Capítulo 3

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Gotham. 6:08 P.M.

Bruce Wayne.

Thomas y Martha Wayne escuchaban atentamente la salutación del doctor. Bruce apenas entendía los términos: Celo, apareamiento, nudo, dientes, mordida, era como si estuvieran hablando de un perro.

—Sabía que su hijo sería un alfa poderoso, pero no pude prever que tanto— Sus padres murmuraron cosas entre ellos y hablaron.

—¿Algo de lo que debamos preocuparnos?— Inquirió su madre, acercándose a su hijo para reconfortarlo, sabiendo que esas citas al médico lo ponían nervioso.

—Por el momento no, es importante que lo traigan a chequeos esporádicos, a menos que el señor Wayne, prefiera encargarse de los estudios personalmente— Vaya que prefería que su padre fuese quien lo revisara —Nunca había visto a alguien como él, será un alfa muy fuerte— Sonrió, aquella sonrisa le provocó un escalofrío y agradeció el hecho de que su madre lo estuviese abrazando.

Desde pequeño, Bruce fue educado para ser un hombre y un alfa ejemplar. Sus padres le enseñaron las normas de conducta de la sociedad y de su casta. Le explicaron que cuando fuese un adulto sería tan poderoso que otros alfas inclinaría la cabeza con su mera presencia. Él no quería eso, quería ser normal.

Los otros chicos ya lo trataban diferente por el simple hecho de ser un Wayne, envidia y desprecio era su pan de cada día. No quería sumar ese poder natural a su lista de "privilegios" como lo llamaban los otros chicos.

Su padre dijo que era normal ese comportamiento de otros alfas que buscaban demostrar su dominio. Bruce solo quería amigos, ese mundo adulto a tan corta edad era demasiado para un crío, tenía que cumplir expectativas constantemente y no tenía tiempo para la diversión.

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Se maldijo una y otra vez. Su conducta, su semblante y reglas se fueron por el caño ante ese aroma tan cargado de feromonas. Nunca había sentido algo así, no se parecía a nada que hubiese olfateando antes, era... Diferente, tentador y embriagante. No quería parar de olerlo.

Y lo que hizo... ¡Lo qué hizo simplemente fue vergonzoso!.

¡Era el Joker, maldita sea! Y lo había olfateando, casi arrancándole la camisa. ¿Era alguna clase de droga o...?. Se burló de la idea. Debería estar alucinando, los omegas estaban extintos.

—Señor...— Su mayordomo se tambaleó ante su presencia.

Alfred, necesito unos supresores— Gruñó, aquel aroma lo había hecho entrar en un repentino celo.

Su amigo no dijo nada y corrió hasta el botiquín. Bruce, se quitó la máscara, sintiendo su rostro demasiado caliente y empapado de sudor. Omegas, ya ni siquiera eran mencionados en los libros de educación sexual, no había vuelto a nacer uno de ellos en medio siglo y fueron declarados extintos. Si el Joker, era uno tendría algo realmente alarmante entre manos.

—Aquí tiene, señor— Bruce le arrebató la pastilla y la tragó ayudándose con la excesiva salivación de su boca —¿Qué le ocurrió, amo? Su celo debería presentarse en dos meses.

—Creo... Creo que encontré un omega...— Confesó comenzando a quitarse el traje y colocándolo en el estante.

—Eso es... No es posible— Su mayordomo se escuchaba preocupado —¡Tiene que buscarla, es peligroso que esté allá afuera si no es consciente de lo que es, alguien...!— Bramó Alfred, pero lo interrumpió.

—No es una niña indefensa, es...— Le tomó unos segundos y lo soltó —Es el Joker.

Hubo un incómodo silencio hasta que el beta habló:

Jódete, murciélago [BatJokes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora