Tipo de estilo: Precisiones

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Una tarde de verano a las 18 h y 3 minutos, a 30º de pleno sol, sin 0 personas circulando, decidí salir a hacer deporte y quemar unas 201 calorías. Me dirigí hacia la costa, a 4 kilómetros de la ciudad, ya que estaría un 98% más habitada. Al llegar allí, un chico de sexo masculino, de 1'80 metros de altura, 22 años y 6 meses de edad y 60 kg de peso, me contó en solo 20 segundos y 25 palabras que le pareció ver la aleta de 65 cm de largo y 40 de ancho de un tiburón. Sin embargo, yo no le creí, debido a que lo único que se veía a 7'23 metros de distancia era el mar con unas olas de más de 3 metros y 4'5 cm, y surfistas con tablas de 5'10 metros y 178 cm entrando al agua. Después de 30 minutos y 56 segundos sudando, fui a refrescarme a la orilla de unos 3 metros de ancha y de largo infinito. En esos momentos, noté durante 36 segundos una presencia a 1 metro y 30 cm, y efectivamente logré ver a una distancia de 3 metros aquella aleta de 65 cm. Estaba tan asustada que en tres segundos y 4'5 milisegundos salí del agua con una profundidad de 1'51 metros y fui a la torre del socorrista que media 2 metros y 82 cm. Tras una conversación de 10 minutos, 30 segundos y 87 milisegundos, nos dimos cuenta de que realmente no era una aleta, sino la boya de un buzo de 1'69 metros de altura, de sexo femenino y 56 kg. 

UN FINAL INESPERADOWhere stories live. Discover now