Pasó el tiempo y nuestra relación estaba mejor que nunca.
Uno de los terrores que tenía al terminar la secundaria, era que los dos tomaríamos caminos diferentes y no asistiríamos a la misma escuela. Así, pensé que esto sería un gran problema para nuestro noviazgo y todo terminaría mal.
Pero después de tiempo lo estábamos llevando de buena manera. Los fines de semana solíamos salir a algún lado, generalmente al cine, parques de diversiones o centros comerciales. O a veces no nos apetecía salir e íbamos a la casa del otro.
Pude ver un gran cambió en los padres de Zahir. Según él seguían yendo a terapia y esto les estaba ayudando bastante. Se mostraban más comprensivos con él y apoyaban al cien por ciento nuestra relación. Eran los mejores suegros que alguien pudiera desear.
Camilo fue al que le tomó un poco de trabajo asimilar las cosas y cambiar de opinión. Al principio se mantuvo como siempre y nos ignoraba por completo, poco a poco sus padres lo convencieron de ir a terapia con ellos y accedió.
Su comportamiento hacia nosotros fue cambiando, pero no de la noche a la mañana. Comenzó con ligeras palabras que intercambiaban Zahir y él, después me incluían un poco a mí. Después ya me saludaba al llegar y su comportamiento fue menos grosero.
No demostraba demasiado su apoyo, pero sabía que en el fondo lo estaba intentando. Incluso una vez en la que me quedé a dormir en casa de Zahir nos jugó una broma: colocó un condón en la mesita de noche de mi novio y al verla nos sorprendimos bastante. Zahir supo de inmediato que había sido obra de su hermano y se enfadó un poco, por el contrario yo no podía parar de reír.
Con respecto a la escuela me iba de maravilla. Había sido fácil para mi adaptarme a la preparatoria y la encontraba bastante sencilla, y mucho más porque había conseguido nuevos amigos desde el primer día de clases.
Zahir igualmente había hecho sus propios amigos, y cada vez que me contaba de ellos me daban tantas ganas de conocerlos. Por lo que me platicaba sabía que me caerían bien.
Hubo incluso una vez en la que Zahir visitó mi preparatoria por un evento escolar en el que tuve que leer un poema frente a la audiencia. Y ahí estuvo él en primera fila del auditorio, brindándome su apoyo y amor incondicional.
Estábamos en nuestro mejor momento.
Justo me terminaba de alistar para la comida que los padres de Zahir habían organizado, en la que incluso habían invitado a los míos. Jamás habían convivido entré sí, pero ambas partes sentían curiosidad por conocerse y yo estaba también emocionado porque lo hicieran.
Sabía que mi padre y el de Zahir se llevarían muy bien, pues compartían ambos el gusto por el deporte y también eran muy parecidos.
Al terminar de arreglarme salí con mi habitación con mucha emoción. Mi madre estaba en la cocina, sacando del horno el pastel que llevaría a la comida.
—¿Puedo probar la crema? —pregunté al verla en el tazón, llamándome a meter el dedo y comerla.
—¡No! Es para el pastel.
—Una probada y ya, por favor.
—¡Qué no! —replicó y alejó el tazón de mi alcance—. Si sobra si te doy.
—Ash...
Salí de la cocina sin esperanza a que me diera a probar y mejor me senté en la sala a husmear el celular y esperar a que fuera el momento de irnos a la casa de Zahir.
No pasó mucho tiempo para que mi padre estuviera afuera esperándonos en el auto y mi madre y yo salimos de prisa. No queríamos llegar tarde.
Conocía muy bien el camino de memoria después de las tantas veces que había ido a visitar a mi novio. Le iba dando las indicaciones a mi papá y ni siquiera fue necesario que usáramos la aplicación de mapas. Llegamos un rato después sin problema.
En la entrada, el guardia tuvo que anunciarnos en casa de Zahir para que nos dejaran pasar, al tener confirmación subió la pluma y nos permitió el paso. Igualmente sabía cuál de todas las casas era la correcta y mi padre se estacionó frente a ella.
Bajé con total confianza y me acerqué al timbre de la puerta para que salieran a recibirnos. Unos segundos después los tres aparecieron del otro lado.
—¡Hola! —saludé con emoción.
La señora y yo nos abrazamos, choqué el puño con Julio y finalmente me abalancé sobre Zahir para darle un fuerte abrazo y su respectivo beso. Continué con las presentaciones y ambas partes se saludaron muy correctamente. Nos invitaron a pasar y así lo hicimos.
Como bien ya lo esperaba Julio y mi papá se llevaron bien desde el principio y su tema de conversación era de deportes. Zahir se les unía de vez en cuando y los demás no poníamos atención a lo que platicaban.
Por otro lado, las mamás tenías su propio tema de conversación y reían ocasionalmente. Todo estaba fluyendo de maravilla.
Tras la comida los adultos se sirvieron una copa de vino que mi padre había llevado y Zahir y yo tuvimos curiosidad por probar. Les pedimos un poco y obtuvimos respuestas bastante confusas.
Los padres aceptaron darnos a probar, y las mamás se negaron por completo.
—Aún son niños —argumentó mi madre.
—Sí, no pueden tomar todavía —le siguió la mamá de Zahir.
Sabía que no me iba a gustar, pero de todos modos sentía curiosidad por probar la bebida.
—¡Ay, por favor! Déjenlos tomar un trago —dijo Julio—. No les pasará nada.
—¡Qué no!
No insistimos más, porque algo peor que una madre eran dos madres juntas, y era imposible hacerlas cambiar de opinión. Mejor decidimos meternos en nuestros propios asuntos.
Salimos al jardín y nos tiramos sobre el pasto, con una mezcla de emoción y seguridad. Me sentía tan pleno, todo se antojaba perfecto.
El cielo estaba casi despejado y de un tono azul muy hermoso. Las nubes que pasaban encima de nosotros tenían formas particulares... un perro, una mano o incluso un corazón.
Ambos opinamos lo mismo al verlo y nos hundimos en fuertes risas. Tomó mi mano con delicadeza y le dio un cariñoso apretón, mi corazón se aceleró y se formó una sonrisa en mis labios.
Era increíble todo lo que habíamos logrado juntos y a lo que habíamos llegado. Algo que nunca había imaginado, pues juraba que iba a ser un amor no correspondido y además pasajero. Pero el destino nos tenía otros planes, y era uno de los mejores.
Vivíamos uno de los mejores momentos de nuestras vidas. Ese que deseábamos que nunca terminara y poder mantenernos así siempre.
El amor y la felicidad me tenían poseído por completo, y mis ojos brillaban al verlo a mi lado. Hicimos contacto visual y lo admiré por completo.
Tomó mis mejillas y me acercó para besarnos, como tantas veces lo habíamos hecho. Pero a pesar de tan acostumbrado estaba a sus labios, siempre los disfrutaba bastante.
Era un beso tierno, que simbolizaba el inicio de un nuevo capítulo lleno de nuestro amor, y la promesa de un futuro compartido.
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Mi amor color Verde
Teen FictionAltaír, tras un hermoso sueño queda enamorado de su amigo y compañero de clase Zahir. O como a él le gusta llamarlo: Verde. Completamente enamorado, cada vez se va acercando a este chico tratando de que no descubra su secreto. Un día normal de vaca...