Texto inicial

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Una tarde de verano, con el suelo abrasador, sin gente circulando y sin un rincón de sombra, decidí salir a hacer deporte. Me dirigí hacia la costa, ya que estaría más habitada y con ambiente veraniego. Al llegar allí, un chico bastante alto me contó que le pareció ver la aleta de un tiburón. Sin embargo, yo no le creí, debido a que lo único que se veía era el mar alborotado, con olas muy elevadas y encima los surfistas seguían entrando al agua. Después de media hora sudando y de esfuerzo, fui a refrescarme a la orilla. En esos momentos notaba una presencia cerca de mí o más bien alrededor, y efectivamente logré ver aquella aleta que tanto me advirtió el joven. Estaba tan asustada que salí en segundos del agua y me encaminé hacia la torre del socorrista. Tras una larga conversación sobre el tema, dimos a entender que fue una falsa alarma. La aleta que resultaba ser la de un tiburón era realmente la boya de un buzo. 

UN FINAL INESPERADOWhere stories live. Discover now