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En una dimensión desconocida, aun en tiempos de guerra, un hombre con ojos de color plomizo camina por el pasillo de un calabozo, ¿su pena de muerte? A la guillotina por traición. Mientras todos en ambos reinos observan atentos afuera, esperando el momento de presenciar el castigo. Una hermosa dama rubia de ojos cobrizos corre con espada en mano por los pasillos del calabozo buscando a su amante de plomo.

- ¡Castheren!- gritó la dama de cobre al ver a su amante.

- ¡Iradia!-exclamó el hombre con una sonrisa nostálgica.
Los escoltas del hombre voltearon y se desató una danza de espadas entre estos y la dama de cobre de nombre Iradia.

Pero esta pereció y fue llevada a otra sala de guillotina, y antes de irse le regaló a su amado un último beso, un último "te amo", una ultima mirada, pues sabían que un amor así ya no surgiría en otra vida.

Fueron llevados a la guillotina, cada artefacto metálico de castigo se encontraban en diferentes salas, fue deprimente el hecho de que ni siquiera pudieron estar juntos contra el filoso metal a pesar de haber jurado estar juntos hasta el fin.

Dos tronares de hojillas al caer resonaron.

Un choque.

Un silencio.

Y los amantes perecieron.

Nadie los mencionó.

Quizás nadie los extrañó.

Y mientras tanto, Hadessa Russo Cavalier de 18 años busca refugio en el bosque.

Llevaba días corriendo desde que escapó del hospital y también desde que vio... aquello...

Nader caminaba junto a ella; ella le hablaba de sus recuerdos, el asentía y conservaba los datos en su memoria para no olvidar nada.

-Y eso es todo lo que he visto hasta ahora...-dijo Hadessa

-Vaya... Has vivido una vida muy dura, ¿no?

-Si...-rió leve.- aunque una se puede acostumbrar-rió nuevamente.

-Joder -rió.- lo mas duro que he vivido fue la separación de mis padres y la muerte de mi madre-rió leve.- y yo me quejaba de que la vida es un asco.- Hadessa rió.

-A veces no es tan cruel como parece -comentó Hadessa.- solo tienes que ser mas cruel que ella para superarla -rió leve.-

-¿A que te refieres?

-Bueno... Si ella te hace llorar, tu ríete y hazla molestar -sonrió.- así veremos quien llora luego

-Me agrada la idea-sonrió.

Y así siguieron, caminando despreocupados cuando un recuerdo golpeó a Hadessa causándole un estridente dolor de cabeza.

Hadessa Russo Cavalier, de 11 años, es enviada a casa de su tía, llevaba en brazos unas cajas que pertenecían a su madre, cuando en un tropiezo dejo caer lo que parecía un guante con una gema en el dorso de la mano, al momento en el que tuvo que recogerla, la realidad cambió, de repente todo era diferente...

En vez de la ciudad, podía verse un denso y muy grande campo durante el inició de otoño, a lo lejos del campo podía verse una gran ciudad con un castillo enorme resaltando entre las demás edificaciones, aunque aquella ciudad parecía una mezcla entre los tiempos del renacimiento y el futuro, pues luces de todos los colores y molinos en el cielo la hacían resaltar bastante, cuando alguien se le acercó por la espalda en silencio.

-Te estaba esperando -dijo una voz femenina muy pacifica la cual daba un enorme aire de paz y tranquilidad alrededor de Hadessa, volteó y pudo ver a una hermosa mujer con prendas magistrales y un vestido muy hermoso de color dorado con una gema celeste mediana en el escote, pero lo que mas resaltaba en ella era la hermosa corona que llevaba sobre sus negros cabellos, al parecer era una especie de reina.

- Uh... ¿A-a mi?-preguntó Hadessa de forma vaga.

-Claro -la reina sonrió.- ¿A quien más sino? Lady Infinita.

Y todo se nubla y regresa al presente.

Cuándo Hadessa Russo Cavalier de 18 años, es asistida por su único amigo, John Nader Edether Gray, luego de haberse desmayado tras un muy vago recuerdo repentino de una mujer con prendas de la realeza y una tal "Lady Infinita"

-Venga Hass, que llevas media hora desmayada-suspiró.- ¿que tanto te cuesta despertar?

-U-Uh...-Hadessa entreabrió los ojos.- ah...-se sentó.- de nuevo son mis memorias...

-Lo supe desde un principio-rió leve.-

-¿Sabes? Se supone que si alguien se desmaya, debes preocuparte en vez de regañarla por no despertar-rió leve.- Este recuerdo era diferente... Y de nuevo nombran a la tal "Lady Infinita"-suspiró.- ... Almenos la historia esta cobrando sentido... A paso de vencedores, pero lo esta tomando-dijo sarcástica.-

-Venga, tenemos que irnos recuerda que los de Starsh vienen por nosotros -dijo el joven mientras se levantaba y le tendía la mano a Hadessa para ayudarla a levantarse también.

-Cierto...-dijo Hadessa mientras se levantaba con ayuda de Nader, así lo llamaba ella.

Se oyeron un par de disparos y una corneta, ambos se escondieron sobre los árboles, todos los animales cercanos pasaron corriendo por ahí, se veían desesperados.

Entonces, en solo unos momentos, descubrieron la verdadera razón... Dos de los hombres de Starsh los habían estado buscando.

Y estaba claro que no venían en paz.

Un hombre albino de traje negro se encuentra en el bosque junto a su compañero buscando el Infinite, su único objetivo, llevar la gema del Vitruvio de regreso a la cede de Starsh, ¿para que? No lo sabe, eso es información única y reservada para los cadetes de alto rango. De hecho, eso no es lo único que no sabe, tampoco sabe su nombre real, ni quien fue, ni siquiera sabe si tiene una familia, lo único que sabe es que si hace lo que el alto Starsh le ordena de forma indirecta le devolverán sus memorias perdidas, o robadas. Sus compañeros y los demás reclutas lo llaman 242, ¿por que? Porque todos los reclutas y trabajadores de Starsh son enumerados para saber distinguirse entre sí ya que todos en esta industria desconocen todo de sí mismos, excepto el alto Starh y sus 12 confidentes.

-Hay muchos animales... Así se nos hará difícil buscar...-admitió el compañero de 242

-Hay que ahuyentarlos-respondió el albino y su compañero asintió, ambos apuntaron al cielo con sus armas y dispararon uno seguido de otro.

Las bestias salvajes huyeron buscando refugio y 242 y su compañero continuaron su camino por el bosque buscando el infinite.

Porque de lo contrario, quien sabe lo que les harían sus superiores, torturarlos, de nuevo, neh, tal vez los azoten otras tres o cuatro veces, bah lo normal.

242 era un hombre Pacífico en cuanto a su personalidad, pero en el arte de las armas y objetos filosos era un maestro de cualidades únicas. Y algo característico de el eran sus ojos de iris rosada, normal, al ser albino, y otra cosa característica de el era donde depositaba todos sus pesares, su odio, sus inhibiciones y sus aflicciones. En si mismo, claro, y todo lo depositaba donde sabia que no había nada, en el gran agujero que ocupaban sus memorias, ése sitio, para el, estaba vacío.

InfiniteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora