna, solo un triste letrero con una única frase grabada, traidor. La duda siendo plasmada en su mirada de acero, sustituida por temor, girándose ante los hombres vestidos de negro que lo rodeaban, estos lo veían con desprecio y odio.

Las palabras nunca salieron de su boca, pues uno de los hombres se acercó a él, la fría mordida de una daga perforo su piel, lo paralizo, otro hombre se acercó, el frio de la daga perforando sus costillas fue insoportable, otro más, este retorció el acero en clara furia, sus piernas no soportaron más y se desplomó en el suelo, arrodillado otro más y sin contemplación acertó con el arma, el dolor lo comenzaba a entumecer, otro más, otra mordida gélida, un gemido lastimero escapo de sus labios, otro más, sangre brotaba de su boca, sus labios se volvían azules, su mirada se perdía en la oscuridad, el ultimo era solo un niño que el resguardo bajo su protección, su mirada de cólera, el odio y desprecio, lo estremecieron, esa mirada ya la había visto, toda su vida siempre lo habían mirado así, su padre, sus tíos, sus hermanos, sus propias madres, su abuela e incluso sus supuestos amigos, solo por no ser lo que esperaban, pero algo, solo una persona nunca lo miro de ese modo, siempre había algo en su mirada violeta que lo hacía sentir amado. La ultima mordía fue la más dura, perforando su corazón, fue insoportable, desplomándose en la nieve, su sangre la comenzó a pintar y de sus ojos lágrimas de rabia, tristeza y dolor escapaban, sus negros risos esparcidos cual corona de obsidiana en el suelo. Lo último que escucho fueron las palabras que acompañaban a cada traicionero golpe

"Por la guardia..."

La guardia, pensó que había hecho lo correcto, él había visto el verdadero mal y así se lo pagaban, cuanto odio puede haber en el corazón de los hombres para no ver que solo existe la vida y la muerte, ahora con el sonido de las botas crujiendo en la nieve y el calor de las antorchas desaparecido, ya hacia solo en el suelo con la nieve a su alrededor, debajo de un letrero con un título más añadido a su nombre, un traidor, así sería recordado o como el príncipe oscuro o recordado como la causa de una de las guerras más grandes del reino, su vida por la de cientos de miles o su nombre solo se perderá entre los anales de la historia como muchos otros antes que él, esa era la pregunta, su sangre formando un charco, su mirada perdida, incapaz de hablar, de moverse y en pocos momentos de respirar. Con sus últimas fuerzas de su bolsillo tomo un dije, su más preciada posesión, un dije que ella le dio cuando se marchó con lágrimas tan gruesas como sollozos lastimeros ante su partida, un dije con la forma de un dragón de tres cabezas entrelazado con un lobo, lo apretó en un último intento de aferrarse a la vida, cuando duro apretó pero simplemente ya no tenía la fuerza necesaria, el dije se escapó de sus manos ahora muertas, sus ojos sin vida, su respiración inexistente y su corazón ahora acabado. Con su último suspiro solo un nombre salió de sus labios en una última exhalación

"Visenya...."

=(Pongan la música desde aquí hasta el final)= 

En ese triste recóndito del patio, su cuerpo ya hacia sin vida, pero su sangre se esparcía en formas y trazos extraños, una marca roja apareció en el dorso de su mano con la cual hace momentos sostenía el dije. Un circulo extraño se formó bajo su cuerpo, la nieve se evaporaba irradiando el calor de una hoguera, estos trazos comenzaron a brillar cual llamarada en un torrente de luz que era más alto que la construcción más alta en todo el reino, el muro. Todos dentro del castillo y en lo más alto del muro miraban esto con asombro, algunos con terror así como tantos otros que se arrodillaron y empezaban a rezar, nadie podía creerlo, todos menos un anciano centenario, que lentamente con lágrimas deslizándose de sus ojos color perla, se acercaba extendiendo una mano sintiendo el calor que desprendía cual bella hoguera evaporando toda la nieve a su alrededor, desde un balcón una hermosa mujer vestida de rojo miraba con asombro esto, sujetando su colgante dijo algunas palabras en un idioma extraño sin dejar de mirar el cuerpo que originaba ese resplandor, lejos del muro, el campamento de las personas del pueblo libre, miraban esa luz con asombro pues sabían de donde provenía. El corazón del norte, el reino más grande de los siete reinos, su capital, Winterfell donde ondeaba la bandera del lobo Huargo y aquellos que lo habitaban miraban el inmenso torrente de luz a la lejanía, despejando el cielo como un faro guía y en el bosque de los dioses el árbol del arciano, sus ojos y boca comenzaron a brillar. Nadie sabía que era esto, nadie podía hablar, pero algo sin duda inaudito y estremecedor estaba ocurriendo, algo que cambiaría para siempre el destino de todas las personas fueran nobles o plebeyos, por todo el reino torrentes de luz se alzaban, un castillo donde la bandera de un león dorado ondeaba, en un barco atracado frente a un castillo donde las olas golpeaban con fiereza, en el caluroso desierto, dentro de una torre el estandarte de una serpiente junto a una lanza, danzaba con violencia, dentro de unos bellos jardines rodeado de exquisitas flores, unas suaves rosas perdían sus pétalos, un puente abría sus rejas para dejar pasar el rio, un aciano reía de manera repulsiva pues su puente es su fortaleza y su castillo. 

FATE: Game of ThronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora