De nuevo llegarían tarde a la práctica vespertina, tendrían que darse prisa, rodaban a toda marcha en sus bicicletas, es una descortesía la impuntualidad y ellas lo sabían, ya iban retrasadas por cinco minutos.
“Apuesto a que ya han empezado sin nosotros” Pensó para sí misma la joven que llevaba por nombre Jennifer. No tenía apellido, ninguno de nosotros lo tenía.
-Vamos no te preocupes tanto, ya estamos a nada de llegar- dijo su amiga Alma sonriendo.
-Hmm- contestó- pues sí, pero no quería llegar tarde de nuevo. Y siguieron por el camino cubierto de árboles muy bien recortados y plantados cuidadosamente.
Pasado un momento la otra chica volvió a retomar la conversación.
-¿Sigues intranquila?- preguntó Alma inclinando la cabeza hacia Jennifer, quien llevaba ventaja en su bicicleta.
-Supongo que hablas de la ceremonia- dijo Jennifer sin apartar la vista del camino- la verdad no, ¿Y tú lo estás?
-¿Yo? No, tampoco, solo fue una idea- respondió Alma encogiéndose de hombros- diría que estoy ansiosa.
Jennifer asintió a modo de estar de acuerdo con el sentimiento de su amiga, pues ella también estaba así; entonces siguieron pedaleando en silencio, solo con el sonido de las llantas sobre las piedras del camino, hasta llegar a su destino, el Área de deportes.
-Eh mira ¡Nos estaban esperando!- notó Alma sorprendida.
-Con lo tarde que hemos llegado era normal- agregó Jennifer riendo. Ambas colocaron sus bicicletas en el aparcamiento que había a la entrada junto a las de sus amigos, bajaron el freno de pie acomodándolas cuidadosamente y dirigiendo sonrisas a sus amigos.
-Pedimos disculpas por llegar tarde- dijeron a coro ambas chicas acercándose desde la puerta hasta una de las canchas.
-Las disculpamos- contestaron automáticamente ellos.
-A cierta chica se le olvidó terminar sus deberes antes de venir- explicó sonriendo Jennifer refiriéndose a Alma.
-Estábamos a nada de empezar sin ustedes- dijo Elizabeth riendo con un balón en la mano, tomado del depósito.
-¿Y entonces quién hubiera anotado todos los puntos?- preguntó Alma uniéndose a las risas.
-Cierto, a Elizabeth y a mí nos da más trabajo mantener la vista el balón- intervino Casandra tomando su posición de juego.
-Anda mejor fíjate en tus pies- fue la respuesta de Elizabeth.
Aquella tarde solo era otro día en la Comunidad, un juego de pelota relajante y divertido, un grupo de Onces reunidos para pasar juntos su rato de recreación. El mismo juego, las risas de siempre, los niños de siempre, todo daba marcha normal hasta ese momento.
Información permitida 1
La Comunidad está rodeada por un vasto terreno cubierto de niebla (Afuera), al igual que por el río.
Solo aquellos que vayan en misión especial tienen permitido salir del borde.
Se organiza por casas o Unidades familiares, pero también está la casa donde viven los ancianos, y Unidades familiares para los adultos sin hijos.
La comida de los ciudadanos es proporcionada por los vehículos de distribución alimentaria, la ropa es enviada limpia a cada unidad familiar por el área de intendencia.
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El dador de recuerdos
Novela JuvenilDespués de la Ruina, comenzamos de nuevo y encontramos una solución. Comunidades, lugares tranquilos donde el desorden se convirtió en armonía. Vestimos la ropa adecuada, enseñamos a los niños a hablar con precisión, somos educados tomamos las i...