2. Regreso a clases

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Una semana después...

Las vacaciones de verano finalmente habían terminado y con ellas el nuevo ciclo escolar había comenzado. Estaba emocionado por volver a ver a mis amigas y poder convivir con ellas sin el uso de dispositivos y pantallas. Y, lo más importante era que iba a ver a Zahir.

Desde que había tenido aquel sueño no podía evitar pensar en él en todo momento, cuando esto pasaba sentía una sensación muy bonita que solo me hacía desear vivir ese sueño nuevamente. En el transcurso de la semana acepté que sentía un poco de atracción a Zahir, desde antes tal vez, pero ese sueño fue el que me abrió los ojos por completo. Aunque estaba seguro que sería algo pasajero, pues nunca tendría alguna oportunidad con él.

Estaba completamente listo para ir a la escuela, muy temprano me había levantado y tomado un baño, ya estaba vestido y mi mochila estaba preparada desde la noche anterior. Tenía toda la actitud para regresar a la secundaria, a mi último año.

Llegué a la escuela quince minutos antes de que comenzaran las clases, el salón estaba casi vacío así que pude elegir un buen asiento. Me sorprendió no ver a Zahir ni sus cosas, pues él siempre había sido muy puntual. Sandy se acercó hacia mí saltando las butacas, en lugar de caminar como una persona normal, se sentó en el lugar de adelante y volteó a verme lentamente.

—Hola —dijo. Se acomodó en el asiento y recargó los brazos sobre el que ahora era mi nuevo pupitre.

—Hola —respondí, dejé mi mochila abajo del asiento y sonreí—. Enana.

—¡Cállate! —gritó y golpeó el pupitre con el puño, lo que me hizo dar un brinco.

A pesar de que era por mucho más pequeña que yo daba bastante miedo, era muy fuerte y algo agresiva. Demasiado agresiva, en realidad, pero no todo el tiempo.

Dejé de lado su reacción y mejor le pregunté sobre sus vacaciones. Ni siquiera era necesario preguntar, habíamos hablado todos los días y no había nada que no supiera ya.

—Pues lo mismo que tú. —Rodó los ojos y cruzó los brazos—. Hablar contigo, Jane y Tamara todo el día.

Sabiendo que no me diría nada más intenté cambiar de conversación.

—¿Sabes dónde está Zahir? —pregunté.

—¿Por qué debería saberlo? —Su cara demostraba desinterés y apatía, como siempre cuando iniciaban ese tipo de temas.

—Porque siempre llegas temprano, al igual que él, obviamente.

—Pero no es relevante —Dirigió la mirada hacia el otro lado del salón, restándole importancia a su comentario.

Me acerqué a ella lo suficiente como para que nuestros rostros quedaran a unos cuantos centímetros de distancia uno del otro, la miré fijamente y dije:

—No vuelvas a decir eso. Él no es irrelevante. —En mi mente había sido una amenaza, pero gracias a su cara supe que ella no la había tomado como tal.

Qué horror.

—Tal vez está jugando básquetbol en la cancha —mencionó sin entusiasmo, volvió a rodar los ojos—, como hacía todos los días.

Era una posibilidad que no había pensado.

Miré hacia la puerta y vi a Amelie, mi mejor amiga desde la primaria. Llevaba su pelo recogido en un extraño chongo y caminaba con lentitud. Llevaba su clásica mochila morada colgando sobre su hombro, en una mano tenía una botella de agua y en la otra un libro, que se veía bastante grueso. Un tocho.

Me acerqué a ella en cuanto se acomodó en su nuevo lugar, justo al lado del mío.

—Presúmeme tu libro. —Sonreí esperando su respuesta, había extrañado demasiado verla.

Mi amor color VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora