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Nota: esto sigue igual ubicado en la segunda guerra, donde Urss seguía vivo.

(México aún no tenia una habitación)

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México caminaba por los pasillos de la mansión, bostezando y tambaleandose del sueño, estaba agotado después de cuidar al pequeño todo el dia, jugando y luchando para que se quedara dormido, fue con sus pocas fuerzas al sillón, en donde se acostó para después caer profundamente dormido.

México roncaba a pierna suelta, babeando todo a su paso, estaba muy cansado, su rutina era la siguiente, en la mañana los entrenamientos, luego tener las juntas de estrategias, despues cuidar a Rusia todo el dia, llevarlo a dormir y por ultimo el mismo tomar un descanso. Era agotador pero no se quejaba, era todo por un bien común, aparte le gustaba mucho la compañía del pequeñín.

Estaba muy incomodo en ese sillón, se despertaría adolorido pero eso era lo de menos. Urss pasaba en dirección a su cuarto cuando unos ronquidos lo asustaron, se acerco para ver de quién provenían, al ver que eran de México, solo sonrió de lado para reir un poco por la forma en la que este estaba enruedado como bola de estambre. Lo tomo suavemente como princesa y lo llevo a su habitación, en el camino lo observaba de vez en cuando para gusto propio, era muy ligero, tenia unas pestañas perfectas, junto con unos labios igual de lindos, también era bastante delgado pero sabía que también era un guerrero fuerte y noble.

Urss deposito en la cama a México, quitándole su armamento, lo arropó bajo las cobijas y luego se metió el, no sin antes quitarse la ropa para ponerse algo comodo, se acostó del lado contrario de la cama alejado de México, pues era incomodo para el dormir con otro hombre, pero tenia que hacerlo como agradecimiento por lo que ha hecho México por el, estaba pensando que deberia darle una habitación al mexicano para que pudiera descansar bien, porque eso de dormir en el sillón le dejaría serios problemas en su eficiencia. Con esa idea en mente y totalmente decidido, se quedo dormido.

Al día siguiente que México se despertó, estaba muy cómodo, tanto que no quería moverse de la cama,  sentía las cobijas suaves y cálidas abrazando su cuerpo, la almohada de plumas finas que estaba en su cabeza, el colchón grande y esponjoso que se sentía como las nubes, decidió abrir los ojos y limpiarse su baba, se encontró con algo rojo,grande y peludo, bastante extraño, lo tomo con sus dos manos apenas despertandose.

Hasta que unas manos grandes igual de rojas que las suyas lo estrecharon totalmente contra su pecho rojo, México sentía que se iba a morir, no sabia que era esa cosa pero sentía que pronto veria a diosito.

- oh! Lo siento México, ¿estas bien? - dijo preocupado soltandolo, acababa de despertarse y confundió al pequeño con un peluche o almohada -

México respiró agitado, ahora si estaba totalmente despierto  y sacado de onda.

- Si, no se preocupes señor Urss - dijo mientras inhalaba todo el aire posible, hasta que su cerebro reaccionó al darse cuenta de donde estaba - ¿¡Urss!? - grito alterado volteando a verlo -

Al darse cuenta que lo que había tocado era el pecho desnudo de su capitan, el color rojo abundó en toda su cara, parecia hasta la misma unión soviética de la pena que sentía, soltó un grito fuerte para después cubrir su cara.

- ¡Lo siento señor! ¡Yo no sabía que este era su cuarto y su cama! ¡Lo siento! - se disculpo mientras su cara aun estaba roja -

Urss solo se reía de México, no podía tomarlo en serio, hace años no se reía asi, menos que lo hiciera un soldado, era un pais serio, difícil de hacer reir, pero México, era bastante adorable y lindo, simplemente puso una mano en su cabeza, haciendo que México se callara.

- No menciones nada y baja a desayunar - dijo poniendo su mano en el mentón de México -

Se paro, se vistió y salio de la habitación, México estaba en shock, muchas cosas pasaron en su apenas dulce mañana, pero no queria seguir pensando, se apuro a vestirse y cuando salió, caminó rápido hacia el comedor.

Desde ese día, México durmió varias veces con Urss, hablaban de muchas cosas, se apoyaban en las crisis e intentaban no decaer ante el estres y la desesperanza. Eran complementarios, se llevaban muy bien, al poco tiempo a ninguno se le hizo incómodo dormir con el otro.

Pasaron muchas cosas entre el lindo águila y el grande he intimidante oso rojo.





- ° No hay sistema °- [RusMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora