El mizuage dura alrededor de tres noches en concretarse y es al día siguiente de este, que llega el momento más esperado a lo largo de la vida de Mina, pasar de maiko a geisha. El erikae da inicio cuando las mujeres despiertan cerca del mediodía, Katsuki oye las risas provenientes del segundo nivel ser bastante ruidosas.
Un alboroto con el que es imposible retomar el sueño.
Al salir de su habitacion, los shojis del salón se encuentran abiertos, todos los habitantes de la okiya se reúnen ahí. Nadie viste los yukatas sencillos que suelen usar a diario mientras hacen la limpieza, sino que traen puestos sus mejores kimonos como si fuera de noche y su turno estuviera por empezar. Mina sobresale del resto con sus ropas en color negro y el cuello del kimono en blanco.
Entiende que de eso va la ceremonia, cambiando el cuello de rojo a blanco denota que ha perdido su virginidad y, por ende, ahora ha ingresado al mundo de las mujeres adultas, las geishas. Al igual que su cabello, luce un peinado sobrio como el de Momo y no el elaborado del resto de sus hermanas.
Una a una, los ojos de Katsuki van perdiendo interés hasta toparse con Izuku. La seda rosa y el obi rojo a juego con el cuello de su kimono, lo hacen ver fascinante a sus ojos. Katsuki nunca ha sido devoto de la ropa tradicional femenina, sobre todo teniendo tantas prendas modernas que podrían lucirles bien en las mujeres; sin embargo, admite que sería incapaz de cansarse de ver a Izuku en sus kimonos. Es como si el solo traerlo puesto le convirtiera en algo inalcanzable. De tratarse de un ser que va por encima de todos en esa ciudad y entiende, es la sensación que una geisha debiera dar.
Es ahí donde despertaba su mayor fascinación, ya que siendo inalcanzable para muchos, él es el unico permitido a acercarse.
"–De todos los hombres que he conocido, eres el único al que le concedería ese permiso."
Izuku pudo usar cualquier frase, pudo incluso, no decir nada y aceptar un beso suyo en silencio. Pero busco cuidadosamente entrelazar esas palabras, elaborar una oración llena de matices y hacerle sentir que el mundo era suyo. Porque de esa manera había percibido el beso que se dieron.
Unico, íntimo y especial.
Comprende también, que aquello continúa perteneciendo a la esencia de una geisha. Desprender coquetería, despertar fascinación. Llevarte a su mundo un instante y al otro, tenerte de regreso en la tierra. Causar un sentimiento exclusividad y que los hombres les creyeran, como Katsuki lo hace; pero con justa razón. Pues, valgan verdades, él no tiene nada que ofrecerle. Al menos nada de lo que una geisha buscaría en un hombre. No posee propiedades, ni dinero, ni un trabajo estable.
Apoya su cuerpo en el marco del shoji que ventila el salón. Una sonrisa de satisfacción pura se apodera de sus labios, sintiéndose victorioso en ese juego que ellas inician cada noche con los hombres que visitan el lugar.
Él no necesitaría un solo yen para recibir aquel trato especial.
Sus ojos persiguen sigilosos a Izuku. Su andar delicado, movimientos elegantes incluso cuando palmea el brazo de Ochako por burlarse de él. Por momentos, sus miradas se tocan en el aire. Un instante diminuto que esconde tribulaciones y anhelos. Nerviosismo y seducción.
Un instante que se rompe y renace.
A Mina le cortan el cabello en señal de liberación. No necesitara nunca más realizarse peinados elaborados, a partir de ese día podrá llevarlo como quiera y usar una peluca durante los eventos. El ambiente se plaga de alegría, risas y buenos deseos. Momo es quien se muestra más orgullosa, es ella de quien ha aprendido todo lo que pondrá en práctica de ahora en más y enseñará a las otras maikos.
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El mundo flotante
FanfictionIzuku es un hombre que ha debido camuflarse bajo telas de seda y cabello largo, viviendo una vida que no fue diseñada para él con tal de sobrevivir a la guerra. Subsistiendo entre escombros y engaños. Katsuki es un kamikaze que no culminó su mis...