Capítulo 8

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Gotham, Barrios bajos.

Jack Napier.

Su vida como omega de compañía había empezado hacía un año, el año más largo y tortuoso de toda su existencia. Desde su llegada a la morada del alfa, fue aprisionando en alguna especie de cobertizo en el exterior y le encerró en lo que parecía ser una jaula para leones, allí solo tenía un cubo para hacer sus necesidades y el hombre lo alimentaba una vez al día. Solo era sacado de su encierro cuando el alfa lo requería, usualmente para darle una mamada o cualquier otra perversidad que se le ocurriera. El hombre lo mantenía desnudo y le despertaba con un chorro de agua a presión por las mañanas, hasta que consideraba pertinentes las marcas rojizas que la dureza del agua dejaba en su piel. Le gritaba insultos y lo golpeaba por desobedecer o fallar en alguna orden. Era un tormento, pero al menos agradeció que sus padres lo hayan acostumbrado a ese tipo de tratos.

Genial, escapó de un infierno para terminar metido en otro.

Tan pronto como Jack, entró en celo fue mordido, atándolo al alfa. El vínculo era una tortura mental, como si verlo en su grotesco rostro no fuese suficiente, a través de la conexión percibía el retorcido y nefario regocijo de aquel hombre al "disciplinarlo".

Bueno, ya no importaba realmente. Si moría a golpes, de inanición o pulmonía daba igual, al menos así acabaría su lamentable existencia sin sentido. No había nadie allá afuera buscándolo u esperándolo, no tenía familia, amigos o pareja. Sus progenitores terminaron donde merecían, su padre fue asesinado por la mafia y su madre murió de una sobredosis, bueno, a ella la extrañaba, solo un poco. No recuerda un solo momento en el que haya sido feliz, ni recuerda siquiera haber recibido unas sinceras palabras de afecto.

Sí, su vida como omega de compañía era una completa pesadilla, pero, por lo menos, el alfa que lo había seleccionado le dejó conservar sus extremidades.

En algún momento que su cerebro privado de alimentos no logró registrar, el hombre había decidido llevarlo a rastras y recluirlo en el sótano. Las paredes de ese lugar se caían a pedazos y los insectos se arremolinaban al rededor del foco de luz amarillenta que pendía del techo. Era un espacio reducido, pero había una vieja mesa en el centro con dos sillas. Para su sorpresa, el sitio estaba limpio y tenía un extraño toque hogareño, quizás ocasionado por el boiler que yacía allí, calentando la atmósfera cuando estaba encendido. Olfateó, había un olor a comida, humedad y el leve efluvio dulzón de un perfume que encendió señales de alarma en su lado omega y pronto comprendió la razón. Una temerosa mujer que lucía tener unos treinta años aproximadamente, se deslizó fuera de las sombras, desconfiada de la nueva presencia.

¿Otro omega? ¿Cuántos más tiene?

Aunque la mujer lucía algo sucia, al menos estaba vestida, no tenía señales de maltrato y se veía bien alimentada. Lo verdaderamente preocupante y lo que alteró sus instintos primitivos fue el pequeño bulto en el vientre de la fémina.

—Hola, mi nombre es Jack— Intentó sonar gentil, pero su voz salió rasposa, su garganta estaba reseca —¿Cómo te llamas?

—Jeannie— Ignoró el hecho de que él estuviera desnudo, como si esperara verlo en esa condición —Debes tener frío— Se acercó, quitándose el cárdigan azul y colocándoselo a Jack, sobre los hombros.

—Gracias— La mujer tomó asiento en una de las sillas y él la imitó —¿Cuánto tiempo llevas aquí?— Se sintió raro el volver a tener una prenda encima.

—Tres años y medio— La piel de Jack se erizó y no por causa el frío, sino por el hecho de que esa mujer haya pasado allí todo ese tiempo con ese sujeto —Pero solo hace un par de meses el alfa decidió usarme para criar, como podrás ver— Señaló su vientre, en un intento de broma para amainar el ambiente.

Jódete, murciélago [BatJokes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora