𝐔𝐧𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐞𝐧 𝐋.𝐀.

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(Los Angeles, 2013)

La luz mañanera se empezaba a filtrar en la ventana del taxi. Abrí la ventana para recibir un poco de aire fresco mientras el chófer serpenteaba las atestadas calles alrededor del aeropuerto. Mi celular vibró dentro del bolso y lo saqué sabiendo ya de quién se trataba.

Lucie:
¿Llegaste bien?

Suspiré y volví a guardarlo, ya le contestaría en otro momento. Seguía enfadada con él por hacerme venir en su lugar a Los Ángeles. Creo que debería ameritar un castigo llevar más cinco décadas haciendo lo mismo, pero Lucifer se rehusaba a ver a cualquier ente celestial en un radio de cuarenta mil kilómetros a la redonda y básicamente me suplicó con lágrimas de cocodrilo que viniera en su lugar, así como lo había hecho con Azazel en otras ocasiones. Sus súplicas me las podía pasar por el arco del triunfo en cualquier otra circunstancia pero ahora mismo era vital reunirme con nuestro peor enemigo por el bienestar de todos. Además yo necesitaba la excusa perfecta para huir unos días de casa...

El taxi paró frente a la bahía de autos del hotel que Lucifer me había reservado para la ocasión y bajé con cuidado. Tomaron mi maleta y comencé a caminar a la recepción una vez que le pagué al chofer.

El hotel era muy hermoso, con acabados barrocos que le daban una personalidad única. Lucifer sabía lo mucho que me encantaba el estilo y supuse que escogió ese hotel por ese motivo, además estaba lo más alejado posible a los territorios de ángeles. Había un par de personas que mantenían ocupados a los recepcionistas, una señora que guardaba su cartera despidiéndose y al parecer una pareja discutiendo.

— No te hagas la idea equivocada, linda. Lo nuestro fue de una noche y lo sabes —alcancé a oír lo que el chico que estaba de espaldas a mí decía mientras le entregaba su llave al pobre recepcionista incómodo y la chica con un vestido de club le insistía hablar.

Incómoda, traté de ignorar a la parejita mientras caminaba hacia el mostrador, cuando el tipo chocó conmigo y me frunció el ceño. Era demasiado alto y yo estaba demasiado cansada por mi vuelo como para discutir.

— Disculpe, no vi que estaba ahí...

Quedamos estáticos unos segundo y pude percibir el clásico y penetrante aroma a demonio, solo que este era casi empalagante. Su cabello desordenado estaba mojado y traía lentes oscuros pero sentía su mirada sobre mi cara, y por supuesto también la de la chica. Carraspeo la garganta mirando al demonio indignada por el contacto visual y yo comencé a apartarme para ir al mostrador bastante incómoda.

— Perdona... ¿Nos conocemos? —Habló atrayendo mi atención de nuevo.

— No lo creo... —volví la cabeza algo confundida.

De hecho me parecía muy extraño no conocer a este demonio, no era que conociera a todos los del mundo pero este lucía demasiado joven como para pasar desapercibido, yo le pondría solo unas cuántas décadas de edad. Además estaba involucrándose con humanos, no cualquier demonio podía hacer eso.

Sin embargo, la mayor desventaja de ser inmortal yo diría que es la mala memoria. Llevaba tantos siglos como inmortal que de verdad no sería extraño si olvidara un rostro o algún nombre. Los quejidos de la chica que estaba discutiendo con aquel demonio me trajeron de nuevo a la realidad pero ya no se concentraba en mi, así que pude escabullirme al mostrador y le pedí amablemente al recepcionista la llave de mi habitación.

—¿Lily Aldridge? —preguntó revisando el sistema.

—Justamente —sonreí dándole mi identificación. Por supuesto era falsa, pero era necesario tener una identidad humana cuando te mezclas entre mortales. Bueno realmente no lo era, pues si un demonio quisiera usar una habitación de cualquier hotel había métodos más rápidos para hacerlo, pero yo prefería la manera civilizada de hacer las cosas.

𝔏𝔦𝔱𝔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora